La importancia de la inteligencia artificial como recurso para combatir la pandemia

La ciencia está de nuestro lado en la lucha contra el COVID-19 y en el cuidado de la salud en general

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La inteligencia artificial como recurso para combatir la pandemia (Foto: REUTERS/Monicah Mwangi)
La inteligencia artificial como recurso para combatir la pandemia (Foto: REUTERS/Monicah Mwangi)

El campo de aplicación de la inteligencia artificial (IA) es enorme y su uso para combatir los flagelos del coronavirus no es la excepción. De hecho, se ha observado un claro incremento de esta tecnología en el ámbito de la salud y la investigación: desde la creación de todo tipo de dispositivos inteligentes para detectar el más mínimo y temprano síntoma indicativo de contagio, hasta el diseño de nuevos patrones de investigación para la cura de COVID-19.

La IA se caracteriza por la inmensa capacidad de analizar datos de diferentes fuentes. Por ejemplo, examina la literatura científica para arribar a relaciones entre genes, enfermedades y drogas que aceleran los pasos de una investigación alcanzando nuevas terapias. Por otro lado, esta misma capacidad permite hipotetizar modificaciones estructurales dadas por mutaciones en la secuencia de las proteínas virales y pronosticar incluso nuevas variantes, información crucial para el desarrollo de vacunas.

A su vez, la IA puede ser puesta a trabajar en el análisis del impacto de políticas públicas de salud, epidemiológicas o incluso en la logística de la distribución en la cadena de suministros de insumos médicos. Las estrategias tecnológicas permiten evitar nuevos brotes, tal como el caso del rastreo de contacto de personas que han estado con infectados confirmados.

A escala nacional, se pueden encontrar diferentes ejemplos de tecnologías semejantes puestas al servicio de la lucha contra la pandemia. La empresa Entelai ha desarrollado un software que analiza placas radiográficas de tórax para la detección temprana de infección pulmonar por SARS-CoV-2. La tos de pacientes con COVID-19 también podría ser identificada por algoritmos que son entrenados con tal fin. Estas estrategias de detección de pacientes infectados se complementan con chatbots que permiten establecer con simples preguntas si el paciente presenta los síntomas característicos de coronavirus. Todos los anteriores ejemplos resultan en herramientas cruciales para el triaje del paciente y permiten a su vez un mejor uso de los recursos humanos especializados en salud, facilitando y reduciendo la carga de su trabajo.

En el plano internacional, la IA se ha asociado con la robótica fuertemente para proveer servicios en la industria. Ya en tiempos de prepandemia, entre 2018 y 2019, las ventas mundiales de robots para servicios profesionales aumentaron un 32% según datos de la Federación Internacional de Robótica. En particular, la pandemia ha acelerado esta transformación y diferentes robots han sido reprogramados para combatir los flagelos del COVID 19. Tal es el caso de los robots ninja de Tailandia, que pueden detectar la temperatura de un paciente, supervisar la evolución de los síntomas y permitir al personal sanitario y los pacientes conectarse por videoconferencia. Además, sus creadores prometen que pronto podrán llevar comida y medicamentos a los pacientes y desinfectar las habitaciones de los hospitales.

Recientemente los creadores de Sophia, un personaje moldeado por la robótica a la figura humana que encapsula poderosos algoritmos que fueron entrenados con diferentes bases de datos de imagen, sonido y textos para poder responder a la interacción con las personas, ha sido reconfigurada para su producción en masa y de asistencia hogareña en contexto de COVID-19.

Similar a lo que ocurre en un chatbot, Sophia fue prediseñada y entrenada por sus desarrolladores para responder preguntas y procesar el lenguaje verbal y no verbal del interlocutor con el que interactúa. Gracias a sus oídos-parlantes puede reconocer y transformar el lenguaje verbal, el cual lo traduce a texto y analiza para responder. Además, puede contextualizar a través de sus cámaras-ojos el lenguaje no-verbal de su interlocutor captando las expresiones y movimientos típicos que éste genera al hablar bajo diferentes estados emocionales (felicidad, tristeza, enojo, miedo, asco, sorpresa y “neutro”), permitiendo responder de forma más adecuada a cada situación. Incluso, su comunicación se maximiza a través de emular con su cara -hecha de un material sintético moldeable en tiempo real- las gestualidades pertinentes en sus respuestas.

La idea de los robots sociales como Sophia se centra en la interacción con personas, para su entretenimiento o servicio. En este sentido, estos robots pueden servir de compañía para personas que permanecen en soledad aisladas o bajo distanciamiento como en el caso de pacientes con COVID-19, pero además para la detección temprana de síntomas y su consecuente aviso a los profesionales de salud.

Este estilo de robots no solo es pensado como acompañantes sociales, sino también podrían realizar las actividades consideradas peligrosas para el humano debido al alto riesgo de contagio. Solo es cuestión de confiar y entregarnos a las bondades de la quinta revolución industrial. La ciencia está de nuestro lado en la lucha contra el coronavirus y en el cuidado de la salud en general también.

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