Equidistancia, qué lejos que estás

Nada más estratégico y significativo que a quién le compro vacunas. Las millones de dosis estadounidenses no llegaron y las británicas van arribando 6 meses más tarde de lo planeado. El foco pasó a estar exclusivamente en las vacunas rusas y chinas

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Nada más estratégico y significativo
Nada más estratégico y significativo que a quién le compro vacunas

A partir de fines de 2019 desde sectores de la coalición gobernante, en especial aquel con menos peso específico, así como desde algunos pensadores en el campo académico afines al oficialismo, se acuñó un término que despertó muy buenas expectativas. Nos referimos a la necesidad de una política externa prudente y equidistante frente a un mundo signado más y más por lo que Roberto Russell define como bipolarismo no polarizado.

En otras palabras, los dos gigantes estratégicos, como son y serán Estados Unidos y China, están en plena puja geopolítica y al mismo tiempo se constituyen en masivos socios comerciales. Con cientos de miles de jóvenes chinos estudiando en las universidades americanas y millones de turistas del mismo origen, obviamente antes de que virus de Wuhan se esparcirse por el mundo, recorriendo las principales ciudades del Tío Sam. Más de uno llegó a interpretarlo apresuradamente como una versión 2.0 de la tradicional postura acuñada por el General Perón denominada la tercera posición o más conocida como ni yankees ni marxistas (con la actual abundante presencia de izquierdas en el Frente de Todos, esa máxima no suele ser mencionada ni recordada lógicamente).

Desde ya los observadores más atentos de la realidad política Argentina, tanto en dentro como fuera del país, tomaron con escepticismo la posibilidad de esa equidistancia. Bastaba con mirar los dichos y acciones de la accionista mayoritaria de la coalición gobernante para anticipar que más bien desde la hípervicepresidencia se buscarían alineamientos fuertes con todo actor relevante que tuviese márgenes de tensión y disputa con Washington. Desde la misma China, con su poder económico, demográfico y crecientemente militar, pasando por Rusia con su notable poder militar y capital humano pese a sus limitaciones económicas, y así también con países quebrados y pauperizados como Venezuela y Cuba en su condición de hegemonía en Caracas. Quizás la mayor prueba de fuego sobre la viabilidad y sinceridad de la supuesta equidistancia haya sido el tema clave en estos aciagos meses signados por la pandemia en nuestro país, o sea las vacunas. Alpha y Omega de cualquier estrategia exitosa contra el COVID que vaya más allá de las prácticas medievales de cuarentena con meses y meses de duración. Con sus devastadores efectos económicos, sociales, educativos y mentales.

Para fines del 2020 todo parecía indicar que la Argentina avanzaba por el camino que aconsejaba el sentido común y la urgencia o sea negociar en todos los frentes con los principales proveedores de vacunas del mundo: EEUU, Reino Unido, China y Rusia. Todas fórmulas hechas en tiempo récord y ensayos que mostraban niveles óptimos y, en otros casos, aceptables de protección. Los montos de los cuáles se hablaba en aquel momento eran impactante y una gran luz de esperanza. Con 22 millones de la británica y más de 15 millones de las americanas. Con tiempos de entrega que parecían compatibles a moderar una masiva mortalidad en la segunda ola que se esperaba para el otoño e invierno 2021. Los escépticos de la equidistancia parecían estar profundamente equivocados. En un mundo en plena plaga y con una Argentina con caídas del PBI de al menos 10 por ciento durante el 2020 y la mitad de su población en la pobreza, nada más estratégico y significativo que a quién le compro vacunas.

El foco pasó a estar
El foco pasó a estar exclusivamente en las vacunas rusas y chinas (REUTERS/Shamil Zhumatov/File Photo)

Más allá de relatos y juegos para la tribuna, cuando todo parecía encaminarse a una lluvia de vacunas de todos los orígenes, el panorama cambió sustancialmente. Nos enteramos que por motivos no explicitados por Argentina, pero que quizás el poder político y judicial americano lo sepa o vaya a saber, las millones de dosis estadounidenses no llegarían. Las británicas, con suerte arribarían 6 meses más tarde de lo planeado. El foco pasó a estar exclusivamente en las vacunas rusas y chinas, las cuales también irían llegando a ritmos muchas veces no compatibles con la necesidad de anticipar el impacto frontal de la segunda ola. Todo ello combinando con referencias desde el oficialismo sobre la fortuna que tenía el país de contar con ese flujo de medicamentos desde estos dos países. El más claro en ese sentido fueron los dichos de la vicepresidente el 24 de marzo o más recientemente a fines de mayo, cuando el Presidente en pleno anuncio de un regreso a la fase 1 puso su mano en el corazón para agradecer a Beijing y Moscú.

Podemos ver a todo esto como la base o núcleo del pastel de la no equidistancia. La cobertura y las frutillas decorativas fueron las sucesivas defensas del régimen venezolano; el voto contrario Israel frente al ataque con 3.000 cohetes por parte del grupo Hamas, respaldado por Irán; la cancelación de la visita de un barco de la fuerza de guardacostas de los EEUU;, la cuasi suspensión de la llegada al país del Jefe del Comando Sur del Pentágono; las críticas al gobierno colombiano, o sea al principal aliado militar de Washington en la region; etc. Por lo bajo, la explicación de algunos desde adentro y por afuera de la coalición gobernante es que son gestos simbólicos para dejar contentos a los sectores burgueses de izquierda más activos y militantes frente al la penuria económica, la alta inflación, la caída del consumo de carne y leche, la pérdida del poder adquisitivo de salarios y jubilaciones, etc. Desde ya ser ásperos con los EEUU y mostrarse dóciles con sus rivales no son temas prioritarios para la amplísima población del conurbano bonaerense en general y de la tercera sección electoral en particular. En otras palabras, quizás sea el momento de liberar a la política exterior de un país quebrado en lo económico y social como es el nuestro, de ser la campana de resonancia para alegrar a las minorías intensas antes mencionadas, que en muchos casos ni son peronistas o peronistas de Perón. Ellos no son importantes en términos electorales y sus disquisiciones y elucubraciones de híperpolitizados no tienen la mínima relevancia para el 90 por ciento o quizás más de los agotados habitantes del país.

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