El país de las oportunidades perdidas

La economía mundial se encamina a un gran rebote en la postpandemia que Argentina, por lo que hemos visto este útimo año, va a mirar desde abajo

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 REUTERS/Agustin Marcarian
REUTERS/Agustin Marcarian

Se suele decir que toda crisis es una oportunidad. Si es así y a pesar de todos sus problemas, flor de oportunidad le ha dado a Argentina el COVID-19. Sin embargo, fiel a su historia, el país se encamina a que esta sea otra oportunidad perdida. A medida que las economías desarrolladas avanzan con sus planes de vacunación comienza a verse una luz al final del túnel. Un regreso a una nueva normalidad con mínimas restricciones a la actividad económica. La economía mundial se encamina a un gran rebote que Argentina va a mirar desde abajo, dejando pasar nuevas oportunidades en la economía postpandemia.

Argentina es como el amateur que quiere entrar a la cancha a jugar con los profesionales. Cuando hay un lugar y los profesionales invitan al país a jugar, Argentina les da la espalda y luego les hecha la culpa por su baja performance. Las oportunidades hay que tomarlas, sus beneficios no se materializan por arte de magia.

Un área clara de reforma que el Gobierno ha ignorado es el de salud pública. No es secreto que el sistema de salud pública es ineficiente. Qué mejor motivación que una pandemia mundial para llevar adelante una profunda reforma de salud que le dé al sistema mayores recursos y mayor eficiencia. Lo que hemos visto en cambio es una actitud desagradecida hacia el personal médico y una preocupante inoperancia para adquirir las tan ansiadas vacunas. Los llamados “vuelos de la vida” y el escándalo de las vacunas VIP muestran que el gobierno no tiene límites, politiza todo.

El área educativa es noticia en los últimos días. Una innecesaria pelea política y judicial en torno a la apertura de las escuelas en CABA muestra el divorcio entre lo que la sociedad necesita y lo que les importa a los sindicatos y al Gobierno. La sociedad necesita actualizar su programa de educación (los resultados PISA son sólo un ejemplo) y especialmente dejar fuera del aula el adoctrinamiento político. La educación de los niños no puede ser arena de adoctrinamiento populista. Estas necesidades no importan, el Gobierno prefiere usar la educación para pelearse con la oposición. Los sindicatos, quienes deberían ser los primeros en defender una educación despolitizada y mantener las aulas abiertas se alinean con el Gobierno. Nadie se pregunta, sin embargo, cuál es el rol de estos sindicatos, dado que la educación no parece ser prioritaria. ¿Alguien se anima a imaginar o siquiera mirar en otros países cómo funcionaría un sistema educativo sin sindicatos?

Una tercera oportunidad perdida es por supuesto la económica. El listado de reformas es interminable. A modo de ejemplo, llevar adelante una reforma impositiva que simplifique el laberinto tributario y baje la presión fiscal. Una reforma laboral que flexibilice este mercado facilitando la creación de empleo. Una reforma del estado que haga del mismo una entidad sostenible y que deje ser el salvavidas de plomo de la economía del país. Llevar adelante una fuerte desregulación del mercado y asegurar la protección a la propiedad privada. Invertir en Argentina tiene que ser atractivo, no un deporte de alto riesgo.

Dejar pasar oportunidades es la norma en Argentina. Algunos ejemplos históricos. El fin de la Segunda Guerra Mundial fue una gran oportunidad para reinsertarse al mundo. Argentina prefirió comulgar con la doctrina de “vivir con lo nuestro” y darle la espalda a la economía mundial. El Rodrigazo en la década del 70 podría haber motivado una fuerte reforma política, en cambio terminamos con un gobierno militar. La dirigencia política le escapó a la crisis del 2001, declarando un default y trayendo el populismo kirchnerista con la ayuda de Duhalde. Y por lo que hemos visto este último año, el COVID-19 va a ser otra entrada en la larga lista de oportunidades pérdidas. La oposición también lleva su responsabilidad. Ya sea por falta de interés o capacidad, la oposición es incapaz de imponer una agenda de reformas. La sociedad y la política sigue encerrada en el discurso populista del kirchnerismo. Una trampa de la cual aún esperamos que la oposición se anime a escaparse.

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