Inflación, expectativas y la actitud de Barenboim

El aumento promedio de los precios en el primer cuatrimestre fue de 18%, y camina a un ritmo de 62% en un año. En el Gobierno muestran desorientación con medidas aisladas

El consumidor selecciona cada producto, y en especial observa los precios, antes de comprar (EFE)

La confusión manifiesta del Gobierno disponiendo medidas aisladas, en un intento de mostrar una política de precios, difícilmente logre el objetivo de estabilidad. La inflación realmente es un tema complejo, pero no por ello inexplicable.

Todavía recuerdo a Daniel Barenboim dirigiendo la Filarmónica de Berlín en el Waldbühne de esa ciudad. Ahí estaba parado con el gesto adusto, casi inmutable, con los brazos bajo y quietos, apenas enganchados al frente. Sin embargo, la orquesta tocaba a la perfección, sincronizadamente, guiados por algo que no se percibía. Claro, era la experimentada y mítica filarmónica tocando el Bolero de Ravel, un verdadero ostinato porque la orquesta repite, ostinadamente, sin perturbaciones, el ritmo y la melodía.

La confusión manifiesta del Gobierno disponiendo medidas aisladas, en un intento de mostrar una política de precios, difícilmente logre el objetivo de estabilidad

Era muy distinto al Barenboim que suele dirigir a la West-Eastern Divan Orchestra para una puesta de, por ejemplo, alguna sinfonía de Gustav Mahler. Allí se lo puede ver mucho más corpóreo, gesticulando, corrigiendo. Una orquesta de jóvenes talentos para tocar complejidades requiere otro tipo de conducción.

Suele decirse, si nadie se ofende, que un banquero central es como un director de orquesta. Tiene que coordinar la evolución de los precios de bienes y servicios de mucha gente, haciendo uso de la política monetaria y cambiaria, para sostener el valor del peso.

Un banquero central es como un director de orquesta. Tiene que coordinar la evolución de los precios de bienes y servicios de mucha gente, haciendo uso de la política monetaria y cambiaria, para sostener el valor del peso (Reuters)

A veces es fácil lograrlo, sobre todo cuando ya todos anticipan sus movimientos luego de haber transitado un largo proceso de aprendizaje interactivo y colectivo; en esos casos, su sola presencia y reputación coordinan conductas, como en esos experimentos pavlovianos con animales, en donde la repetición reiterada de los ensayos evita la necesidad de la descarga eléctrica para que los mismos reaccionen, sólo un mínimo movimiento anticipatorio. Como Barenboim en Berlín.

Pero muchas veces no resulta tan sencilla esa coordinación; se requiere al Barenboim de la orquesta joven para una obra compleja. Otras veces, el rigor adicional de una economía menguada, incluso una recesión. La inflación se reduce por las buenas o por las malas, o un híbrido entre ambas.

Receta básica para la estabilización

¿Cómo hacerlo por las buenas? ¿Existe esa posibilidad en Argentina? Pareciera que acá no alcanza con un único director: hay un nivel de descoordinación de expectativas tal que se requiere mayor orientación. Así, podríamos aventurar estas condiciones para desinflar gradualmente tal cual lo hicieran otros países:

Hay un nivel de descoordinación de expectativas tal que se requiere mayor orientación

1. Evitar saltos en el tipo de cambio, para lo cual previamente deben evitarse situaciones de atraso de la relación entre el peso y el dólar, por la erosión de la inflación. Lo mismo ocurre con las tarifas reguladas.

2. Con un dólar en línea con un superávit externo, los aumentos salariales deberían simplemente acompañar la inflación, ponderando el crecimiento de la productividad laboral.

3. Evitar una economía sobrecalentada.

4. Condiciones de previsibilidad tales que eviten que el comportamiento colectivo sea de aumentar precios en lugar de incrementar la oferta productiva.

Anuncios de metas inflacionarias, valor del dólar y de gasto público ayudan, lo mismo que la percepción de una dinámica de deuda pública sostenible. Pero todo dentro de un marco en donde el conjunto camina con confianza el sendero que le es alumbrado (Reuters)

En ese marco, anuncios de metas inflacionarias, valor del dólar y de gasto público ayudan, lo mismo que la percepción de una dinámica de deuda pública sostenible. Pero todo dentro de un marco en donde el conjunto camina con confianza el sendero que le es alumbrado.

En la gestión de Cambiemos, el afán por desinflar rápido atentó contra la condición 1; y luego hubo dudas respecto de la dinámica de la deuda. Federico Sturzenegger pensó que era Daniel Barenboim tocando un ostinato con la filarmónica de Berlín: el cambio de gestión iba a coordinar aceitadamente expectativas inflacionarias, mediante anuncios diversos y un cambio evidente de perfil, luego de heredar una gestión macroeconómica realmente desquiciada. La inflación se redujo en el 2017 pero en ello colaboró la fuerte apreciación cambiaria (defecto de intervención cambiaria, exceso de esterilización de pesos), que a la larga (a la corta, más bien) terminó en crisis. Con lo cual, el efecto reputacional para desinflar fue parcial y efímero.

Hoy el valor del dólar oficial es un debate abierto porque diversos factores indican que tal vez se requiera un nivel más alto que lo que la historia sugiere

Hoy el valor del dólar oficial es un debate abierto porque diversos factores indican que tal vez se requiera un nivel más alto que sugiere, para poder despabilar a la inversión. Así, haber anunciado un “ancla cambiaria” para 2021 podría resultar riesgoso.

El déficit fiscal y la emisión para enfrentar la pandemia, al funcionar sólo como paliativos que no sobrecalientan, no deberían atentar, por sí mismos, contra la necesaria desinflación. En política monetaria, importan mucho más las expectativas sobre cómo será conducida en el futuro que la foto de las condiciones del último mes. Emisión y déficit fiscal grande fueronla norma reciente en muchos países, y en ninguno se dispararon los precios.

El problema lo veo en la condición 4, que hoy claramente no se cumple por una innumerable cantidad de cuestiones que van desde la dinámica fiscal futura y la presión impositiva, hasta el funcionamiento de regulaciones e instituciones. No hay un sendero claro (y consensuado) de hacia dónde vamos, y sin ese soporte de “previsibilidad conducente” cualquier aumento de demanda se traslada a precios, y cualquier expansión monetaria presiona sobre el dólar.

No hay un sendero claro (y consensuado) de hacia dónde vamos, y sin ese soporte de “previsibilidad conducente” cualquier aumento de demanda se traslada a precios, y cualquier expansión monetaria presiona sobre el dólar (Presidencia)

Hay anuncios de pautas de inflación y dólar para 2021, pero quedan desdibujados después de una serie de traspiés. Y mucho menos se planifican los temas de fondo. Cuando el coordinador deviene en acertijo, los pesos queman.

Así, hoy lo más útil es concentrarse en señales (surgidas no sólo del Banco Central) para que los pesos no quemen y para que la incipiente demanda de bienes empuje su oferta. Como ese régimen se conformará gradualmente, se deberán respetar, en el mientras tanto, los otros tres puntos de arriba. Cuanto mejor se haga esa tarea de orquestación, mayor margen tendrá la emisión monetaria compensadora del desastre epidemiológico.

Entre forcejeos sin cuartel y cambios reiterados de partituras, la orquesta no sabe qué tocar

Y llegamos nada menos que a otra orquesta, en donde la Pantera Rosa le disputa a otro el rol de director, con la intención de que se toque su tema, compuesto por Mancini, en lugar de la sinfonía prevista originalmente. Entre forcejeos sin cuartel y cambios reiterados de partituras, la orquesta no sabe qué tocar. La pantera termina imponiendo su tema (su sendero), pero el público ya se había escapado de la sala. Ojalá esta escena no sea metáfora de nuestro futuro luego de disputas interminables.

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