Cara a cara. La reunión entre Francisco y Alberto Fernández duró 25 minutos. Fue en el marco del protocolo rígido más absoluto. “Carucha” nunca se sonrió, contento no se lo vio. Serio, sí.
Nadie menciona que el Papa, un hombre que no es de callarse, hizo sentir a Fernández su disconformidad con la legalización del aborto, sin dejar lugar a ninguna explicación. Hay temas en los que no hay espacio para el derecho a réplica. Bergoglio es quien marca la cancha. Pero esto se habló en los primeros trascendidos de la Santa Sede.
El encuentro estuvo marcado por el secretismo. El Vaticano, en un comunicado posterior, en el que solo se distribuyeron tres fotos convencionales, donde huelga la espontaneidad y abunda la formalidad, describe que hubo “cordiales discusiones, con la Secretaria de Estado”.
Los periodistas y reporteros que acompañaron a la delegación presidencial permanecieron en la puerta de entrada detrás de la reja, que hay que atravesar para ingresar al Aula Paulo VI donde se llevó a cabo la reunión. Se les restringió la entrada. Todo lo que sucedió a puertas cerradas fue manejado por la Santa Sede. Algo inusual, porque siempre la prensa del visitante acompaña el evento. Por excepción no sucedió así.
Es cierto que quedó una huella, una herida abierta, por el compromiso personal que asumió Alberto Fernández con la legalización del aborto en el país del Papa al ostentar su compromiso con la ley, llamar personalmente, a algunos senadores y lucir una corbata verde cuando se aprobó el dictamen el 17 de diciembre pasado, cuando el padre Jorge cumplio 84 años. Menudo regalo.
Eso sí, no es menos cierto que para Bergoglio la unidad es superior al conflicto y está de pies y manos ayudando a su amado país a salir de la crisis económica. Se mantiene en eso. No importa que cualquier encuentro con él se viva como un triunfo personal, cuando es una bendición oírlo dejar testimonio de su sabiduría.
Esas fotos grupales, suenan a grupo de egresados, gestos de una inmadurez poco frecuente. Él está por encima. Es más que los gobernantes. A nivel político, más importante que esta movida inoportuna, es el encuentro del ministro Martin Guzman con Kristalina Georgieva, presidente del Fondo Monetario Internacional, en la Casina Pio IV que cedió el Papa.
“Ay Patria mía como te cuesta, sacarle el traje tu pobrerío, todos sabemos que el pueblo es pobre, todos sabemos que el suelo es rico”.
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