La política exterior de Estados Unidos ha girado en general sobre el prisma de la seguridad internacional y la competencia geopolítica. La Administración Biden parece mantener esa visión con un mayor énfasis en la cooperación con alianzas tradicionales. El primer viaje al exterior del Presidente norteamericano apuntalaría ese enfoque estratégico. Tres escalas son centrales. Una tiende a fortalecer la coalición del G7. Otra, a dar impulso a la relación especial con el Reino Unido en el marco de la formulación de una Gran Bretaña Global. Una tercera se concentra en la Organización del Tratado del Atlántico Norte como eje multilateral en el campo de la seguridad internacional. La reunión de la Alianza Atlántica en marzo ya anticipaba el nuevo sendero estratégico en el que incursionaría la OTAN junto con Australia, Nueva Zelandia, Corea del Sur y Japón.
La Alianza del Tratado del Atlántico Norte tiene para Estados Unidos hoy un horizonte geográfico más amplio que el eurocéntrico original ante la decisión de encarar simultáneamente el reto de la presencia internacional de Beijing y Moscú en el plano económico y político global. The Times of India destaca el interés de la OTAN en reclutar a Nueva Delhi a la coalición anti China y Rusia. Un propósito que incluye también una relación especial con ex repúblicas de la Unión Soviética en Asia (Kazakstán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán). Un arco de seguridad multilateral asiático en respuesta al alcance militar de la Ruta de la Seda. India en ese crucigrama es el objetivo político y militar más ambicioso. Un grupo de expertos de la OTAN (informe titulado India Next Geopolitical Destination, en el marco OTAN 2030, Unidos para una Nueva Era) ha propuesto extender a la India el carácter de socio.
La intención de ampliación asociativa de la OTAN incluye también a los 10 países miembros de la ASEAN. Hillary Clinton como secretaria de Estado ya había iniciado las primeras aproximaciones. En la actualidad esa iniciativa se extiende a Bangladesh, Bután, Nepal y Sri Lanka. De concretarse la vinculación con esos nuevos bloques asociativos, el aislacionismo de China y Rusia tendría alcance significativo en Asia. También con relación a países como Irán y Corea del Norte e incluso otros de mayor aproximación con Beijing o Moscú como Siria o Venezuela.
América Latina y África no aparecen como prioridades inmediatas aunque el Secretario General de la OTAN haya prestado atención genérica incluso destacando el valor estratégico del Cabo de Buena Esperanza. Solo Colombia mantiene una relación especial con la OTAN después de que la Argentina fuera considerada en los noventa como socio extra OTAN. Por primera vez en décadas, los ojos de Washington se posan en ambas regiones desde un punto de vista geopolítico ante la incisiva presencia China. El Atlántico Sur y la Antártida difícilmente escapen al prisma de seguridad para Estados Unidos y la OTAN.
El interés del Presidente Biden de revitalizar la OTAN como instrumento de poder global y en particular de contención frente a China y Rusia merece atención. Permite presumir la intención de hacer de esa coalición la base multilateral incluso en términos de la defensa de valores como el medio ambiente y la democracia. Objetivos geopolíticos cuyo alcance no pudo haber soñado nunca el Presidente Dwight Eisenhower cuando en 1951 se convirtió en Comandante Supremo de la OTAN.
SEGUIR LEYENDO: