América Latina transitó una de sus mejores décadas entre 2000 y 2010, durante el denominado “súper ciclo” de materias primas, pero en la década posterior se amesetó. Sería poco serio generalizar sobre una región con 650 millones de habitantes y diferentes realidades geopolíticas. En la política económica, se perciben cuotas de realismo pragmático con cucharadas de realismo mágico. Hacemos un repaso muy sintético.
En América Central se respira una sensibilidad especial al cambio climático. El déficit estructural de materias primas vuelve a esta subregión vulnerable y le genera problemas de seguridad alimentaria. Se trata de una zona muy alineada con Estados Unidos.
Pasadas casi tres décadas y rediseñado en la época de Donald Trump, el NAFTA ha ofrecido poco al socio más frágil del Tratado. Su presidente en el poder, Andrés López Obrador, aparece discutido por muchas de sus decisiones, pero aparentemente consolida su poder. Se mantienen tensiones por delitos contra políticos y periodistas involucrados, y abundan los conflictos relacionados con narcotráfico e inseguridad ciudadana. Su PBI crece con moderación, pero su industria está en crisis desplazada en parte por los menores costos de Asia.
El petróleo en 60 dólares es un buen precio. Si bien la sucesión de Nicolás Maduro es muy incierta, pareciera que el régimen autocrático está para quedarse con el apoyo de Cuba. Se percibe muy hegemónico el socialismo del siglo XXI. No existe oposición pero Juan Guaidó es una luz de esperanza para la alternativa de terminar con la dictadura socialista. Lo apoya Biden, que adhiere al diagnóstico de Michelle Bachellet sobre el estado de los derechos humanos en Venezuela. Tanto en la macro como en la micro, es el país al que peor le va en la región, entre el doble mercado cambiario que implica una seria distorsión y un populismo que divide la sociedad en dos facciones.
Colombia. Sospechas de corrupción en la gestión anterior de Uribe empañan su aparentemente exitoso período. En un contexto benévolo de la macro, la inflación se mantiene moderada y se observa mucha inversión extranjera. Las FARC en total retroceso es un gran logro para el país , habrá que ver como se da el reciclaje a la política.
Ecuador. Se cumplen 21 años del dólar como moneda con gran aceptación. Gracias a su hegemonismo, Correa puede poner su candidato. La inflación es baja. Entre los hechos positivos de la gestión de Correa se destaca lo realizado en educación en cuanto a formación de docentes, y en infraestructura, con la inversión en carreteras. Si bien no existe oposición articulada, habrá que esperar la segunda vuelta.
Perú. La volatilidad política aparenta no asustar a los mercados, el ruido institucional de alguna manera parece internalizado. Desde 1990 Perú es sinónimo de inversión y desde 1990 logra continuidad en política económica. Su minería se mantiene muy dinámica, sin críticas severas de opinión pública en la agenda ambiental. También se exhibe muy pujante el proyecto energético de Camisea. Sin embargo, los problemas afloran en la sierra y en la selva, zonas más atrasadas que no reciben el derrame del crecimiento. En suma, Perú está mejorando, pero es un país muy pobre, se erige como estrella de la región por todo lo que crece, pero sigue “corriendo de atrás”, y se perciben dos países en contraste, con un deficiente índice de Gini, difícil de corregir. Además, la recesión le pegó fuerte en 2020. Junto con Argentina es de los países que más cayeron.
Bolivia. Su pobreza estructural está a la orden del día. Con un Banco Central ordenado, la macro se mantiene en piloto automático. Es clave el impacto del gas natural. En continuidad con la línea de Evo Morales, la ideología de izquierda moderada domina sin grandes modificaciones, y la tensión con Santa Cruz de la Sierra se mantiene bajo control.
Paraguay. El Partido Colorado sigue en el poder, revueltas callejeras mediante algunos pedidos de juicio político al Presidente. El empresario Horacio Cartes sigue vigente y con chances de ganar protagonismo en las decisiones. En su economía son claves la soja y la carne vacuna. Está pendiente el arreglo contractual por Itaipú. Paraguay es el país del mundo con mayor electricidad por habitante, pero tiene por delante un gran desafío en infraestructura y educación, y está muy retrasado en el índice WEF de competitividad, elaborado por el Foro Económico Mundial.
Chile. Sigue creciendo, pero a la expectativa de la reforma constitucional. Debería apuntar a la búsqueda de nuevos sectores para desarrollar, y salir de las materias primas, o al menos complementarlas. Muy sólido en deuda pública y frente fiscal. Está corrigiendo el pedido social por nuevo marco para la equidad. Podría ganar un comunista, por la derecha a las elecciones va Lavín.
Uruguay. Sus muy buenos sus últimos 20 años, se expresan en los 15.000 dólares <i>per cápita</i> del país, resultado de mantenerse firme en calidad de decisión pública, con un sector agropecuario fortalecido y aprovechando el desarrollo forestal que derivó en las tres fábricas de pasta de papel.
Brasil. Finalmente, el hermano mayor enfrentó una crisis de gabinete el pasado 29 de marzo. Con un gobierno muy apoyado en militares, Jair Bolsonaro quiere permanecer en el poder como líder populista, pero Lula lo puede desafiar en las urnas. El ministerio de economía Paulo Guedes lleva adelante mientras tanto una agenda liberal. A pesar de su muy mal manejo de la pandemia, Brasil tiene gran potencial, y siempre puede seguir siendo “el país del futuro”, como decía el escritor Stefan Zweig.
La consultora Latinobarómetro señala que el funcionamiento de la economía es la clave para la opinión pública. Si funciona le da sustento a ciertos regímenes, aunque sean autoritarios. Y la economía está dominando el escenario latinoamericano. En tiempos de autocracias como Rusia y China, esta tendencia significa un riesgo para la región.
Todos los países latinoamericanos –o casi todos, porque Chile parece ser la excepción– se encuentran con dificultades de competitividad. Así y todo, el panorama puede ser relativamente alentador para los países emergentes, en un mundo donde los países centrales siguen inmersos en problemas.
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