¿Deshonestidad intelectual o desconocimiento?

Tras la depresión de la actividad entre marzo y junio 2020, la comparación de los datos sectoriales y macroeconómicos lleva a percepciones diferentes si se hace respecto del año previo o del mes anterior

Los datos oficiales de marzo confirman el repunte que la actividad de la construcción registra desde diciembre último, tras un año en el que el sector sufrió un severo derrumbe por la pandemia de la covid-19. EFE/Juan Ignacio Roncoroni/Archivo

“La construcción acumula cinco meses consecutivos de crecimiento”. “El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) acumula un incremento de 42,4% interanual en el primer trimestre del año”. “La construcción creció 97,6% en marzo 2021”. “La construcción casi se duplicó en marzo. Esta cifra dice mucho. Es una muestra bien clara de la prioridad que marcó el Gobierno, impulsando un sector tan estratégico y multiplicador, que dinamiza la producción y crea trabajo en todo el país”. “Demuestra, además, que la recuperación no es casualidad. Hay un Estado presente que motoriza, acompaña y alienta la producción y el trabajo, con una apuesta fuerte este año en infraestructura y vivienda, donde duplicamos la inversión”.

Estas son algunas de las frases que se pudieron leer hace unos días con respecto al desempeño mostrado por el sector de la construcción durante el último mes, dato publicado por el Indec. Esto no reflejaría ningún problema si tales frases viniesen de un ciudadano de a pie. Sin embargo, provienen tanto de la cuenta de Twitter del propio Ministerio de Economía de la Nación, como de las cuentas de funcionarios con alto rango dentro del propio Ministerio. Incluso estas frases fueron retuiteadas por varios economistas.

¿Cuál es el problema? ¿Acaso no son esos los números que reflejan la dinámica del sector durante el tercer mes del año 2021? Así es, los datos son los que son, reflejan tal dinámica y no debería suponer ningún cuestionamiento. Pero la cuestión radica en la comparación de los datos y en el uso político que se hace de un fenómeno meramente estadístico. Explico, en el actual escenario de pandemia no debería compararse la evolución del ISAC, ni la de ningún otro indicador, en términos interanuales, ni en marzo, ni en el resto de la mayor parte del año.

La cuestión radica en la comparación de los datos y en el uso político que se hace de un fenómeno meramente estadístico

Es que la comparación no es válida, en particular en el caso de marzo porque el año anterior se trató de un mes en donde sólo hubo 13 días hábiles de actividad sobre 22 posibles, porque entonces el Presidente había decretado la cuarentena, con aislamiento social, preventivo y obligatorio a partir del 20 de marzo.

Y, además, el confinamiento estricto se extendió durante todo abril, y desde mayo únicamente algunas jurisdicciones comenzaron a flexibilizar la cuarentena.

La recaudación de la AFIP aumentó en abril más del 100%, menos de la mitad por el aumento de los impuestos y la inflación, y la mayor parte por la muy baja base de comparación

De ahí que toda comparación de indicadores, sectoriales o macroeconómicos, en términos interanuales con respecto al año anterior será positiva y en muchos casos con tasas muy elevadas, de hasta tres dígitos, como acusó la recaudación de la AFIP en abril.

Por otra parte, ninguna de las frases mencionadas hace referencia a la evolución mensual del indicador, el cual en el caso de la construcción del Indec lleva dos meses consecutivos de caídas, 3,7% en febrero y 0,5% en marzo, en la medición desestacionalizada. Entonces, ¿se trata de deshonestidad intelectual o de desconocimiento?

Distorsión de la realidad

Aunque no tengo la respuesta a este dilema, cualquiera de las dos posibilidades son igualmente malas. Si se trata de deshonestidad intelectual, detrás de esas frases hay una intención de tergiversar la realidad, una intención de adaptarla con el fin de mostrar algo que no es tal, como que existe un plan económico y, sobre todo, un rol importante del Estado presente.

Pero en realidad, la variación fuertemente positiva de este y otros indicadores surge por la incorrecta comparación con un mes atípico, afectado por el inicio de la crisis sanitaria. Una variación que no debería tomarse como referencia y mucho menos hacer política con ella.

La variación fuertemente positiva de este y otros indicadores surge por la incorrecta comparación con un mes atípico, afectado por el inicio de la crisis sanitaria

Sin embargo, podría tratarse de desconocimiento. Por cuestiones estadísticas, no deberían hacerse comparaciones interanuales, ni de este ni de ningún otro indicador, en el período de referencia, dado que marzo fue un mes, atípico. Más representativo es destacar la variación mensual desestacionalizada de los indicadores para tener un panorama certero sobre la dinámica del sector, y el ritmo de real de mejora, o de desaceleración de la recesión.

SEGUIR LEYENDO: