Algunos desafíos del sindicalismo frente a la pandemia del coronavirus

La crisis presenta una oportunidad inmejorable para avanzar profundamente en la discusión de las condiciones de trabajo

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Algunos desafíos del sindicalismo frente a la pandemia del coronavirus
Algunos desafíos del sindicalismo frente a la pandemia del coronavirus

Lejos quedaron las profecías que vaticinaron el fin del capitalismo tal como lo conocemos y el nacimiento de un nuevo tipo de estatismo que podría dar lugar a la hipervigilancia tecnológica. En su lugar, observamos cómo la pandemia vino para acentuar sus contradicciones e injusticias ya existentes, sin un cambio radical en el modelo productivo y con diferentes modelos de gestión estatal de la pandemia.

Esta profundización de las inequidades y el nuevo lugar que han ocupado en la agenda pública debido a la situación crítica que atravesamos resultan una oportunidad para quienes queremos generar cambios en la sociedad y, en particular, abren un universo de oportunidades para comenzar a pensar en un nuevo sindicalismo post pandémico, que sume a los desafíos ya estudiados por las condiciones del “futuro del trabajo”; las particularidades que nos ha dejado el manejo de la crisis sanitaria en diferentes latitudes y niveles de gobierno.

El sindicalismo en Argentina y el mundo enfrenta un panorama muy inquietante producido porque la pandemia, si bien afecta a todos los actores del sistema productivo, complica aún más a trabajadores y trabajadoras que ya estaban en una situación crítica. Solo para ejemplificar esta situación, podemos recordar que, según el último informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la pérdida global de horas de trabajo en 2020 fue cuatro veces mayor que las pérdidas durante la crisis del 2009 y que durante el año pasado se perdieron 114 millones de puestos de trabajo, siendo los principales afectados los jóvenes y las mujeres. Para este año en curso, el FMI, entre otras fuentes, prevé que se van a perder un 3% de horas de trabajo, en el escenario más optimista.

En Argentina, según datos recientemente publicados entre febrero de 2020 y febrero de este año, hubo una contracción del 1% en el empleo registrado -2,6% en el sector privado y del 3,6% en el trabajo en casas particulares-, la cual llevó la desocupación al 11%. Si bien en los últimos meses hubo un incremento de los monotributistas, este hecho demuestra que la recuperación de la actividad reemplazó empleos de calidad por otros más precarios, un fenómeno que puede agudizarse en los próximos meses.

Frente a este panorama, las energías del sindicalismo estuvieron dedicadas principalmente a proteger el empleo dentro de cada una de las actividades. Pero resulta necesario comenzar a identificar los nuevos desafíos que trae aparejada la pandemia por la COVID-19 para establecer las características de una nueva forma de hacer sindicalismo. Me atrevo a identificar algunos desafíos que no descartan muchos otros que van a ir surgiendo.

La centralidad de las condiciones de salud y seguridad en el trabajo

Las consideraciones de seguridad y salubridad en el trabajo toman una preponderancia impensada anteriormente en lo que hace al trabajo presencial. Las organizaciones gremiales pueden asumir un papel fundamental en la etapa de desarrollo de los estándares como en el control de su cumplimiento. La atención social sobre esta cuestión permite discutir la organización espacial del trabajo en ámbitos donde la precariedad estaba naturalizada ya que, ahora, la salubridad en los ámbitos productivos afecta a todos por igual. Un ejemplo de esta centralidad se dará en dependencias públicas en las cuales el abarrotamiento de gente y papeles era una constante y, a partir de ahora, deberá ser reconfigurado, ya sea a través del paso a la virtualidad o del acondicionamiento de la actividad de forma que sea segura para el trabajador que brinda un servicio público, y también del ciudadano que puede poner en riesgo su salud.

En esta tarea será fundamental aplicar la perspectiva de género, ya que la experiencia ha mostrado que las mujeres han sufrido la pandemia de forma desproporcionada encontrándose al frente de muchas de las tareas que no pueden reemplazarse por la digitalidad y que ya se encontraban en graves situaciones de precariedad, como las tareas de cuidado.

El sindicalismo 4.0

Otro desafío importante será adaptar la actividad sindical a las condiciones que impone la digitalización y el trabajo remoto. Por ejemplo, los gremios deberán pensar en preservar la salud de los trabajadores en el ámbito digital. Más allá de la aplicación de los principios del derecho del trabajo al ámbito telemático y de las figuras legales sancionadas por el Congreso de la Nación, deberá comenzar a desarrollarse una nueva práctica sindical activa que pueda prevenir y detectar situaciones de acoso o explotación laboral que, en muchos casos, estará signada por la distribución del trabajo mediante fórmulas y algoritmos que en términos generales escapan de la posibilidad del control gremial. Capacitar a delegados en cuestiones vinculadas con las nuevas modalidades de gestión de personal mediante la utilización de big data será una tarea titánica pero necesaria.

Debemos considerar los aportes del filósofo Byung-Chul Han, que nos habla de cómo la pandemia, y en especial el trabajo remoto vía “zoom”, ha aumentado nuestra capacidad de autoexplotarnos en busca de una falsa autorrealización, para poder pensar nuevas formas de sociabilidad sindical. Cabe recalcar que esta tarea gremial resultará aún más compleja de lo habitual debido a que hemos perdido una de las mejores y más efectivas herramientas de la organización laboral: el ritual, ese encuentro con los y las trabajadoras, el abrazo, la contención y la solidaridad de la oficina o la fábrica.

Esta tarea se suma a otras largamente estudiadas como la desaparición de actividades que pueden ser robotizadas, la adaptación de los trabajadores y trabajadoras para discutir condiciones laborales con apps y grandes empresas tecnológicas, que niegan la relación laboral bajo la máscara del emprendedurismo.

La participación sindical en la toma de decisiones frente a la pandemia

La magnitud de la crisis que atravesamos -por su complejidad y por las consecuencias sociales y económicas diversificadas-, exige pensar soluciones de gran escala que partan de la premisa de que todos los actores económicos deben estar sentados en una misma mesa. Para ello, será prioritario el diálogo tripartito entre los sindicatos, las empresas y el Estado para generar mayor confianza en la sociedad y la puesta en marcha veloz de las medidas necesarias para hacer crecer la cantidad de trabajo formal, mejorar la situación de los trabajadores y también ampliar las arcas del Estado con recursos necesarios para afrontar la pandemia, sin descuidar la difícil situación que atraviesan algunos sectores de la actividad privada como la hostelería, gastronomía y servicios en general.

Resulta interesante analizar cómo experiencias exitosas en la gestión de la pandemia a nivel internacional contaron con este tipo de diálogo entre dirigentes sindicales, empresariales y funcionarios del Estado. Por ejemplo, la Confederación de Sindicatos Suecos preparó un programa exhaustivo de medidas que abarcan desde el apoyo a los municipios para la prestación de servicios sociales, las compensaciones salariales, la asistencia por desempleo y medidas de capacitación y de infraestructura hasta reclamos en el área de las políticas para la protección del clima.

Según un informe de la FES, también en otros países, como Italia, Portugal y Suecia, hubo consultas previas a la adopción de importantes paquetes de asistencia económica. “En algunos países se celebran asimismo negociaciones bilaterales entre las confederaciones sindicales y las asociaciones empresariales, sobre todo para preparar las conversaciones tripartitas, como en los casos de los Países Bajos y España. En Francia una declaración conjunta de empresarios y sindicatos expresando la voluntad de fortalecer el diálogo social sentó las bases para una participación más amplia en las medidas contra la crisis”.

En definitiva, la crisis presenta una oportunidad inmejorable para actualizar un formato de sindicalismo que, además de defender el salario y los puestos de trabajo, avance profundamente en la discusión de las condiciones laborales y sea protagonista en la discusión del camino de la reconstrucción y el desarrollo de la Argentina.

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