Por qué la extrema pobreza es un flagelo muy difícil de reducir

Persiste un clima de desaliento a los negocios, con amenaza de más regulaciones y penalidades a las empresas

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Integrantes de comedores sociales se
Integrantes de comedores sociales se movilizan para denunciar la "reducción en los gramajes de las raciones de comida" que la administración de Horario Rodríguez Larreta entrega a los establecimientos hoy, en la sede de la Jefatura de Gobierno de Buenos Aires (Argentina). EFE/Demian Alday Estévez

Sin duda la segunda ola de covid-19 es un problema serio, pero tal vez porque el Gobierno nunca utilizó el tiempo de la cuarentena eterna para poner en condiciones el sistema de salud y organizar debidamente una masiva y efectiva compra de vacunas para hacer una adecuada campaña de prevención y mitigar los efectos de los contagios. Y para peor, algunas dosis fueron utilizadas discrecionalmente con “amigos” del poder, incluidos algunos jóvenes militantes de La Cámpora.

Pero también es un problema extremadamente serio el singular nivel de pobreza en el país, 42% de la población en el segundo semestre 2020, porque la Argentina no puede darse el lujo de frenar otra vez la actividad económica, aunque sea parcialmente, como lo hacen otras naciones.

La Argentina tiene un ingreso por habitante de USD 8.000 por año, mientras que el promedio de la Unión Europea es de USD 39.000 por habitante. Y, aun así, algunos estados miembros de ese bloque enfrentan marchas de protesta por la cuarentena que imponen algunos de los gobiernos.

La Argentina tiene un ingreso por habitante de USD 8.000 por año, mientras que el promedio de la Unión Europea es de USD 39.000 por habitante. Y, aun así, algunos estados miembros de ese bloque enfrentan marchas de protesta por la cuarentena

Es más, mientras entre 2010 y 2020 la población argentina creció 11%, el PBI cayó 14%. La torta se transformó en un alfajor y llegaron más comensales a la mesa, y dando lugar a un violento aumento de la pobreza, y también de la indigencia. El 60% de ese tiempo gobernó el kirchnerismo y el otro 40% el gradualismo de Cambiemos.

En realidad, desde la vuelta de la democracia en 1983, se observa una repetida competencia populista en la cual los diferentes partidos políticos compiten por ver quién ofrece quitarle el fruto de su trabajo a unos para dárselo a otros, hasta llegar a un punto en que están dados todos los incentivos para no producir y de tratar de vivir sin generar riqueza.

Reglas de juego perversas

Es más, las reglas de juego para producir en la Argentina son perversas. Si alguien produce tela para ropa, le dan protección arancelaria, si otro ensambla celulares en Tierra del Fuego tiene todo tipo de subsidios, ahora si una empresa se propone invertir y crear puestos de trabajo en un país con más 19 millones de pobres, 4,5 millones de indigentes, más de 11% de la oferta laboral desocupada, y se esfuerza por ser competitivo, el Estado lo esquilma a impuestos, le pone mil regulaciones, controles, prohibiciones para exportar y, además, si Pablo Moyano le bloquea la planta para que no pueda trabajar, el Estado se toma todo el tiempo del mundo para resolverle el problema. Si es que se lo resuelve.

En otras palabras, el Estado no la deja trabajar en tiempos normales, y en tiempos de pandemia la limita y hasta la considera infractora y la amenaza con el castigo de la ley; y si el Estado no lo molesta en ninguno de los dos casos, los piqueteros o Moyano se van a encargar de complicarle la vida para que no pueda trabajar libremente.

Es más, en un país con 4,4 millones de indigentes, es decir que no cuentan con los ingresos suficientes para poder comprar la canasta básica de alimentos, el Estado decidió perseguir a los que producen carne y todo tipo de productos de primera necesidad. Siguen creyendo en el cuento de la oligarquía vacuna.

El Estado no deja trabajar
El Estado no deja trabajar libremente a las empresas en tiempos normales, y en tiempos de pandemia las limita y hasta las considera infractoras y las amenaza con el castigo de la ley (EFE)

La economía está estancada desde mediados de 2010, el último dato disponible del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) muestra que el PBI está llegando al nivel de febrero de 2020, el mes anterior a la cuarentena, el cual a su vez estaba debajo del registrado en noviembre de 2019, el último mes completo del gobierno de Cambiemos, y ya arrastraba 2 años en recesión, vuelto a valores de 10 años antes, y más atrás si se lo ajusta por habitante.

Ese escenario, y la falta de un plan económico creíble, derivó en el inicio de un éxodo de jóvenes profesionales, y también de empresarios y compañías. En 2019 emigraron 1.013.414 personas, siendo los principales destinos España y los Estados Unidos, y en menor medida Chile, Italia, Paraguay, Bolivia, Brasil, entre otros.

No obstante, ese año inmigraron 2.212.879 personas, mayormente de Paraguay, Bolivia, Chile y Perú, según datos de publicados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Resulta realmente curioso que siendo un país que expulsa a sus hijos y empresas por falta de oportunidades, tenga un saldo neto positivo entre inmigrantes e emigrantes, de casi 1,2 millones de personas. Argentina no es la misma de fines del siglo XIX y principios del XX que atraía gente de todas partes del mundo por las reglas de juego que ofrecía para prosperar.

Agotamiento de los recursos

Bajo estas condiciones de decadencia y pobreza el Gobierno cometió groseros errores en la política para mitigar la pandemia, y en la campaña de vacunación de las pocas dosis recibidas respecto de las que había estimado seis meses atrás, con lo cual los márgenes económicos para enfrentar la segunda ola de covid-19 son mínimos, por no decir nulos.

No hay margen fiscal para otorgar subsidios a las empresas que no facturan o que acusan una grave caída de ventas, pero igual tienen que pagar los sueldos de sus empleados.

No hay margen fiscal para otorgar subsidios a las empresas que no facturan o que acusan una grave caída de ventas, pero igual tienen que pagar los sueldos de sus empleados

Los últimos datos oficiales mostraron que entre febrero de 2020 y enero de 2021 el sector que mayor cantidad de puestos de trabajo perdió fue el de hotelería y restaurantes: 57.400 puestos, los que vuelven a ser fuertemente golpeados con las nuevas medidas de restricciones horarias y prohibiciones.

Los números fiscales son horribles, la Argentina no tiene moneda, ni ahorro interno; las empresas cierran sus puertas y se van del país; porque la falta de perspectivas quita cualquier sueño innovador.

Con este panorama el Gobierno no tiene mejor idea que decir que la gente se quede en su casa y volver a cerrar la actividad, no tan violentamente como en 2020, pero con restricciones importantes para sectores muy golpeados, que anticipan que la pobreza e indigencia se mantendrán en altos niveles, y muy probablemente en aumento.

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