“Che, ¿por qué los jugadores hablan con Ibai? Me pone nervioso eso. Pero, ¿quién es ibai? Ahora todo el mundo quiere hablar con Ibai. ¿Quién es?”, preguntó el periodista deportivo Gustavo López el viernes pasado, en su programa “Un buen momento” de radio La Red.
- Un streaming gamer -le responden-.
- ¿Quién? Me tengo que retirar, ¿quién es Ibai? ¿A quién le ganó? -insistió López-
- Es un youtuber que tiene millones de seguidores y un canal propio de Twitch.
- ¿Qué es twitch? ¡No tengo ni idea de qué es twitch! ¿Seis millones de seguidores tiene? Y a mí ¡qué me importa! Antes me ganaba la nota Closs, Niembro. Bonadeo. ¿Y ahora me la gana Ibai? ¡Este pibe no sabe nada! Y saca por teléfono al Kun y a Dybala. Yo hago 20 horas de aire, 20 puntos de rating, estoy en ESPN, la cadena internacional número uno de deportes. Entonces, yo soy un boludo y este Ibai, por estar al pedo en la casa, tiene seis millones de seguidores y ¿es el número uno? ¡Me voy!
El diálogo entre López y sus colaboradores se dio con risas de fondo e imitaciones. Medio en broma, pero también en serio, el conductor se quejó porque el streamer español Ibai Llanos había tenido notas exclusivas con Paulo Dybala y Sergio “Kun” Agüero.
Llanos, desde España, le respondió en su terreno, en un vivo de YouTube: “Pero, por favor, Gustavo, no estés tan ardido si Dybala no quiere ir contigo, pues baja un poco de nivel, no vayas con un delantero de la Juventus. Llama a un delantero que quizás está más en tu nivel, de la tercera división kenyata. Pregúntaselo, a ver si quiere ir a tu programa de ESPN con 6,4 de rating”.
Después se cruzaron al aire y Llanos volvió a responder de forma irónica.
Una frase atribuida a Ernest Hemingway, dice: “Todo sucede de a poco hasta que todo sucede de repente”. La recuerdo siempre para entender y explicar cómo se presentan en sociedad las nuevas olas. Hoy, más que nunca, lo hacen de repente, sin aviso. Abruptamente. Y lo hacen tan rápido y con tanta velocidad, que muchas veces nos golpean. De repente, alguien escuchó hablar de Uber y al mes ve en las noticias una marcha de taxistas en el Obelisco protestando porque no quieren a Uber en la ciudad. O leemos la palabra “Netflix” y al mes lo usa todo el mundo para ver películas y series. Pasa lo mismo con Whatsapp, con los stickers, con Spotify y pasó antes con Facebook, Twitter, Instagram y el ICQ. Porque dos de las características principales del actual mundo digital y conectado en red, son: 1) la escala y 2) la velocidad.
Grandes escalas a grandes velocidades. La viralidad digital es la gran protagonista de esta época, paradójicamente (o no), marcada a fuego por otro virus, el COVID-19.
El cruce entre López y Llanos se puede ver como una simple anécdota de color o analizarla más en profundidad. Entonces me parece que lo que pasó es que fuimos privilegiados: escuchamos en vivo el ruido que produjo el choque de dos mundos. Un choque que ya se viene dando hace tiempo, pero que cada vez más, presenciamos nuevos eventos que lo confirman. El choque es entre, por un lado, el mundo viejo, antiguo, tradicional, clásico, unidireccional, y por otro, el mundo nuevo, digital, en red, convergente, colaborativo, participativo, bidireccional y transparente. Ese es el que habitan Llanos y tantos otros, entre ellos, Dybala y el Kun. En ese mundo hay códigos y costumbres nuevas, desconocidas por los habitantes del mundo antiguo. No solo hay plataformas tecnológicas (Twicht o Tik Tok) sino que estas son la pantalla por donde se exponen nuevas costumbres, ideas, lenguajes (memes), modismos y consumos (música, películas, libros, series).
Siempre hubo colisiones entre dos modos de vivir, entre jóvenes y adultos, etc. Recordemos en los 60, con los Beatles “satánicos” y con sus fans con el flequillo largo, demonizados por los adultos. Con el punk a fines de los ´70, el grunge en los ’90. Cada generación nueva que toma el poder tiene su choque con su antecesora. No es nada nuevo. A fines de los 2000, surgió una chica apodada Cumbio, que con 17 años y desde su espacio (un fotolog, por eso era una “flogger”) se hizo muy conocida en internet. Entonces saltó a los medios. Los conductores de la TV la invitaban a sus programas para maltratarla y agredirla, se burlaban de ella, de su ropa, su peinado. Le preguntaban por qué se sacaban selfies todo el tiempo. No entendían por qué la seguían tantos chicos, no entendían a esa nueva tribu urbana que ya era digital. Chiche Gelblung le preguntó en vivo si era un varón. Otros programas le decían bisexual. Fue un indicio. Algo estaba por pasar.
Pero la diferencia sustancial es que ahora lo nuevo surge una velocidad tan vertiginosa, que nadie ve venir el golpe. De repente surgen chicos y chicas seguidos por millones de otros chicos. Traperos, cantantes, dibujantes, escritores, streamers, grafiteros, podcasteros, memes, modos de hablar, tatuajes, estéticas.
La argentina Nicki Nicole se presentará en el show de Jimmy Fallon. ¿Quién es? Es cantante, se llama Nicole Denise Cucco, tiene apenas 20 años y lean bien: en su canal oficial de YouTube, Nicki tiene 3,4 millones de suscriptores y todos sus videos juntos superan las... 595 millones de visualizaciones. Hay un mundo allá abajo en los sótanos de las redes que el mundo adulto no logra ver (ni entender).
¿En qué momento creció todo esto? Se preguntan muchos “adultos” de no más de 40 años, desorientados, y a veces enojados. Sus preguntas sobre Ibai son válidas porque es cierto que ni él, ni mucha gente de su edad, saben quién es Llanos, qué es Twitch, qué hace un streamer, cómo es el yeite de los eSports, qué está pasando con las criptos, etc. Y de repente, de la noche a la mañana, sale a la luz una entrevista en vivo del español nada menos que con el Kun Agüero y después otra con Dybala. Pero en realidad, lo que no se entiende es que el fenómeno es al revés.
Son los jugadores los que quieren (y piden) compartir transmisión online con el famoso streamer. Así lo explicó el mismo Llanos, con una simpleza apabullante: “Decidí dedicarme a hacer directos y empecé a tener mucha gente viéndome. Y los jugadores se empezaron a interesar en este mundillo porque ellos me seguían antes. Por eso quieren venir a mi canal a hablar conmigo, porque se lo pasarán mejor que yendo a programas como el suyo, Gustavo López. Yo no les meto ningún tipo de presión, no les he pagado nada, ni hemos acordado nada. Acá esto no funciona así. Esa gente me ve streamear, y empezamos una relación. Todo surge mediante mensajes directos de Instagram. ‘¿Te apetece? Sí. Ven’”. Es tan simple como eso. Lo explico así porque parece que de repente he caído del cielo y tengo 50 mil viewers en vivo. Pero no. Construí mi carrera en base al esfuerzo, desde cero, cobrando 100 euros. Nadie me regaló nunca nada. Pero no surge todo de la nada, Gustavo. No soy ni el mejor ni el peor haciendo esto, habrá gente que le gusta y habrá gente que no. Pero yo acá me he dejado los cojones”.
A su modo, sin proponérselo, Ibai regaló una lección con algunas de las claves sobre cómo funciona el nuevo mundo. Desintermediarios (“nuestro vínculo nació por mensajes directos de Instagram”). Esfuerzo (cuenta cómo empezó, lo difícil que es hacer vivos y captar audiencia). Otras: nueva economía y fintech (recibir ingresos de otras fuentes gracias a una gran audiencia), creatividad para entretener, entusiasmo, muchas ganas, insistencia. Interacción total y directa con su audiencia.
Y fidelidad con las plataformas de difusión. A ellos no les interesan los medios tradicionales, no los consumen, les parecen bizarros y obvio, tampoco quieren ser validado por ellos. Por eso no tiene efecto el prepotente pedido al aire de López: “A ver, llamalo y sacalo al aire”, como si le hiciera un favor.
Para estos chicos, los medios son viejos, algo que consumen sus abuelos. La brecha es abismal. Hace poco, un nene de 13 años me preguntó para qué servía Facebook.
Estas lecciones de Llanos también se pueden aplicar a otras industrias e incluso a la manera de hacer negocios en la actualidad.
López se enojó y el que se enoja pierde. Le dejó la pelota servida a Llanos y el español, como si fuera el Kun o Dybala, se la clavó en el ángulo.
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