La precarización del empleo y la inflación en alza explican el empeoramiento de las condiciones sociales del país

Pese a la mejora en el nivel de actividad económica, la situación socioeconómica de fondo se reflejó en el dato del Indec y no se prevé que mejore este año en forma significativa

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La inflación y el empleo
La inflación y el empleo precario explican la suba de la pobreza

Los datos de indigencia y pobreza publicados por INDEC permiten precisar lo que se avizoraba a partir de otros indicadores socioeconómicos publicados por el organismo: algo más de uno de cada diez argentinos (10,5%) es indigente y algo más de cuatro de cada diez compatriotas (42%) vive en situación de pobreza.

El derrotero que nos llevó hasta la situación actual es bastante conocido: luego de varios años de crecimiento que permitieron reducir significativamente el porcentaje de población indigente y pobre, hacia finales de la primera década del siglo comenzó a ser evidente que Argentina acumulaba una serie de desequilibrios macroeconómicos que, de no corregirse, restringirían mucho la capacidad para crecer y reducir la pobreza.

Esos problemas empezaron a manifestarse con mayor claridad a partir de 2011, cuando el país se embarcó en un sube y baja donde la economía creció en años impares, aquellos donde se celebraron elecciones, y cayó en los años pares, tras la resaca electoral. En esas condiciones, la tasa de pobreza fluctuó en niveles de entre 26% y 32% hasta 2017, el mejor año en términos de resultados económicos de la gestión anterior. El optimismo que generó en marzo de 2018 el anuncio de la menor tasa de pobreza en varios años (la correspondiente al segundo semestre de 2017) se desvaneció apenas un mes después, a fines de abril de 2018, cuando se desencadenó la primera de las crisis cambiarias que afectaron fuertemente el desempeño económico durante ese año y el siguiente. Desde ese momento, el porcentaje de población en condiciones de pobreza fue mayor en cada nueva medición, superando ampliamente el 30% a partir del segundo semestre de 2018.

El dato de pobreza que conocimos un año atrás, 35.5%, indica el porcentaje de población en pobreza con el que inició su mandato el actual gobierno. En ese momento, con la pandemia ya presente y con la cuarentena recién iniciada, las perspectivas de reducción de la pobreza en el corto plazo eran nulas, y la única duda era saber cuánto subiría ese porcentaje durante el año. El dato conocido hoy implica que, pandemia y cuarentena mediante, la tasa de pobreza subió en 6.5 puntos porcentuales, hasta ubicarse en un más que preocupante 42.0%. La gravedad del dato se incrementa al observar la incidencia de la pobreza entre niños y niñas de hasta 14 años de edad: en este caso la tasa sube hasta 57.7%.

¿Por qué la tasa de pobreza siguió creciendo durante el segundo semestre de 2020, aun cuando la cuarentena comenzó a relajarse en el período y la actividad económica tendió a incrementarse? Buena parte de la explicación se encuentra en una cuestión técnica: el dato que conocimos no refiere a la tasa de pobreza el mes de diciembre, sino que refleja la situación promedio durante los seis meses del segundo semestre. En ese sentido, el dato de pobreza del primer semestre de 2020 (40.9%) no capturaba completamente la magnitud del impacto de la pandemia y la dura cuarentena del segundo trimestre del año, ya que los resultados de dicho trimestre se promediaban con los del primer trimestre, donde aún la pandemia no había afectado a nuestro país.

El dato de pobreza del primer semestre de 2020 (40,9%) no capturaba completamente la magnitud del impacto de la pandemia y la dura cuarentena del segundo trimestre del año

Pero no todo el resultado se reduce a esta cuestión técnica, la información disponible permite aproximar la tasa de pobreza del último trimestre del año, y la misma habría sido 45.2%, apenas por debajo del 47.2% que se observó durante el segundo trimestre, cuando más dura fue la cuarentena y la retracción económica. Este resultado tan negativo para el último trimestre del año se explica por el deterioro acumulado en el mercado laboral, donde los empleos que se fueron recuperando al relajarse la cuarentena fueron mayormente precarios, y el impacto de la aceleración inflacionaria que se dio a partir de finales del año pasado en el poder adquisitivo de los hogares. Esta aceleración inflacionaria, que llega hasta estos días, constituye la principal barrera para reducir la pobreza en el año en curso, juntamente con la amenaza de recrudecimiento de la pandemia que estamos viviendo en estos días. Aunque es esperable que la recuperación económica que se espera para este año reduzca la incidencia de la pobreza durante 2021, la magnitud de la reducción va a estar condicionada por lo que ocurra con la inflación a lo largo del año.

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