La soledad, la angustia ante el desafío de la pandemia, la esperanza y la moralidad son algunos de los temas que el periodista y filósofo Miguel Wiñazki aborda en su nuevo libro La posnormalidad (Sudamericana).
En una charla profunda con Infobae, el ensayista analizó la coyuntura política y opinó sobre el escándalo del vacunatorio VIP. “El caso de Zannini es muy significativo porque evidencia que se está utilizando el poder para desobedecer los más elementales mandamientos morales”.
“Alberto Fernández es la sombra de Cristina Fernández. Él actúa tutelado por ella cada vez más. Y lo demás, ciertos sesgos de independencia, la verdad que parecieran ser retóricos, o de resistencia”, aseguró.
— Nos vemos en casas propias, separados, en medio de biblioteca. Es un signo de los tiempos esto, ¿no?
— Definitivamente, sí. Conectados. Pero bueno, de este modo. Me gusta tu biblioteca, yo la mía la tengo en otro espacio, pero me hubiera gustado que la veas. Ya la verás algún día.
— Claro que sí. ¿Esto es un signo de la posnormalidad, lo que nos está pasando en este momento?
— Sí, exactamente. Porque esta anormalidad va a cambiar, está cambiando, estamos viendo una metamorfosis, y ya estamos incubando y está apareciendo esta posnormalidad. Que es esto por ejemplo, estamos comunicados pero mediados por las pantallas. Y lo mismo ocurre en todos los ámbitos. La educación, el trabajo, la vida cotidiana.
— Me gusta porque tu libro tiene una mirada filosófica que yo creo que en estos tiempos es imprescindible empezar a dar. Los existencialistas, de los que yo me confieso fanático, decían que uno estaba arrojado a la vida sin ningún tipo de pedido y que a partir de ahí había que construir un sentido de la vida. ¿Qué sentido de la vida se puede construir en medio del coronavirus?
— Efectivamente, vivimos o estamos arrojados en el mundo y de pronto nos toca este mundo. Con una entidad invisible que nos acecha y que nos mata. Lo cual es un gran dolor. Entonces a pesar de todo lo que yo sostengo, pero también basándome como vos en buena medida en filósofos existencialistas, es que a pesar de todo hay esperanza. Que no hay otra posibilidad que la esperanza. El apocalipsis ocurrió muchas veces a lo largo de la historia pero el mundo siguió andando. Hubo fin del mundo en otras oportunidades, la Gran Guerra, la Segunda Guerra, otras pestes, la gripe española, lo que quieras, pero la esperanza queda en algún lugar profundo. Digo, no puede no estar arraigada en algún lugar profundo del corazón y hay una fuerza reconstructiva. Va a haber una revancha de la vida. Así es la historia.
— Veo en tu libro eso, a pesar de una muy, muy, muy cruel descripción de la realidad, veo siempre algo que sobrevuela que es que esto incluso también va a ser superado y va a tener como una revancha, esto que acababas de decir. ¿En dónde encontrarás este cabo para asirte de la revancha en lo personal?
— Mira, te comento Luis las fases que fui viviendo. Primero el encierro, la primera etapa de esta cuestión, con una gran angustia porque yo estoy acá viviendo solo, mis hijos por un lado, mi pareja. Y digo bueno: “¿Qué hacemos con esta angustia?”. Entonces pensé también en un lema existencialista que es: hay que ascender al abismo. Si hay un abismo bueno, aceptarlo, vivenciarlo y desde allí hacia algún acantilado. Porque no hay otra posibilidad, si no nos quedamos allí arrojados pero pasivamente arrojados. Y ese ascenso en lo personal se da, bueno, precisamente por la escritura. En este caso por una escritura, vos sabés que uno sale al, no sé cómo denominarlo, la zona de combate que es la Argentina todos los días, y yo digo pero la esperanza viene por otro lado, viene por la reflexión, por la meditación, por la conversación en conjunto. Y me aferro mucho a eso.
— Ya que trajiste la realidad argentina quiero aprovecharte porque siempre te leo y me parece muy interesante reflexionar con vos. Empiezo por algo muy inmediato que fue el nuevo conflicto diplomático que ha generado el Gobierno con el comunicado de Cancillería por Israel. Es un nuevo tiro en el pie. ¿Me explicas por qué exponerse a este semejante conflicto en la contingencia Argentina?
— Yo la verdad que creo que en el campo de la política exterior así como en otros hay un grado de irracionalidad y quizás de desconocimiento de los hechos notable. En Medio Oriente evidentemente hay una tragedia humanitaria, pero Hamas es un grupo terrorista, financiado básicamente por Irán, y además nosotros no teníamos ninguna necesidad de complicarnos con esa cuestión. Y lo hicimos. Yo creo que sigue habiendo, por un lado, una incomprensión profunda, pero por el otro, una cierta convicción de que por el lado del anti sistema, Irán, Venezuela, Hamas, por ahí hay un camino para la Argentina. Creo que es un error radical y fundamental. Otro más. Nos lleva por el peor de los caminos.
— Venezuela es tóxico, dice el Canciller. España se entrometió demasiado, dice el Canciller. Ahora dice esto. ¿En realidad no será que estamos poniendo demasiada expectativa en lo que es el gobierno de Alberto Fernández y en realidad son esto?
— Daría toda la impresión de que, como es ese dicho de sentido común, si tiene cuatro patas, mueve la cola, ladra, es un perro, sí, es un perro. Daría la impresión de que están exhibiendo esta filosofía política que es precisamente ir por el reverso del mundo. Pero incluso por el reverso del mundo árabe en éste caso en particular. El mundo árabe está buscando por otro lado, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, de vincularse con Israel porque la guerra es la guerra. Hamas e Irán son los que quedan al margen de la nueva negociación mundial incluyendo el Medio Oriente. O algunos autócratas como Erdogan, que pretende al menos retóricamente asociarse con este sector de los palestinos. Entonces, bueno, lamentablemente pareciera haber una convicción. Pero esa convicción es la convicción que nos acerca al fanatismo. Tal vez aquí también estemos cercanos a ese fanatismo.
— Ahora, es interesante porque muchas de las explicaciones que se dan, Guzmán, Basualdo, Losardo, Soria, es porque es una coalición heterogénea. A mí no me alcanza como explicación esto. ¿Te animas a decir quién es hoy Alberto Fernández en el ejercicio de la Presidencia?
— Es la sombra de Cristina Fernández. Es el reflejo y un poco un reflejo sombrío de Cristina Fernández. Él actúa tutelado por ella cada vez más. Y lo demás, ciertos sesgos de independencia, la verdad que parecieran ser retóricos, o de resistencia. Ella va avanzando y ella y los suyos, que en esa coalición me parece que cada vez están pisando más fuerte con ministerios, cajas, etcétera, han tomado las riendas. La Argentina es imprevisible, impredecible, pero tal vez Alberto pudiera romper esas cadenas. Hoy por hoy la imagen es la opuesta. Hay un cierto patetismo, lo digo con respeto, hay un cierto patetismo en esto de juntémonos para la foto a mostrar que estamos unidos. Pero yo sé perfectamente porque tengo información de que la foto es falsa, si hubiera unidad esa foto no hubiera existido, por ejemplo. Entonces es alguien que obedece, “sí Cristina, sí Cristina”.
— Carlos Zannini justifica el vacunatorio VIP, el jefe de todos los abogados falsea una norma diciendo que estaba incluido. ¿Qué es esto, impunidad exacerba, es inescrupuloso?
— Bueno, es una inmoralidad jactanciosa. Y es un alarde de inmoralidad. Y ese alarde de inmoralidad demuestra diversas cuestiones. Una es una lejanía y una distancia, precisamente por estar en la torre de marfil del poder, de la desesperación de la gente. La gente está preocupadísima y después te manotean las vacunas, te la manotea Zannini, que es terrorífico, y te la manotea un tipo que simplemente es un delincuente menor, lo que a la vez es mayor, que las revende. Es difícil vivir así. Ahora, el caso de Zannini es muy significativo porque evidencia que se está utilizando el poder para desobedecer los más elementales mandamientos morales. No en el sentido religioso, en el sentido cívico del término.
— Usaste una expresión: la jactancia de la inmoralidad. ¿Dirías que éste es un signo del gobierno de Alberto Fernández, el alarde de la inmoralidad?
— Sí y también el alarde de un cierto desprecio por el republicanismo. Es decir, la Corte, no sé, ahí hay decrepitud jurídica. Pero la Corte es la democracia en la medida que sea una Corte autónoma, que sigue adelante con respetar la Constitución. Y además ese alarde, esa jactancia, y ese menosprecio, por la división de poderes, también alardeado, vociferado, propagandizado, tiene efectos colaterales terribles. Por ejemplo, un señor, Pietragalla, va a Formosa y dice acá se respetan los derechos humanos. ¿Pero cuál es el efecto? Decir: “No, no me importa la verdad, la verdad es la que digo yo”. No, pero escúcheme, hacemos las investigaciones en Formosa, la gente habla y ocurren cosas horribles. En estos días le voltearon la puerta a una persona que no tenía síntomas de Covid para encerrarla en un lugar completamente insalubre más todo lo otro que sabemos. Entonces el efecto de esa vanidad y de esa arrogancia es en principio con la verdad, nosotros no nos involucramos, lo que ocurre no es lo que ocurre para nosotros. ¿Por qué? Porque decimos que no ocurre.
— Dame una mirada de lo que pasa con nuestro oficio. También este fanatismo se ha transferido hacia nuestro ejercicio, hay desprecios hasta personales.
— Bueno, es un fenómeno la verdad que se ha profundizado muchísimo esto. Y también hay fanatismo de los dos lados eh, hay algunos…
— Claro.
— La cuestión es que lo que yo he observado es que cuanto más profunda y rigurosa es una investigación más agraviado resulta el investigador. Es inversamente proporcional. Precisamente porque es verdad, porque es irrefutable, porque es grave y de pronto gravísimo, ahí el agravio crece. Y esto la verdad que es una enfermedad. Y que en la gente que tiene cierta edad como yo no genera un efecto de autocensura pero en buena medida es ese el intento, o casi.
— Hay como un vicio que se impone con la justificación de recordar cuánto de crítico fuiste con los otros. Es disparatado que uno tenga que hacer una suerte de historia personal cada vez que va a dar una opinión sobre un tema.
— Sí, totalmente. Muy bueno eso. Sí, porque le ocurre a todo el mundo, mira que yo critiqué, que yo dije lo que acabas de decir. Digamos, la verdad es que no habría por qué justificar razones si aquello que uno está exhibiendo en ese momento, publicando, es cierto. Si esto es cierto, después discutimos mi biografía.
— Claro.
— Después la discutimos si la querés discutir o si yo la quiero discutir. Pero el tema es si esto que estoy diciendo es verdadero o es falso. Porque en el periodismo funciona la lógica binaria, es verdadero o es falso digamos. A veces no podés arribar a la verdad binaria. Suponete el caso Nisman. Se suicidó o lo mataron. Para la Justicia está ahora en que lo habrían asesinado. Ahora bien, esto no implica que no exista una verdad. O se suicidó o lo mataron, no hay una tercera posibilidad en este caso.
— Hablemos un poco del autor de este libro. ¿Qué te enseñó el encierro?
— A ver, yo en el libro trabajo bastante el tema de la soledad. Bueno, me enseñó a reconsiderar la posibilidad de que en la soledad la creación puede existir. O que de pronto es necesaria. Que la soledad no implica un descuido. Que por el contrario, hay que protegerse uno mismo. Quiero decir, aun en soledad y encerrado traté de hacer gimnasia o comer saludable. Estas parecen cuestiones menores pero son las que te permiten sobrevivir. Y después una cosa que me pasó mucho es que leí muchísima bibliografía sobre sobrevivientes. ¿Por qué sobrevive alguien? Y bueno, sabemos, uno se reencuentra con lo mismo, el que sobrevive con mayor posibilidad, porque esto es una tabla matemática, pero si hay proyectos, si hay deseos, si hay afectos, si hay amor tenés mayor posibilidad. Y bueno, y eso, el encierro, me enseñó a ponderar muy positivamente todo eso.
— Yo traigo de tu texto esto, algo que para los psicoanalistas es vital: el deseo, la pulsión de vida. No como un deseo milagroso sino como un deseo que hay que poner en práctica voluntariamente.
— El deseo es acción, si no es también lo que algunos filósofos llaman una mala fe. Yo digo, enuncio lo que yo hubiera hecho, lo que haría. No, pero es ponerse acción. Yo quiero adelgazar, necesito adelgazar (risas). Bueno, todavía no lo puse en acción, pero si no, no es deseo. El deseo es concreción. O sea eso bíblico de “pide y te será concedido”, es muy interesante pero claro, debo enfatizar, pero pide, y pedir es actuar.
— Yo tengo un sacerdote amigo queridísimo que me dice: “La esperanza no es decir después de Carlos Pellegrini viene 9 de Julio, porque ya sé que es así, es poner un pie y atrás el otro para llegar hasta 9 de Julio”. Esto es es la esperanza activa.
— Claro, es caminar hasta esa calle y la otra, y la otra. Y es arribar y seguir, seguir navegando la vida. Lo cual implica, bueno, remar, caminarla, transitarla, y muchas veces contra viento y marea. Porque es contra viento y marea en un país como este, pero no solo en este, es contra viento y marea.
— Contame en qué estado estás de la vacunación
— Bueno, aguardé como corresponde mi turno y me llegó la primera dosis y estoy en eso, primera dosis.
— ¿Qué te tocó?
— Me tocó la Sputnik. Yo la ciencia rusa, yo conocí Rusia y no hace mucho, siempre la valoré y no puede ser de otro modo. O sea que la asumí con esperanza también. Ahora aguardando la segunda dosis. Y con fuerzas para efectivamente sobrevivir en la medida de lo posible. Han caído algunos amigos, me hizo muy mal obviamente. Me hizo muy mal. Inesperadamente. Yo negaba, este no puede caer, es joven. Y cayeron. El dolor también.
—¿Qué te pasó cuando te pusieron la vacuna?
— Bueno, tengo cinco hijos. A una de mis hijas, que no confiaba mucho en mi decisión para llegar al lugar, le dije que me acompañara y me vigilara (risas). Seguimos, seguimos trabajando, seguimos con la vacuna Sputnik circulando. Lo cual no me ha convertido en un admirador de Putin ni mucho menos pero me pasó… Un refuerzo. Un refuerzo para la vida, sí, sí.
— La mejor de las suertes con el libro. Felicitaciones.
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