Lo fundamental para analizar cualquier situación en un momento determinado del ciclo de vida de un negocio es tener en consideración el punto de partida. Lo mismo sucede al evaluar las nuevas restricciones sobre la actividad social y económica en esta segunda ola del Coronavirus.
Argentina viene de una primera ola con cuarentena estricta que dejo como resultado en 2020 una caída del PBI del 9,9%, deterioro del consumo privado con 13,1% de caída, consumo público –4,7% e inversión del 13 por ciento. Los resultados de estos números en la macro son un desempleo de 11%, pobreza de 42% e indigencia en el 10,5% de las personas.
Miremos hacia atrás para poder pensar mejor hacia adelante
1 - ¿Qué pudimos aprender de las restricciones con cuarentena estricta pasada?
Luego del cierre de comercios e industrias producto de una cuarentena estricta y prolongada nos hemos dado cuenta tarde que los protocolos en esos espacios funcionan y no es en estos lugares donde se producen los contagios masivos.
La cuenta y el saldo son negativos y duelen. Según CAME, el 15,6% de los locales comerciales del país cerraron en 2020. La tasa de mudanza registrada fue bajísima: 0,3 por ciento. No había intención de seguir con el emprendimiento. Se estima un total de 90.700 locales vacíos, con el cierre de 41.200 pymes, algo que involucró a 185.300 empleos.
2 - Sufrimiento + reflexión = progreso vs. Sufrimiento + control = incertidumbre
Si podemos reflexionar sobre lo pasado en forma racional no deberíamos volverlo a vivirlo en el futuro. Sin embargo, cuando la creencia social está arraigada en la experiencia pasada solo el tiempo de la acción puede derribar el peor de los escenarios para la decisión económica: pensar que el control no tendrá fin, se pueda intensificar e incluso llevar a un escenario peor con un punto de partido mucho más débil para la mayoría de los Argentinos y el propio Estado.
Según CAME, el 15,6% de los locales comerciales del país cerraron en 2020
El inversor norteamericano Peter Lynch, quien consiguió rentabilidad anual media de 29,2 % entre 1977 y 1990 más que duplicando al S&P 500, expresó: “Tener acciones es como tener hijos. No inviertas en más de las que puedes controlar”.
Si cada decisión del Estado Nacional es comparable a una acción y cada gestión una inversión preventiva para el contagio social del COVID-19, la mejor decisión que puede tomar es controlar aquello que vale la pena y no todo en todo momento. El resto es una batalla pérdida con costos enormes como los que padecimos en 2020.
3 - El bolsillo de la calle está mal, pero el bolsillo del Estado está peor
La recaudación mejoró en marzo un 72% interanual y juega a favor la mejora de la actividad económica, sumado al pago del impuesto a la riqueza por única vez y las retenciones al campo en temporada de liquidación de divisas. Sin embargo, las cuentas públicas son deficitarias y en marzo el Banco Central debió asistir al Tesoro con $135 mil millones. El margen para mayor asistencia social al estilo IFE 2020 (9 millones de personas) es imposible y el REPRO III ofrecido más acotado que el ATP. La segunda ola lleva al Estado a una gran encrucijada. Los números en rojo no dan margen para asistencia social en un año eleccionario y en pandemia. Si incrementa el déficit tendrá más emisión, más inflación y los números que le mostró Martín Guzmán al FMI en plena negociación se verán alterados en un momento en el que le ministro de Economía está un road show por Europa y Asia para negociar deuda de USD 2.400 millones con el Club de París que tiene vencimiento en mayo de este año.
Se estima un total de 90.700 locales vacíos, con el cierre de 41.200 pymes, algo que involucró a 185.300 empleos
4 - La pandemia sanitaria sucede en el mundo, la pandemia estructural a la Argentina
Mientras las principales ciudades europeas vuelven a cerrar su comercio y sus fronteras por los contagios, nuestro país además enfrenta la pandemia estructural de su economía con un tablero macroeconómico con un déficit fiscal sin financiamiento externo y deuda respecto del PBI del 100% con próximos vencimientos sin capacidad de pago. Por otra parte, la inversión no crece desde hace 10 años y para financiar el déficit se incrementará este año la presión tributaria respecto del PBI que pasaría del 23,8 % de 2020 a 24,8%, según el Iaraf. Por su parte, se recurrirá a la emisión monetaria y el mercado local para financiar el déficit como única herramienta. Las reformas tributarias, laborales y previsionales no se hicieron por que en el medio se prueba una vez más con mayor ajuste sobre el sector privado a expensas de no ajustar las cuentas del sector público. El resultado será malo nuevamente como desde hace décadas.
5 - La decisión técnica superada por la decisión política eleccionaria trae más costos que beneficios
La toma de beneficio de corto plazo sin considerar el costo en el mediano plazo y sin un plan alternativo para que el costo no sea mayor siempre será un perjuicio. Los argentinos estamos domesticados a experiencia de elecciones políticas. Sucedió con Mauricio Macri y pasará ahora con Alberto Fernández. Llegan las elecciones y se intenta retrasar el tipo de cambio oficial para que no genere mayor impacto en la inflación, se modera el aumento de tarifas para no llevarle malas noticias al electorado, se suben los límites del minino imponible de impuesto a las ganancias a los trabajadores como un acto de justicia, se suben topes y escalas del Monotributo –pero no se transparentan las escalas por inflación, pero se deja para el final autónomos–, y se incrementan los subsidios sociales. En el año intermedio se toman todas las decisiones que no se tomaron en el año electoral y los ciudadanos pagan todos juntos los costos del retraso de las decisiones y del aplazo permanente.
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