Hace más de un año la pandemia del coronavirus impactó en nuestro país y en todo el mundo. Nuestro sector, el de la hospitalidad, el turismo y la gastronomía sufrió y sufre el golpe más importante de nuestra historia. Por impacto y por tamaño, somos la actividad más castigada de Argentina. Nos vimos obligados a cerrar nuestras puertas, a priorizar la salud y las medidas sanitarias. Continuamos manteniendo todos los rigurosos protocolos sanitarios que aún hoy limitan de manera considerable nuestra capacidad y han agregado importantes costos a nuestras operaciones.
Hoy, un año después, estamos en peligro de extinción. Y con nuevas medidas restrictivas en el horizonte. Aprendimos la lección el año pasado: las medidas sanitarias y económicas son necesariamente dos caras de la misma moneda. El daño es irreparable ante la falta de cualquiera de las dos. A medida que avanza la pandemia, todos debemos extremar precauciones sanitarias. Pero junto a eso y con el mismo rigor, deben estar las medidas económicas compensatorias.
Hasta diciembre del 2020 cerraron más de 10 mil locales en todo el país. De no haber estado la asistencia nacional a través del programa de ATP el daño hubiese sido exponencial. Con mayores restricciones y sin decisiones que compensen el costo, estimamos que en los próximos meses perderemos 15 mil locales más. Ya se perdieron más de 150 mil puestos de trabajo, sin medidas a tiempo se perderán otros 200 mil, el 80% jóvenes de menos de 24 años, la franja más castigada por desempleo de toda la población. Arrastramos deudas con proveedores, créditos que tenemos que seguir pagando, una inflación que no cede y un esquema impositivo que nos ahoga. La situación es realmente crítica.
Sin el aporte de Nación, CABA y provincias, el camino es indefectiblemente la quiebra y la desaparición para prácticamente todo el sector.
¿Qué necesitamos para sostenernos? Mantener un esquema de subsidios a los salarios que permita sostener las fuentes laborales a pesar de la fuerte caída en la actividad y vinculado a las restricciones vigentes. Prorrogar exoneración de IIBB en CABA hasta fin de año y al igual que sucede en los países que consideran la actividad como estratégica, llevar el IVA a la mitad. Incentivar el nuevo empleo y el consumo en nuestros locales y hoteles, como se logró hacer con el exitoso programa de Pre Viaje, que permite que, en cuanto surjan nuevas oportunidades, se pueda acelerar el dinamismo propio de esta industria, que es la principal generadora de empleo por peso invertido.
Hemos demostrado que una actividad controlada y con protocolos es parte de la solución y no el problema que representa la clandestinidad por fuera de toda norma. Sin embargo, trasladar el costo de las restricciones es imposible de sostener económicamente.
Desde el sector gastronómico ya le escribimos una carta al Presidente de la Nación, Alberto Fernández, al Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta y muchos otros gobernadores rogándoles que vean la situación y, por el bien de Argentina, decidan las medidas que compensen las de aislamiento y puedan sostenerlas.
En un momento donde la grieta política se hace presente en todos lados, la hospitalidad argentina está más unida que nunca. Todos juntos, unidos, vamos a seguir trabajando para no desaparecer.
Solo en 2019 nuestro sector representó cerca de 500.000 millones de pesos del producto bruto interno. Somos uno de los generadores de trabajo más grandes de la Argentina. El mayor empleador por metro cuadrado en comercio. El principal empleador de jóvenes de menos de 24 años. La tercera actividad que más divisas genera. Y parte de la identidad de las ciudades y las historias de vida de nuestros queridos clientes.
No tenemos más margen. Ya no sabemos cómo decirlo. Si no nos ayudan, nos caemos todos.
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