El gobierno nacional determinó la suspensión de las exportaciones de carne por 30 días, según las propias palabras oficiales, “como consecuencia del aumento sostenido del precio de la carne vacuna en el mercado interno”. Además, también se podría agregar una resolución para que en el mercado de hacienda de Liniers solamente puedan comprar carne para exportar los frigoríficos agrupados en el consorcio ABC. Con esta nueva medida adicional, las autoridades pretenden combatir la subfacturación y evasión en las ventas al exterior.
En este escenario es muy importante analizar qué son en esencia estas dos medidas. La segunda medida es una violación de los derechos naturales más básicos, ya que pone a diferentes operadores del mercado cárnico en desigualdad frente a la ley. O sea, el burócrata le levanta el dedo, o le baja el pulgar, con su propia discrecionalidad, a quien él deja comprar y exportar, y a quien su subjetividad decide impedírselo. Una falta de ética contra las ideas de la libertad y de aquí, malos resultados en términos económicos asegurados. La historia argentina, bajo tanto gobiernos progresistas como gobiernos conservadores, está plagada de estas relaciones entre burócratas estatales y algunos empresarios amigos. Siempre sólo benefició a ellos, nunca a la gente de a pie, es decir; al mercado. Algo no muy diferente sucede con la primera media, la prohibición de exportaciones.
Recién después de entender qué es en esencia esta suspensión de las exportaciones, se puede comprender cabalmente cuales son las verdaderas consecuencias de esta medida de política económica gubernamental. Lo utilitarista y los numeritos siempre van por detrás de los filosófico. Si la casta política antepusiera la filosofía y filosofía política a sus decisiones, habría mucho menos políticas públicas y producirían mucho menos daño.
La prohibición de exportar carne es una intervención estatal que viola los derechos naturales del ser humano, ya que viola el derecho del productor a disfrutar en libertad del producido de su propiedad privada y de su esfuerzo
Primero y, antes que nada, es muy importante entender qué es está suspensión de las exportaciones. Luego, recién después de entender qué es en realidad y “de fondo” esta suspensión de las exportaciones de carne se puede comprender cuales son las verdaderas consecuencias de esta medida de política económica gubernamental.
Ningún analista económico lo dice, la prohibición de exportar carne es una intervención estatal que viola los derechos naturales del ser humano, ya que viola el derecho del productor a disfrutar en libertad del producido de su propiedad privada y de su esfuerzo cuando no hiere la propiedad privada ningún tercero. En otras palabras, la prohibición de exportar carne cercena la libertad del productor de producir y comerciar con el tercero que elija, atentando contra su propiedad privada y el libre usufructo y disfruto de ella por parte del productor.
Cómo toda intervención estatal que hiere la propiedad privada y atenta contra la ética de producir y comercializar en libertad, la prohibición de exportar carne no sólo tendrá consecuencias negativas en materia de utilidad para el productor, sino que conducirá a grandes pérdidas de utilidad para toda la sociedad. A la larga, cualquiera y toda agresión contra la propiedad privada termina indefectiblemente dando lugar a menos inversión, acumulación de capital, menor producción y más reducida oferta de carne, con lo cual terminará siendo menos cantidad de vacas y mayor precio de la carne, por consiguiente, menos consumo de kilos de carne; en definitiva, menos utilidad general y prosperidad en la sociedad. Particularmente en el sector, también implicará menos puestos de trabajo y peores salarios.
Además, tampoco nadie se podría sorprender si la suspensión durara más de los treinta días anunciados. En este sentido, la teoría es muy clara. A diferencia de las decisiones de libre mercado en el cual sí hay mecanismos rápidos de evaluación y de corrección ante caídas de la utilidad, la intervención estatal no posee esquemas inmediatos de evaluación y corrección; y, en consecuencia, la caída de utilidad no sólo se perpetúa, sino que crece. De hecho, si la medida es revertida, lo más probable es que sea así porque al gobierno “no le conviene políticamente”; y no porque “los burócratas se hayan dado cuenta que no es buena económicamente”.
Según la clasificación de Murray Rothbard, la prohibición de exportar carne es una intervención triangular del Estado. Las intervenciones triangulares son las que tienen lugar cuando el Estado obliga o prohíbe un intercambio entre par de sujetos, o puede obligar a hacerlo a determinado precio, en determinadas cantidades y bajo determinadas normas de calidad. En este contexto, vale la pena citar varios ejemplos de intervenciones triangulares que puede realizar el Estado como: precios máximos (control de precios); precios mínimos (control de precios); control de Tipo de Cambio, control de Tasa de Interés (ley anti-usura); control sobre el Producto; prohibición de producto; concesión de privilegios monopolísticos; estándares de “calidad” y “seguridad”; aranceles; salario mínimo y sindicalización obligatoria, subsidio al desempleo; ley de alquileres, etc. Cómo puede apreciarse a partir del listado anterior, todo el sector privado en general se ha acostumbrado a enfrentar intervenciones estatales triangulares crecientes durante las últimas décadas en Argentina.
El primer problema que tienen las intervenciones triangulares es que mientras muy pocos (siempre los burócratas entre ellos) se benefician con ellas, siempre muchos pierden utilidad frente a ellas, reduciéndose la utilidad global de toda la sociedad. El segundo problema que presentan es que siempre se implantan con un mentiroso propósito como puede ser “impedir la inflación”, mientras el gobierno continúa inflando la oferta de dinero y generando más inflación, pero para peor la intervención estatal termina potenciando en realidad los problemas, ya que genera menor producción, mayor escasez, y/o da lugar a mercados negros y/o productos más caros por prima de riesgo, generando también una mayor caída de utilidad a toda la sociedad.
Por ejemplo, los precios máximos, ahora llamados “Precios Cuidados” (los burócratas siempre disfrazan las cosas y mienten), se implantan siempre para «controla la inflación». Sin embargo, la consecuencia principal de un precio máximo es siempre, por un lado, la cola para adquirir bienes que no son suficientes y, por el otro, un mercado negro ilegal en el cual consumidores buscan desesperadamente llegar al punto de equilibrio marcado por el mercado con producto más caro por prima de riesgo. Resultado final: se termina logrando la escasez como efecto final y se evita que muchos consumidores accedan al bien y satisfagan sus necesidades; menor utilidad.
Esta intervención triangular del gobierno de Alberto Fernández es pan cortoplacista y hambre en el mediano y largo plazo
Otro ejemplo, el gobierno establece un control del tipo de cambio. El Estado establece un precio mínimo para el Peso y un precio máximo para el dólar. El Peso pasa a estar sobrevalorado y el dólar pasa a estar subvalorado. La gente corre a sacarse los Pesos de encima que están artificialmente sobrevalorados e intenta cambiarlos denodadamente por dólares al oficial que es barato. El dinero sobrevalorado por el Estado (peso) pondrá al dinero infravalorado por el Estado (dólar) fuera de circulación. Aparece la escasez de dólares. Surge un mercado paralelo en el cual el dólar sube, pero aumenta su demanda. Este exceso de demanda de dólares se transforma en exceso de oferta en todos los restantes sectores de la economía, afectando muy negativamente todos los sectores de la economía real, particularmente la inversión, la acumulación de capital, la producción y el mercado laboral. Si en este contexto el Central emite, se termina en estanflación. Los salarios caen en términos reales y la pobreza e indigencia aumentan. La utilidad de toda la sociedad se desploma.
Último ejemplo, control de la tasa de interés. La ley anti-usura y de tasa de interés subsidiada y artificialmente baja se “vende” como una “ayuda” al prestatario más riesgoso, que es a quien se “fuerza” a pagar altos tipos de interés para compensar el riesgo adicional, pero en realidad disminuye el ahorro disponible para crédito e inversión, generando escasez de crédito. Los más perjudicados son justamente a los cuales la ley supuestamente apuntaba a ayudar: los prestatarios más riesgosos pierden.
Puntualmente, esta intervención triangular del gobierno de Alberto Fernández es pan cortoplacista y hambre en el mediano y largo plazo. En la película es aumento de la oferta de carne local en el corto plazo (horizonte electoral), con lo cual bajará el precio del gordo, del ternero y los vientres. Los criadores, que son los que producen animales que luego se engordan hasta su transformación en novillos, vacas y vaquillonas muy probablemente comenzarán a liquidar hembras no preñadas o vacas de mayor edad. Esta liquidación de oferta, que no es otra cosa que destrucción de capital a expensas de menor producción futura, hará crecer circunstancialmente la oferta en el corto plazo. De hecho, de acuerdo con datos del Ministerio de agricultura, las anteriores trabas a las exportaciones de carne generaron una liquidación de hembras que produjo que relación terneros / vacas del período anterior subiera de 51,8% (2010) a 64,5% (2012); 63,5% (2013) y 63,4% (2014). Del otro lado, las exportaciones de miles de toneladas de res con hueso cayeron de 638 (2009) a 302 (2010); 244 (2011); 179 (2012); 202 (2013) y 212 (2014). Paralelamente, el consumo doméstico pasó de ser el 84,4% (2010) de la producción a representar el 89,8% (2011); 92,0% (2012); 93,2% y 94,5% (2014) de una producción que caía. Ahora bien, el consumo de kilos de carne por salario mínimo, vital y móvil no mejoró, sino todo lo contrario. Mientras que diciembre 2011 compraba 70 kilogramos de carne, hacia finales de 2014 esa cifra eran 57 kilos. No sorprende, ya que este tipo de medidas que atentan contra la propiedad privada y el derecho natural destruyen la prosperidad a lo largo y a lo ancho de toda la economía.
De mantenerse en el tiempo la actual prohibición de exportación, esta medida de Fernández significará una destrucción del stock de capital en la ganadería
Yendo a lo que le interesa al gobierno, este aumento de la oferta en el corto plazo no alcanzará para que bajen los precios de la carne en forma sostenida en el actual contexto macroeconómico, aunque sí puede colaborar para que los precios de la carne dejen de subir al ritmo que lo venían haciendo en el horizonte temporal cercano. No obstante, este efecto cortoplacista será siempre a expensas de una mayor aceleración de precios a futuro en el mediano y largo plazo, que terminará indefectiblemente más que compensando la dinámica del movimiento de precios más cercana en el tiempo. O sea, la medida no baja precio en el corto plazo, pero sí suaviza su; aunque en la película de mediano y largo plazo los terminará haciendo subir todavía más. En otras palabras, mirando la película completa, la prohibición de exportar de AF tendrá encarecerá más a la carne a lo largo de toda la película. Es fácil de ver, un poco más adelante en el tiempo, cuando la oferta se estabilice luego de que el proceso de liquidación de hembras se haya terminado, los precios volverán a calentarse más. Sin embargo, y mucho más importante, en la película de más largo plazo, la liquidación de hembras productoras de terneros implica una destrucción de capital, un consumo del stock de vacas, ergo; menor producción neta de carne futura. Menos oferta estructural de carne. Carne más cara.
En otras palabras, de mantenerse en el tiempo la actual prohibición de exportación, esta medida de Fernández significará una destrucción del stock de capital en la ganadería, con lo cual implicará menos producción de vacas y menor cantidad de carne vacuna futura, lo cual implicará mayores precios en términos de salarios e ingresos familiares. La gente podrá comprar menos kilos de carne con el futo de su esfuerzo y trabajo. Habrá menos consumo de kilos de carne por habitante. Si a este fenómeno se le agrega el aumento demográfico de una población, que crece al +1,1% anual, el problema se potencia. La pérdida de utilidad y prosperidad de toda la sociedad será importante y no tardará en manifestarse. Te dijeron que te venían a llenar la heladera y te mintieron, vinieron a vaciarte la panza.