Días atrás, durante el debate por la ley del Ministerio Público Fiscal que culminó con dictamen favorable de comisión, se desnudó lo peor de este Gobierno y de las intenciones de Cristina Fernández de Kirchner.
Las exposiciones de los que apoyan el proyecto estuvieron plagadas de falta de rigor técnico y profundidad profesional del tema. No se le pidió opinión al Ministerio Público, como marca la propia ley. Tampoco se consultó formalmente al candidato del Presidente, el Juez Rafecas, quién volvió a insistir a través de sus redes que no aceptará el cargo de Procurador General si modifican la ley actual.
Los discursos de los diputados del oficialismo estuvieron tan lejos de la realidad de la gente que lastima. Los argentinos estamos sufriendo por la muerte de familiares y amigos -ya suman más de 75 mil los fallecidos-, por la incertidumbre ante la falta de vacunas -menos del 5% de la población tiene aplicadas las dos dosis- y el aumento desmedido de casos que inundan las terapias intensivas, son más de 6 mil las personas internadas. Hay muchos argentinos pasando hambre por la falta de trabajo y la inflación que no se detiene. Ante las nuevas medidas restrictivas dictadas por un DNU, que la Corte ya lo tildó de inconstitucional y que no estuvieron acompañadas de medidas de alivio fiscal, los subsidios no son la solución sino solo una limosna para esclavizar al 45% de los argentinos que están en la pobreza y al 72% de los niños pobres que viven en la provincia de Buenos Aires.
Frente a esta realidad angustiante, se expuso en el Congreso de una manera obscena por qué estamos tan mal como país. Porque hay una casta obsesionada por construir poder, que tiene en su interior una mafia que se enriquece y que en 2015 no logró pactar su impunidad con el Gobierno entrante como creyeron.
Una casta que se vale de las necesidades del interior (repartiendo dádivas), de las necesidades de la gente (repartiendo dádivas) y de los oportunistas de turno, para seguir empobreciendo al país desde lo moral y lo económico.
La ley recibió más de 30 modificaciones para tratar de sumar voluntades. Sin embargo, no modificó las cuestiones centrales que le permitirían al oficialismo controlar a su gusto y piacere a los fiscales, es decir, a aquellos que en el sistema acusatorio que estamos implementando en todo el país, son los llamados a decidir qué causas se investigan y qué denuncias se desestiman.
Sin embargo, haciendo un balance de lo ocurrido en el Congreso, los ciudadanos debemos recuperar la esperanza porque quedó bien en evidencia que hay capacidad, honestidad y fuerza en los que se opusieron a este proyecto y a los embates contra el Procurador Casal que se vienen realizando desde hace más de un año.
Ese esfuerzo de la oposición y de la ciudadanía consciente. Esa resistencia unida y pacífica que se viene gestando nos debe dar esperanza. Desde todos los sectores de la ciudadanía debemos hacer oír nuestra voz firme. La oposición también debe unirse y hacer lo que esta semana demostró que es capaz de lograr.
Si queremos recuperar ese país de la igualdad de oportunidades, si queremos recuperar la cultura del trabajo, si queremos una Argentina donde la movilidad social no sea solo de los políticos inescrupulosos de turno, necesitamos hacernos oír. ¡A no bajar los brazos!
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