Guzmán no la tiene fácil

Las tensiones internas complican la negociación por la deuda y desgastan la figura del ministro de Economía

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Foto de archivo. El ministro de Economía de Argentina, Martín Guzmán, deja una conferencia de prensa en Buenos Aires. 11 de diciembre de 2019. REUTERS/Mariana Greif
Foto de archivo. El ministro de Economía de Argentina, Martín Guzmán, deja una conferencia de prensa en Buenos Aires. 11 de diciembre de 2019. REUTERS/Mariana Greif

Guzmán no la tiene fácil. Para decirlo en criollo: el ministro rema en dulce de leche. Mientras se desgañita en la gira europea para renegociar los pagos de la deuda recibe desde Buenos Aires una implacable descarga misilística.

“Lo que estamos haciendo es colaborar con nuestro gobierno y con el señor ministro de Economía”, aseguró impertérrito el senador cristinista Oscar Parrilli, ferviente impulsor del proyecto de declaración aprobado ayer por el Senado que pide que el desembolso de los derechos especiales de giro del FMI, una suma cercana a los U$D 4.350 millones, no se destinen al pago de los vencimientos de deuda sino a atender los gastos de la pandemia.

Esta recurrencia en marcarle la cancha al ministro de Economía ante los ojos del mundo y de los mismísimos organismos internacionales de crédito va en línea con la degradación que Guzmán sufrió tras la consolidación en su puesto de Federico Basualdo, el Subsecretario al que echó y quien, tras ser elogiado por Axel Kicillof, sigue gozando de buena salud política y reputacional en el staff del Gobierno.

El “amoroso” gesto de Alberto Fernández de subir al vapuleado ministro a su coche en las glamorosas calles europeas no alcanza a enmendar siquiera la bajada de precio que le propinó Santiago Cafiero minimizando el enredo. “Se lastimaron entre compañeros, eso no aporta nada”, encuadró el Jefe de Gabinete intentando diluir el contratiempo.

¿Quién maneja la economía? ¿Cuál es el plan? ¿Hacia dónde vamos? Estas son algunas de las inquietantes preguntas que hoy fatigan a millones de argentinos que no saben a qué atenerse.

El doble comando en la gestión económica empieza a arrojar resultados aterradores.

El dato del IPC de octubre que ubica la inflación de abril en 4,1% convalida las presunciones de las consultoras privadas que estiman la inflación para el 2021 por encima del 50%. Con un acumulado en lo que va del año del 17 %, el 29 % proyectado en el presupuesto y al que pretende aferrarse Guzmán, es ya una fantasía, una mera expresión de deseos.

El número que también debería causar escalofríos en las almas sensibles es el aumento del precio de los alimentos que cerró en 4,5%, acumulando 23,4 de enero a abril. El salario, siempre por la escalera.

El sostenido juego de controles, represalias y aprietes que la Secretaría de Comercio Interior ejerce sobre los productores de alimentos y supermercadistas no estaría resultando efectivo para contener la feroz alza de los precios.

Aplicada ahora a la confección de una lista de al menos 100 productos básicos que las grandes empresas se comprometerían a mantener congelados por 180 días (hasta las elecciones, entiéndase), Paula Español no encuentra estrategia alguna con la cual domar la escalada de los frescos. Sin herramientas para contener frutas, verduras y carnes, no hay listado de precios máximos, cuidados, esenciales o cómo se los quiera llamar que alcance.

Es absolutamente imposible para la dedicada funcionaria controlarlo todo. Las subas más importantes del mes se registraron en alimentos tan básicos como la leche fresca, el arroz, la yerba, el café y la carne.

A fuerza de enlistados y deslistados los productos de góndola subieron en un año 22% y el resto, los que escapan al control pero que son también imprescindibles, superaron el 70% en el mismo período. Las viejas estrategias morenistas no estarían resultando. Está claro: no es por ahí.

Los primeros meses del 2021 se presentan como uno de los de mayor estampida inflacionaria desde 2001. En el año electoral suenan todas las alarmas.

La inflación núcleo, que contempla los precios que no son estacionales, trepó al 4.6%.

Para bajarla Martín Guzmán propone un ajuste fiscal y monetario. Desde el kirchnerismo se la están complicando. El tema de mantener las tarifas de la energía eléctrica y el gas está en el centro del forcejeo. Con el costo COVID no previsto en el presupuesto no queda otra que seguir emitiendo. ¿Cuánto tiempo resiste esta situación?

“No hay plan, ni nada... solo el santo yuyo…”, concluye un connotado legislador de la oposición. Una situación que no vacila en calificar como muy grave.

Corren tiempos de revelaciones. De verdades que se oficializan. Éramos pocos y apareció Carlos Zannini.

Obsesivo cultor del bajo perfil, el Procurador General del Tesoro de la Nación, que se inscribió en el vacunatorio como personal de salud, irrumpió en los medios y la complicó aún más.

Carlos Zannini
Carlos Zannini

En el transcurso de una entrevista no solo justificó su decisión de vacunarse junto a su esposa con los primeros envíos que llegaron desde Rusia, sino que introdujo en plena pandemia una categoría nueva para justificar la prioridad inmunitaria: la de las “personalidades que deben ser protegidas por la sociedad”.

En ese exclusivo lounge del vacunatorio VIP ubicó a Horacio Verbitsky, con el declarado objetivo a ofrecerle confort ético tras el escándalo que protagonizó y que significó que Ginés González García terminara eyectado del Ministerio de Salud. También dijo que el problema no es quién ni cuándo se vacunó sino la escasez de vacunas. A confesión de parte relevo de prueba.

No queda claro si estamos ante un concepto sanitario o político. Lo cierto es que el Jefe de los abogados del Estado, miembro activo de la nomenklatura K, deja expuesta su vara. Esa con la que mide el estatus de los súbditos, el sistema de castas en la que nos pretende considerar a todos y cada uno de nosotros.

Si las revulsivas declaraciones de Zannini pueden atribuirse a su escasa experiencia en la refriega mediática o si se inscriben en un cinismo desbocado es a esta altura intrascendente.

Lo concreto es que al 15 de enero, transcurrido un período razonable para la generación de anticuerpos en los primeros vacunados, se habían reportado en el país 45.227 decesos.

Este viernes esa cifra fatal escaló a 68.853 muertos por COVID. Es probable que buena parte de ellos, de los 23.629 que se enfermaron desde la mitad de enero, hubieran salvado sus vidas si las vacunas hubieron sido aplicadas de acuerdo a los criterios sanitarios que rigen en el país en el contexto de la pandemia.

¿Cuáles son los argumentos que autorizan al Dr. Zannini a determinar quiénes son las valiosas personalidades a las que la sociedad tiene que especialmente proteger? ¿Desde qué lugar reivindica este convencimientos?

Ahora nos venimos a enterar, gracias a la crudeza conceptual de Zannini , que no todos somos iguales, ya no ante la Ley, sino ante las decisiones del poder político relacionadas con la salud y por lo tanto con la vida o la muerte.

Para el Procurador, algunos son más iguales que otros. Queda claro que para el superpoderoso ladero de CFK la Patria no es “el otro” sino “el nosotros”. Un colectivo de militantes, parientes, amigos y desde ya personalidades que merecen ser especialmente protegidas por el Estado.

La grieta es para el Gobierno un insumo básico y la oposición no logra escapar a esta lógica. Algunos quisieran desmarcarse de esta dinámica siniestra pero no lo logran.

“A nadie le conviene la debilidad de Alberto”, sostiene el legislador de Juntos por el Cambio.

Con la pobreza por encima del 50%y en plena segunda ola de la pandemia se necesita un Presidente fuerte, sostienen los moderados de la coalición opositora pero aseguran que Alberto Fernández no les da entrada.

“Estamos buscando una señal, una puerta que se abra, encontrar a Alberto Fernández, entrarle por algún lugar... pero no lo logramos, no se deja ayudar. Le pone combustible todo el tiempo a su propia debilidad”.

No son pocos los peronistas que tienen incluso responsabilidades de Gobierno que han militado el mismo empeño: acompañar al Presidente en una gestión más moderada, de mayor equilibrio entre los espacios que componen el Frente de Todos. Varios de ellos han comenzado a darse por vencidos.

Hoy no hay puentes entre el oficialismo y la oposición. “No hay un solo doble agente preparado, alguien que sepa o esté pensando qué hacer con todo si esto explota”, asegura nuestro interlocutor.

El tema de la presencialidad en las escuelas se ha transformado también en una batalla política. Una pulseada con Horacio Rodríguez Larreta o, lo que es aún más grave, con la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

De aprobarse el proyecto de “Ley de Superpoderes”, que da al Ejecutivo el manejo de la pandemia y convalida los DNU, el tema va directo a la judicialización. Otra vez a la Corte. La confrontación, el enfrentamiento como estrategia básica para ejercer el poder. Una marca de época.

“La emergencia no es una franquicia para ignorar el derecho vigente”, argumentó Carlos Ronsenkrantz, presidente de la SCJN, al fundamentar la inconstitucionalidad del DNU 235/2021 que suspendió las clases presenciales en la Ciudad de Buenos Aires y que ahora se pretende refrendar.

Alberto Fernández
Alberto Fernández

“La emergencia fue siempre una necesidad básica para el kirchnerismo”, sostiene un legislador de la oposición.

Aprueban los superpoderes, validan todos los DNU, ignoran el fallo de la Corte y a fin de año meten una prórroga y siguen para adelante. El que obtuvo más votos manda, el resto acompaña.

“El kirchnerismo agarra al Peronismo en retirada. Peronismo y kirchnerismo no son parte del mismo ejército. ¿Dónde están los herederos de Cafiero?”. Se refiere a Antonio claro, el abuelo de Santiago, quien encarnó un proceso de renovación, allá por el 88 y perdió en la interna con Menem.

“El gobierno se pelea con el espejo, se pelea con la realidad”, agrega nuestro interlocutor devenido en analista político.

Frente al desmoronamiento de la confianza, de la credibilidad y del derrumbe institucional el que gane con el 50% en 2023 no va a poder gobernar. Hará falta un segundo gobierno de transición en el 23.

“Hay un país que está harto, lo único que crece es la decepción, hay señales de mucho descontento...estamos transitando un proceso que va en contra de la política, nos estamos alejando del futuro.”

¿Qué tiene en esta escena para ofrecer la coalición opositora?, se le pregunta.

Juntos por el Cambio hoy carece de estrategia. La tuvo en 2015 pero hoy no la tiene. No existe una mesa operativa capaz de generar confianza. Tampoco hay un liderazgo único. Mauricio Macri está apenas saliendo del postparto que implica haber perdido el poder. Es indispensable sostener la unidad. Se necesita de las PASO como ordenador. Hay mucha energía puesta en pensar el 2023, mucho ego dando vueltas, y poca pila para el 2021. La madre de todas las batallas se librará en Diputados. Hay que tenerlo claro, estar preparados”.

No hay más chance para el bipartidismo clásico. El bicoalicionismo llegó para quedarse pero sostener una alianza demanda mucha política, acuerdos, consensos, respeto por las minorías internas.

Es bien cierto que la pandemia aceleró el registro que hasta ahora teníamos de la velocidad de los cambios y el manejo de la incertidumbre pero en nuestro país esa sensación se volvió vertiginosa hasta la exasperación.

La diaria devino en un día a día, en un minuto a minuto de posicionamientos, anuncios y volantazos. Con la palabra oficial devaluada y sujeta a marchas y contramarchas impide planificar ni siquiera la más doméstica de las rutinas personales.

Guzmán no la tiene fácil. El resto de los argentinos de buena fe que pretende vivir en paz y en el estricto marco de la ley, tampoco.

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