Bajan el Impuesto a las Ganancias para las personas, pero cada vez hay menos empresas que contratan personal

Los cambios tributarios y los efectos sobre el mercado de trabajo en un año que arrastra los efectos de la crisis sanitaria

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El sábado la Cámara de Diputados le dio media sanción a los incrementos de las deducciones del Impuesto a las Ganancias para los ingresos de las personas en relación de dependencia.

De acuerdo con lo informado, el “costo fiscal” en pérdida de recaudación serían unos $48.000 millones, monto que vuelve a los bolsillos del contribuyente para reactivar el consumo. Sin dudas que toda baja de la carga tributaria es muy bienvenida, pero luce raro que ese monto sea suficiente para impulsar la actividad económica, dado que representa apenas 0,2% del consumo privado de todo 2020, o menos del 3% del gasto agregado de un mes.

Toda baja de la carga tributaria es muy bienvenida, pero luce raro que ese monto sea suficiente para impulsar la actividad económica, dado que representa apenas 0,2% del consumo privado en un año

Por otro lado, sin perjuicio de lo bueno que es reducir impuestos, la realidad es que la carga tributaria disminuye poco para “estimular” el consumo, pero sigue creciendo para las empresas y para la economía en su conjunto.

En los 29 años que van entre 1991 y 2020 la carga tributaria consolidada, es decir, sumando la presión impositiva de la nación y de las provincias, aumentó el 65,8%, aunque en realidad a nivel nacional subió 63% y a nivel provincial 81,5%. Es decir, la presión fiscal en el conjunto de las gobernaciones aumentó más que en el caso de la Administración Central y, aun así, la mayoría de las 24 grandes jurisdicciones en que se divide el país están económicamente colapsadas y con una pésima calidad del gasto público.

Los datos de la presión impositiva consolidada, sumando impuestos nacionales y provinciales pueden verse en el siguiente gráfico.

La estadística oficial revela que es a partir de la llegada del kirchnerismo al gobierno central en 2003, la carga tributaria, medida como recaudación impositiva/PBI, comienza a aumentar hasta llegar a un pico del 37,5% en 2013. Luego baja un par de puntos durante la gestión de Mauricio Macri, hasta 28,8% del PBI y en 2020 vuelve a incrementarse, casi en dos puntos porcentuales. Lo concreto es que entre 1991, cuando se lanzó el régimen de convertibilidad, fija entre el peso y el dólar, y 2020, aumentó 12 puntos porcentuales del PBI y sin embargo la salud pública es un desastre, la educación pública brilla por su ausencia y la seguridad casi no existe.

Hoy hay un Estado más grande e ineficiente que genera, además de problemas fiscales, problemas de ineficiencia en la economía

Hoy hay un Estado más grande e ineficiente que genera, además de problemas fiscales, problemas de ineficiencia en la economía porque hay que pagar dos veces por todo: se paga impuestos para tener salud pero por sus deficiencias muchos optan por pagar la medicina privada; se pagan impuestos para tener educación pero crece la matrícula en los colegios privados y disminuye en los estatales por falta del servicio; se paga impuestos para tener seguridad, pero muchos deben contratar sistemas particular, además de invertir e alarmas, alambres electrificados, casillas de custodia personal y demás medidas preventivas.

Más carga y más déficit

Pero hay otro dato que también hay que tener en cuenta. Si se toma la recaudación impositiva consolidada durante la era K, la recaudación/PBI crece 7,8 puntos porcentuales, en tanto que el resultado fiscal consolidado pasó de un superávit global de 1,59% del PBI en 2003 a un déficit de 7,24% del PBI. O sea, un recorrido de deterioro fiscal consolidado de 8,83% del PBI a pesar de haberse incrementado la presión impositiva en 7,8 puntos del PBI. Algo totalmente delirante, y agobiante sobre la sociedad en su conjunto, familias y empresas.

Es más, si se toma el 2004 cuando se alcanza un superávit consolidado de 3,54% del PBI y se termina 2015 con un déficit de 7,24% del PBI, el recorrido de deterioro fiscal es de casi 11 puntos porcentuales a pesar del fenomenal viento de cola externo en ese período, fruto de la suba de los precios internacionales de las materias primas que exporta la Argentina.

Es tal el grado de deterioro de la economía que ni por casualidad se va a poder resolver la caída en el nivel de actividad del 2020 con la amarrete reducción de la carga impositiva sobre las personas humanas que se acaba de aprobar en el Congreso, más allá de la necesidad para mucha gente de que le eliminen o bajen el Impuesto a las Ganancias.

Es tal el grado de deterioro de la economía que ni por casualidad se va a poder resolver la caída en el nivel de actividad del 2020 con la amarrete reducción de la carga impositiva sobre las personas

Pero el punto a destacar es que mientras a algunas personas físicas se les reduce algo la carga tributaria, a las empresas las siguen afectando, a punto de liquidarlas, con más impuestos y haciendo la vida imposible con regulaciones y controles, pese a que ya no le queda más jugo para exprimir, como lo revela el cierre de establecimientos y las pérdidas netas de puestos de trabajo.

Restricciones y descontrol

Sin duda que hoy día bajar impuestos no es cosa sencilla sin reducción de gasto público, sin embargo, como muestra basta un botón: las organizaciones “sociales” vinculadas con el gobierno manejan planes sociales por $82.000 millones de acuerdo a una investigación de Infobae. Es decir, estas organizaciones piqueteras manejan 71% más de dinero que lo que se estima se reducirá el cobro del Impuesto a las Ganancias a las personas físicas, si el Senado no introduce cambios a la media sanción del proyecto de ley por parte de Diputados.

Ni que hablar con la cantidad de empleados “ñoquis” que existen en los tres niveles de gobiernos cuya masa salarial equivale a 6% del PBI aproximadamente, excluida la correspondiente al personal docente, de la salud, fuerzas de seguridad y fuerzas armadas.

En síntesis, no está mal la reducción del pago de Ganancias a los trabajadores, pero claramente la iniciativa luce más como “jueguito para la tribuna” que como un inicio de un camino de solución de los problemas económicos.

Argentina necesita un plan económico integral que incluya reformas monetaria, laboral, desregulación de la economía, reforma del Estado con baja del gasto, reforma tributaria e integrarse al mundo, algo que parece espantar al presidente Fernández.

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