Todas las encuestas de opinión indican que una de las preocupaciones de la sociedad contemporánea es la corrupción que se manifiesta en todas las expresiones comunitarias, pero sobresale cuando afecta el funcionamiento de los Estados. Nadie que sea honesto intelectualmente puede desconocer el origen milenario de ésta deformación de las conductas humanas. Diría que el origen de las religiones monoteístas, con sus diversos ritos, buscan enmendar y prevenir éstas inclinaciones humanas que son un claro obstáculo para una construcción social armónica.
A todos nos preocupan estas deformaciones. En UNCAUS, además, nos proponemos asumir la cuota de responsabilidad que como centro de producción de conocimientos y su reproducción, nos corresponde: averiguar las causas de esos fenómenos, usar la capacidad de racionalizar los procesos, concatenarlos hasta llegar a conclusiones que nos permitan entender por qué suceden. Y por eso, empezamos por autoanalizarnos como comunidad académica y estudiantil para intentar autocriticarnos y así mejorar. Porque la Universidad, institución milenaria, junto a las Iglesias, de las cuales nacieron, algo tenemos que decir respecto a la estructura axiológica con que egresan de nuestras aulas las mujeres y hombres que preparamos para liderar la sociedad.
Hoy iniciamos una reflexión colectiva, un Seminario, que como su nombre lo indica, es una semilla que pretendemos plantar y que germine en los corazones, mentes y conciencias de nuestros académicos, investigadores y alumnos para que juntos hagamos un aporte a la comunidad académica nacional y a la sociedad en su conjunto, sobre los Valores con que formamos a los futuros profesionales argentinos.
Para ello la Escuela de Gobierno y Negocios del Chaco Austral, ENCA, a través de su Cátedra Libre del Encuentro, dirigida por el Padre Rafael del Blanco ha convocado a 6 personalidades comprometidas con el cultivo de Valores, vistos ellos desde las ópticas de los diferentes cultos monoteístas herederos de las Religiones Abrahámicas, así como a destacados pensadores laicos para que “motiven” las reflexiones de nuestros Claustros Académicos y Estudiantil y así, en conjunto, en el “Ágora” que queremos constituir podamos encontrar la causa de los disvalores que corroen las bases de la sociedad. Empezamos, como es siempre necesario, mirándonos a nosotros mismos, antes de juzgar a los demás.
Dije más arriba que lo que hoy conocemos por Universidades tiene sus antecedentes remotos, en nuestra cultura occidental, en el seno de las Iglesias y más precisamente de la Católica, en Europa. Su inicio, que condicionó para siempre su devenir -aunque se lo pretenda olvidar, y allí, en ese olvido, quizá residan las deformaciones actuales- fueron las Escuelas Catedralicias de los Siglos IX y X de nuestra era: así es, hace más mil años empezaron a existir nuestras Instituciones y fueron las Catedrales (de allí viene el nombre de Cátedra) europeas adónde se incubaron. Allí se empezaron a perfilar sus claustros y su futura autonomía. Y allí, en los orígenes se formaba en disciplinas y en valores. Obviamente en esos inicios, los valores estaban referidos a la Divinidad.
Cuando el devenir de la Humanidad, con sus luchas por el poder terrenal y la confusión con la representación del Divino empezaron a trabar el desarrollo de la producción de conocimientos, empezó lenta e imperceptiblemente la separación de ésta nueva Institución, la Universitaria. Dice Emilio Durkheim, el fundador, junto con Carlos Marx y Augusto Comte de la Sociología Moderna, en su imperdible estudio La Educación Moral: “Es necesario no olvidar que, todavía ayer, tenían la misma piedra angular (se refiere a la realidad moral y la realidad religiosa) puesto que Dios, centro de la Vida Religiosa, era garantía suprema del orden moral”. Y agrega luego: “Por consiguiente, si para racionalizar la moral y la educación moral, se limita uno a retirar de la disciplina moral todo lo que es religioso, se está expuesto casi inevitablemente a retirar de ella, al mismo tiempo, elementos de la moral racional; no se tendría más que una moral empobrecida y descolorida”. Permítaseme recordar que Carlos Marx, en el Capítulo 1 del Tomo 1 de El Capital referido a la Mercancía, en la cuarta Edición alemana de su obra liminar, defiende, desde otro punto de vista, el mismo principio.
Nos preguntamos en UNCAUS, y por eso convocamos a éste Seminario Interno sobre la “Crisis de la Formación en Valores de la Ciudadanía Universitaria” si no tendremos, como consecuencia de una laicización solo formal “una moral empobrecida y descolorida”, como la que Durkheim reconocía a principios del siglo XX, que tenía su país, Francia y que lo llevaron a dictar su célebre curso en la Sorbona (hoy una de las Universidades de París) de 18 Clases sobre “La Educación Moral” para contribuir a la refundación de las estructura axiológica de la educación gala.
Para entender al otro, no hay que excluirlo o destruirlo. Hay que comprenderlo. Dialogar. Eso es lo que no supieron hacer del todo bien hace siglos, las Iglesias que se recogieron hacia sus ritualismos y permitieron y a veces, hasta obligaron, en sus fanatismos, a las sociedades a desarrollarse sin principios morales fundados en la Razón. O acaso son producto de otra cosa las Fiestas Clandestinas, las coimas, “la avivada criolla” de adelantarse en las colas, pasar los semáforos en rojo o fabricar armas y distribuir drogas entre otras miles de deformaciones conductuales contemporáneas.
En UNCAUS, creemos que las Universidades tenemos algo que decir sobre nosotras mismas y sobre los Valores con que formamos a nuestros egresados. Por eso nos convocamos en nuestra Ágora.
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