¿Qué ocurrió con el empleo en la pandemia?

El menor nivel de empleo y sus consecuentes impactos sobre el aumento de la pobreza implican shocks del lado de demanda que podrían profundizar los efectos de las restricciones

Un hombre revisa su celular frente a locales comerciales cerrados en Buenos Aires (EFE/ Juan Ignacio Roncoroni)

La pandemia y su consecuente cuarentena han causado ya varios problemas en el mercado laboral, como aumento en la informalidad, caída en la ocupación y una constante incertidumbre sobre el marco regulatorio. Por eso es importante visibilizar los costos y entender la dinámica de lo sucedido. Especialmente si tenemos que convivir con nuevas medidas que restrinjan la circulación de las personas y el funcionamiento de la economía.

Revisemos primero algunas definiciones. La población económicamente activa (PEA) se compone por empleados y desempleados, es decir todos aquellos que están trabajando o desean hacerlo. Mientras que aquellos que se retiran de la fuerza laboral, quienes no buscan ni tienen empleo, son considerados inactivos y no forman parte de la PEA.

Si realizamos una comparación estática entre el segundo trimestre 2019 y el segundo trimestre 2020 podemos ver alguno de los efectos en el mercado laboral.

La tasa de desempleo publicada por el Indec para el segundo trimestre 2020 fue de 13,08%, contra 10,64% del mismo trimestre del año anterior

Como sabemos, la tasa de desempleo publicada por el Indec para el segundo trimestre 2020 fue de 13,08%, contra 10,64% del mismo trimestre del año anterior, sin embargo, este dato no describe la historia completa. ¿Significa esto que solo 3% de personas perdieron su trabajo? La respuesta es no, la variación de la tasa de desempleo no refleja la caída total en la ocupación.

La caída de la ocupación es ampliamente mayor. Usando datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que realiza el Indec, es posible ver que la variación total sobre el nivel de ocupación fue de aproximadamente 10 puntos porcentuales, es decir, la caída del empleo fue de aproximadamente un 21,6% respecto al mismo trimestre del año anterior. Esto quiere decir que, teniendo en cuenta la población urbana, hay al menos 2,5 millones ocupados menos que en 2019.

Se nota una clara y fuerte caída de la proporción de ocupados, en pos de un fuerte aumento del área azul, los inactivos. A priori, el área naranja parecería no variar demasiado, esto quiere decir que el porcentaje de personas desocupadas como total de la población no estaría aumentando significativamente. Entonces, ¿por qué aumenta la tasa de desempleo publicada por Indec? Y, ya que se ve un aumento, de 10,6% a 13,1%, ¿por qué no aumenta todo lo que cae la ocupación?

Estas dos preguntas se responden a partir del mismo concepto.: Durante 2020 se experimentó una disminución de la población económicamente activa. ¿Cómo se responden las preguntas anteriores a partir de esto? La disminución de la PEA muestra que gran parte de la gente que perdió el trabajo no optó por buscar un nuevo empleo debido a las condiciones económicas del momento, es decir, hubo un pasaje (en muchos casos directo) de empleo a inactividad. Por lo tanto, esto no se reflejó en un aumento del desempleo, al menos no en la magnitud esperada. De la misma forma, quienes ya eran desocupados en 2019 en 2020 han dejado de buscar empleo (a pesar de haber hecho estática comparada estos resultados se confirman al hacer un análisis con los casos panel de ambos trimestres).

Posibles determinantes de la caída de empleo y el aumento de la inactividad se basan en la alta informalidad laboral en Argentina, donde según los datos de la EPH del INDEC, aproximadamente el 22% de los ocupados son cuentapropistas y más del 35% de los asalariados no perciben descuentos jubilatorios. A esto se le suma la falta de condiciones para el teletrabajo. Antes del comienzo de la pandemia aproximadamente el 20% de los hogares no contaban con ningún tipo de acceso a internet y casi el 40% no tenían acceso a una computadora. Los sectores más informales de la economía, usualmente asociados a la construcción y el empleo doméstico, entre otros, se vieron principalmente afectados por las restricciones de circulación debido a la necesidad del trabajo forzosamente presencial. A su vez, al no estar alcanzados por las restricciones de despidos, el empleo en estos sectores tuvo grandes variaciones que provocaron fundamentalmente caídas en la población económicamente activa (PEA).

Antes del comienzo de la pandemia aproximadamente el 20% de los hogares no contaban con ningún tipo de acceso a internet y casi el 40% no tenían acceso a una computadora

No solo la construcción y el trabajo doméstico se vieron perjudicados significativamente, empleos asociados con los servicios de comida rápida, restaurantes y atención al público también se vieron directamente afectados por sus características de proximidad con el cliente. Midiendo el empleo en puestos de trabajo se registra una caída del empleo de más del 33% para la construcción y del 36% para el empleo doméstico respecto del mismo trimestre de 2019. En el caso de los hoteles y restaurantes la caída del empleo fue cercana al 35%. (Estos datos fueron obtenidos de la EPH y la cuenta de generación de ingreso del Indec).

Es posible pensar en la falta de demanda laboral como una de las principales causas del pasaje directo del empleo a la inactividad. Al estar la economía paralizada por el ASPO la probabilidad de conseguir empleo disminuye junto con los incentivos a buscar trabajo, fomentando así la inactividad. La incertidumbre acerca de la evolución de la pandemia y las restricciones de despidos se plasma en la precaución de las empresas a la hora de contratar nuevos trabajadores, disminuyendo aún más la demanda laboral.

El pasaje a la inactividad impacta en el futuro de quienes pierden el empleo, debido a la mayor dificultad de reinserción en el mercado laboral que enfrentan estas personas, más aún si han estado un tiempo prolongado fuera de actividad. Otro interrogante que surge de este análisis es cuál será el impacto del fin de la prohibición de los despidos. Se puede pensar en una caída del empleo nuevamente debido a la necesidad de las empresas de achicar sus costos, siempre y cuando la economía no hubiera vuelto a sus niveles de actividad pre-pandemia. El menor nivel de empleo y sus consecuentes impactos sobre el aumento de la pobreza implican shocks del lado de demanda que podrían profundizar los efectos de las restricciones.

Para la segunda ola es importante entender las consecuencias de las restricciones a la circulación en el mercado laboral, para diseñar medidas que generen incentivos a la producción, y a la movilidad o reconversión de los trabajadores entre sectores. Tenemos que ser creativos para evitar una caída en la actividad económica como en el 2020.

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