No se trata del realismo mágico del Boom literario latinoamericano de García Márquez o Vargas Llosa. Es el realismo trágico de un kirchnerismo que siempre se coloca del lado de los delincuentes.
No importa qué tipo de malandra sea, pero por varios motivos, Cristina y sus fanáticos, siempre apoyan a los victimarios y ni se apiadan de las víctimas.
Puede ser del lado de dictadores feroces como Nicolás Maduro, o de terroristas como el grupo Hamas o de corruptos de estado como Amado Boudou o patoteros mafiosos y extorsionadores como el Pata Medina.
Ese realismo trágico, insólitamente, absolvió al Pata Medina en un delito que el mismo había confesado y del que se había declarado culpable. Así como lo escucha.
El confesó. Soy culpable, dijo. Y la justicia lo absolvió. Hay letra chica, chicanas leguleyas y excusas de biblioteca, pero lo cierto es que semejante delincuente fue sobreseído por la Cámara de Casación de Buenos Aires. Así como lo escucha, repito.
La indignación es gigante. Es una señal humillante y provocadora para millones de argentinos que se levantan todos los días trabajar con esfuerzo y honradez, de sol a sol, a pagar impuestos y respetar las leyes.
Esa es la última información. Pero eso no es todo. Hace poco más de tres meses, el juez federal de La Plata, Alejandro Esmoris, dejó en libertad a Juan Pablo Medina, “El Pata”, que hoy circula por las calles como si fuera una persona honrada.
Todavía tengo el estómago revuelto de asco al ver el video en el que el Pata celebra su excarcelación con los dedos en “ve” con ambas manos y cantando que “soy argentino, soy peronista y quiero vivir mejor”.
Todavía no puedo creer que el juez, en sus fundamentos, haya dicho que el Pata no tiene antecedentes penales y que no iba a entorpecer el juicio que se le sigue sustanciando.
¿En qué planeta vive el juez? ¿En qué frasco se hospeda el magistrado? ¿Sabe quién es el Pata Medina? ¿Sabe qué clase de patotero violento y extorsionador es? ¿No lee los diarios?
Es lo mismo que decirle a los delincuentes que todo vale. Que no hay juicio, castigo ni condena para los que violan las leyes. Es impunidad para todos, la utopía de los Zaffaronis de la vida.
Hay un mafioso sindical más caminando por la calle. La democracia, la paz social y la ética han perdido una batalla porque Juan Pablo Medina, “El Pata”, está libre y casi sin problemas a la vista. La valiente fiscal Silvia Cavallo, en su momento, lo acusó de extorsión, lavado de dinero y asociación ilícita.
Estamos frente a una verdadera organización criminal cuyo jefe es el Pata Medina. Cuenta con un ejército de barrabravas disfrazados de trabajadores que andan armados, muchas veces borrachos e incluso drogados. Son pesados de verdad. Nadie se le atrevía al Pata.
Todos le tenían miedo y a lo sumo, otros intendentes y gobernadores del peronismo negociaban, pactaban o entraban en complicidad con él. Medina se sentía tan todo poderoso que se atrincheró en su gremio dispuesto a resistir la orden de detención de la justicia.
Llamó a sus muchachos, los agitó para que estén bien descontrolados y los abasteció de facas, bombas molotov, piedras y unos cables de acero, que se utilizaron para atar postes de la luz y árboles y armar un cerco alrededor del edificio del gremio de la UOCRA de La Plata.
Cuando llegaron 43 camiones con 400 integrantes de la Policía Federal, Gendarmería y Prefectura, el Pata lo pensó mejor, escapó por atrás de la sede del sindicato y por unas horas, no se supo su paradero. A la noche se entregó cuando las fuerzas del orden habían rodeado su casa de Punta Lara.
Medina estuvo históricamente enfrentado con Gerardo Martínez, el líder nacional de los albañiles y con los camioneros. Pero nadie olvidará jamás aquellas imágenes de terror con el chofer de Moyano, Madonna Quiróz, disparando su arma en medio de una batalla campal cuando se trasladaron los restos de Perón a la histórica quinta de San Vicente. No hubo muertos de milagro.
Medina siempre militó dentro del peronismo y tuvo roces con todos. Pero en la última campaña apoyó la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner. Hay videos de actos que comparte con Daniel Scioli y fotos con Carlos Kunkel.
Medina bancaba su aparato con delitos de todo tipo. Desde la tradicional coima que les cobraba a los empresarios de la construcción para no hacerles la vida imposible, hasta la extorsión a la que los sometía obligándolos a contratar empresas de catering y transporte que eran de testaferros del Pata.
Ese dinero negro recaudado era lavado en otras actividades. Aquí la lupa de la justicia está puesta sobre la empresa Abril Catering, que además de proveer comida a los albañiles cambiaba cheques en efectivo y en una actividad totalmente ilegal.
La organización de comidas y mordidas tiene 40 autos de alta gama, camiones utilitarios, un avión y un barco. Todos dicen que los que figuran como dueños son testaferros de Medina.
Por eso Medina se llena la boca hablando de Perón, Evita y Cristina y de la defensa de los trabajadores pero él tiene un nivel de vida imposible de explicar. Muchos quieren saber que mercaderías traficaba en el avión de Abril.
Estuvo detenido en el penal de Ezeiza, bajo el mismo techo que otros mafiosos kirchneristas pero de guante blanco. Hablo de Lázaro Báez, Ricardo Jaime, José López, el general Milani, el Mono Minicelli, el contador Víctor Manzanares y siguen las firmas.
El Pata Medina se sentía tan impune e intocable que amenazó con incendiar la provincia si la Gendarmería cumplía con la orden de detención del juez Luis Armella.
Por eso, el fiscal Guillermo Marijuan lo denunció por el delito de intimidación pública. Y el juez que lo liberó dijo que su comportamiento es ejemplar y que no parece que vaya a querer entorpecer el juicio. Parece un chiste de humor negro.
Hizo confusas declaraciones respecto a que no quería que se produjeran más casos como el de Santiago Maldonado y se proclamó un perseguido político del presidente Mauricio Macri.
El ex jefe del estado solamente dijo que “no hay lugar para comportamientos mafiosos de los que creen que tienen derechos especiales”.
Parece mentira que estos malandras millonarios que representan a trabajadores pobres quieran victimizarse como presos políticos. Representan lo peor de la corporación sindical que por supuesto tiene otros dirigentes que son honrados y democráticos.
Pero Medina es el emblema de la patota sindical y de la corrupción. Es la pata de la sota de los negociados y la intimidación permanente a los que quieren trabajar en paz.
Para construir un departamento chico, una ruta o un hotel había que pedirle permiso a Medina y dejar la coima correspondiente. Por eso el metro cuadrado en La Plata y la zona era un 40% más caro.
El Pata ya estuvo preso durante varios años por delitos similares. Y el juez dijo que no tienen antecedentes penales. Una vez amenazó con hacer estallar la destilería de YPF en Ensenada.
Durante un tiempo, eligió como abogado a un personaje nefasto llamado Víctor Hortel. ¿Se acuerda? Fue el jefe del Servicio Penitenciario Nacional y líder de Vatayón Militante, esa agrupación de presos que eran sacados de sus celdas para que participaran de actos kirchneristas vendidos como eventos culturales.
Hace menos de un mes fue con un centenar de muchachos al acto que Cristina y Alberto hicieron en Ensenada. ¿Se acuerda? Cuando el intendente Mario Secco citó a Galtieri y Alberto dijo que esa la foto de la unidad. Al Pata no lo dejaron entrar.
Corearon insultos pero no lograron su objetivo de entregarle una carta a “la jefa”, es decir a Cristina. Esta militancia del apriete, de la intimidación pública y del vamos por todo es parte de la herencia maldita que dejaron los K. Son conceptos antidemocráticos y reñidos con la ley.
* Editorial de Alfredo Leuco del 1 de junio en “Le doy mi palabra”, radio Mitre
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