Rusia y China: su punto de vista sobre la democracia

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Vladimir Putin y Xi Jinping, presidentes de Rusia y China, respectivamente
Vladimir Putin y Xi Jinping, presidentes de Rusia y China, respectivamente

Este martes, al concluir una visita oficial de Cancilleres a China, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, realizó un pronunciamiento expresando la necesidad urgente de convocar a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU dado el contexto de creciente agitación política internacional. Agregó que: “El modelo de interacción entre Rusia y China se encuentra en su mejor momento de toda la historia, está libre de ataduras ideológicas, no está sujeto a oportunismos y no se dirige contra nadie”.

Estos países coinciden en destacar su punto de vista de la democracia como “uno de los logros del desarrollo humano”. No obstante, aclararon que “no hay un estándar uniforme para el modelo democrático” y que “la injerencia en asuntos internos de estados soberanos con el pretexto de promover la democracia es inaceptable”.

Justamente estos aspectos nos hacen pensar como Rusia y China tienen una idea muy poco definida de lo que realmente es la democracia plural.

Por ejemplo, en estos días trascendieron las sanciones a funcionarios chinos por parte de la Unión Europea, Reino Unido, Estados Unidos y Canadá por la represión hacia la minoría musulmana Uigur de la región de Xinjiang. Dichas sanciones .por parte de estos estados democráticos- son considerados por China y Rusia como “inaceptables¨.

En el 2014, el presidente chino Xi Jinping comenzó la “guerra popular contra el terrorismo” en la Región Autónoma Uigur de Xinjiang compuesto por sus pobladores, los uigures, quienes constituyen casi el 90% de la población de dicha provincia.

Funcionarios de alto nivel estatal y militar (siguiendo órdenes de Pekín) amenazaron con eliminarlos por completo, llegando a destruirlos “de raíz y rama”. Todo ello a fin de “romper su linaje, romper sus raíces, romper sus conexiones y romper sus orígenes”.

Hace pocos días, un informe del Newlines Institute for Strategy and Policy demostró como la República Popular de China tiene la responsabilidad estatal de cometer el genocidio contra los uigures, violando de esta forma la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (mejor conocida como la Convención sobre el Genocidio) de 1948.

Este informe está basado en un amplio examen de evidencia disponible y la aplicación el derecho internacional a las pruebas arrojadas por los hechos sucedidos en dicha provincia. El estudio fue realizado por reconocidos expertos en derecho internacional, derechos humanos, genocidio y políticas étnicas de China.

El artículo 2 de la mencionada Convención de Genocidio del 1948 refiere al mismo como “la intención de destruir, total o parcialmente, [a un grupo protegido] como tal”. Como se desprende del mencionado artículo esta definición no exige declaraciones explícitas y podemos ver como se identifica perfectamente con lo que se desarrollará.

Anteriormente, Pekín negó la existencia de campos de detención masiva, denominados “Campos de Reeducación”, destinados a cambiar el pensamiento político de los detenidos, sus identidades y sus creencias religiosas. Se estima que posiblemente más de un millón de uigures los ocupan.

En algunas de estas instalaciones mantienen a las personas detenidas durante todo el día, mientras que en otros los liberan por la noche para regresar a sus hogares. El New York Times ha informado que los integrantes de estos campos de reeducación, se ven obligados a “cantar himnos elogiando al Partido Comunista Chino y escribir ensayos de autocrítica”.

Al día de hoy, Pekín ha cambiado al afirmar que los campamentos sirven para “combatir el terrorismo” y brindar capacitación a los uigures. Sin embargo, los activistas en derechos humanos, han ejercido una gran presión para abrir los campamentos a los visitantes extranjeros, aunque dichas presiones no han tenido éxito.

Por su parte, diversos medios de comunicación han dado cuenta que muchos de los pobladores fueron detenidos por la fuerza y se encuentran en condiciones severas y antihigiénicas mientras los sometían a un adoctrinamiento político.

El perímetro en un centro de Xinjiang donde son ingresados los uigures (Reuters)
El perímetro en un centro de Xinjiang donde son ingresados los uigures (Reuters)

Demostración de ello, es el citado informe de Newlines Institute for Strategy and Policy. A continuación, se transcriben los principales puntos considerados:

-Infiltración de hogares por mandato gubernamental. Desde 2014, el gobierno de China ha desplegado grupos Han para residir en los hogares uigures como veedores, lo que ha provocado la ruptura de los lazos familiares.

-Internamiento masivo. En 2017, el órgano legislativo de la Región Autónoma Uigur de Xinjiang legalizó formalmente el internamiento masivo de uigures amparándose en regulaciones para hacer frente al extremismo. El alto funcionario de seguridad y sus entidades expidieron un manual y un conjunto de documentos en toda la región con órdenes de controlar a los uigures, “acelerar la construcción” y la expansión de los campos de internamiento masivo, “aumentar la disciplina y el castigo” dentro de los campos y mantener una “estricta confidencialidad” sobre toda la información para que ésta no sea “difundida” ni “abierta al público”.

-Estrategia masiva de control natal.

-Traslado forzoso de niños uigures a instalaciones estatales

-Erradicación de la identidad, la comunidad y la vida doméstica Uigur.

-Blanco selectivo de intelectuales y líderes comunitarios. “Matanza de miembros del grupo”. Hay informes de muertes masivas y muertes de destacados líderes uigures quienes han sido selectivamente condenados a muerte por ejecución o, en el caso de ancianos, por encarcelamiento prolongado.

-Existen evidencias de lesiones graves a la integridad física o mental de los miembros del grupo. Los uigures están siendo sometidos a graves daños físicos y mentales a causa de la tortura sistemática y el trato cruel, incluida la violación, el abuso sexual, la explotación y la humillación pública, a manos de los funcionarios de los campos de internamiento y los grupos Han que han sido asignados a hogares uigures bajo el respaldo de los programas establecidos por el Gobierno. Los campos de internamiento contienen “salas de interrogatorio” designadas, donde los uigures detenidos son sometidos a métodos de tortura consistentes y brutales, que incluyen golpizas con picanas metálicas, descargas eléctricas y latigazos. Se da cuenta de simulacros de ejecución, las “autocríticas públicas” y el confinamiento solitario. El internamiento masivo y los programas gubernamentales relacionados están diseñados para adoctrinar y “lavar cerebros”, esto ha impulsado a los uigures a cometer suicidios o intentos de suicidio.”

En la misma línea y como es de público conocimiento, este mismo sistema que podemos encontrar en los campos de reeducación, es aplicado en distintas fábricas controladas, y demás ámbitos laborales chinos.

Trabajadores caminan por el perímetro de un centro de reclusión en Dabancheng, en Xinjiang (Reuters)
Trabajadores caminan por el perímetro de un centro de reclusión en Dabancheng, en Xinjiang (Reuters)

Ante ello, deberíamos preguntarnos si dicho mecanismo de trabajo puede considerarse como trabajo forzado, y entonces ¿El trabajo (forzado) enaltecerá al hombre?

El Cuerpo de Producción y Construcción de Xinjiang es una organización político-militar que gobierna de facto amplios territorios y numerosas ciudades de Xinjiang, y que ha alcanzado acuerdos de colaboración económica con varias empresas chinas.

Se ha identificado 27 fábricas en nueve provincias chinas que utilizan mano de obra uigur transferida desde Xinjiang desde 2017. Esas fábricas son parte de la cadena de suministro de 83 marcas internacionales.

Entre 2017 y 2019, estimamos que al menos 80.000 uigures fueron transferidos de Xinjiang y asignados a fábricas a través de programas de transferencia laboral bajo una política de Pekín conocida como Ayuda de Xinjiang.

En las fábricas suelen vivir en dormitorios segregados. Fuera del horario laboral, asisten a clases de mandarín, participan en la educación patriótica y se les impide practicar su religión. A cada 50 trabajadores uigures se les asigna un cuidador del gobierno y son monitorizados por personal de seguridad. Tienen poca libertad de movimiento.

El Comité de la ONU para la Eliminación de la Discriminación Racial expresó a finales de agosto su preocupación por la situación de los uigures. Ante lo cual, como integrantes de un mundo más libre y multicultural, tenemos la responsabilidad de tomar consciencia.

El autor es egresado del Fu Hsing Kang College y presidente del Foro Uruguay Democrático

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