Soy un ignorante absoluto de la epidemiología y prefiero no aplicar mis modestos conocimientos estadísticos a un fenómeno tan complejo como la pandemia. Sé, como sabemos todos, que la pandemia del COVID-19 apenas está comenzando a generar consensos sanitarios y que muchos de ellos son aún provisorios.
También soy consciente, como todos, que desde noviembre de 2020 se viene anticipando la segunda ola –más virulenta que la primera- que estamos transitando.
Incluso no escapa a mi análisis como vecino de Buenos Aires que entre el 17 de marzo y el 12 de abril hubo 5.006 contagios por COVID en las escuelas, lo que implica 330 casos diarios en promedio para los 16 días de clase y un 11% respecto del total de casos reportados para el período. ¿Eso es mucho o poco? No lo sé, no soy epidemiólogo.
Lo que sí nos consta a todos es que durante 2020, el Consejo Federal de Educación trabajó como nunca en su historia y logró, especialmente a inicios del 2021, un consenso inédito sobre la prioridad de la presencialidad mediante un acuerdo que mereció la escena soñada por los argentinos: Presidente, Ministro Nacional y Ministros/as Provinciales en una foto sin diferencias políticas e ideológicas y peleando por mejorar la educación.
Por esto, no resulta aceptable que la presencialidad escolar se fomente a la mañana y se suspenda a la noche, malogrando los acuerdos públicos, vulnerándolos en forma unilateral y enviando un mensaje confuso y contradictorio a la comunidad educativa.
El 22 de setiembre de 2020 publiqué un artículo reclamando la prioridad de la presencialidad con protocolos. En octubre, un millar de pedagogos/as de todo el espectro político e ideológico argentino firmamos el documento Concertación Educativa 2021 para posponer la grieta y enfocar en los enormes déficits que genera la educación presencial en tiempos de COVID.
Ambos planteos fueron saldados razonablemente por el Estado Nacional, las Provincias y la CABA en base a la conversación no exenta de los conflictos propios de la vida democrática.
Hace menos de una semana, y como consecuencia de un Decreto de Necesidad y Urgencia, se habían iniciado cierres totales para priorizar la educación en detrimento de casinos y bingos. Pero apenas cinco días después se decreta su cierre, sin que medie ninguna evaluación del impacto de la decisión tomada previamente.
No creo que la opción a la educación remota deba ser descartada de plano: de hecho, defendí y defiendo ese punto de vista contra visiones fundamentalistas que no consideran las ventajas de los cierres por tiempo limitado en muchos países. Pero, claramente, no es este el caso.
Por todo esto, y en mi carácter de Miembro Académico del Consejo Nacional de la Calidad Educativa, recomiendo enfáticamente se arbitren en forma inmediata los medios para revocar las nuevas medidas de restricción de la presencialidad, al mismo tiempo que evaluar los resultados de los cierres operados desde el 9 de abril y consensuar con expertos sanitaristas y educacionales los tiempos y modalidades de las eventuales restricciones en el seno del Consejo Federal de Educación; brindando la información seria, transparente y previsible que espera la sociedad argentina, particularmente nuestros hijos/as y alumnos/as.
Como en 2020, el Consejo puede ser un espacio facilitador de recomendaciones técnicas para la difícil situación que atravesamos.
Esta carta fue enviada por el profesor Mariano Narodowski al Consejo Nacional de la Calidad de la Educación
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