Educación: afloran las terribles consecuencias de la pandemia

Como en las inundaciones, los estragos se hacen visibles cuando se retira el agua. La gravedad del daño educativo aparece cuando las familias y las escuelas intentan regresar a la normalidad

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(Foto: Cáritas Argentina)
(Foto: Cáritas Argentina)

Con la emergencia educativa generada por la pandemia pasa un poco lo mismo que con las inundaciones: las terribles consecuencias comienzan a verse cuando baja el agua. Mientras dura la emergencia, las organizaciones que operamos sobre el terreno tratamos de llevar el máximo alivio posible a la población que sufre y resolver los problemas más urgentes. Pero la gravedad del daño producido empieza a verse cuando las familias intentan regresar a algo parecido a su normalidad.

La brecha educativa: desigualdad para las familias pobres

La pandemia ha dejado en evidencia la gigantesca brecha que existe en la sociedad. Se hizo visible la ausencia de condiciones materiales adecuadas y herramientas de tecnología digital en las poblaciones vulnerables. A partir de un estudio realizado por Cáritas Argentina pudimos determinar que el 84,1 por ciento de las familias relevadas tiene serias dificultades para la conectividad, lo cual limita el acceso de los niños, niñas y adolescentes a las tareas escolares virtuales y al sistema educativo. Esta cifra es determinante, porque indica que sólo el 15% de la población en edad escolar recibió en forma estable clases virtuales.

Pero los problemas no terminan ahí: el 75% se ve en dificultades para obtener vestimenta adecuada y el 70,5% para acceder a la compra de insumos básicos de higiene y seguridad. Un dato que llama mucho la atención es que pese a la idea instalada de que todos usan tapabocas, un 52.3% de las familias relevadas tiene dificultades para adquirir elementos de protección, en tanto el 40,9% de los encuestados convive con otras problemáticas sociales, como consumos o abuso de sustancias o violencia familiar.

Este panorama desolador indica que desde marzo hasta el fin del ciclo 2020, más de 11 millones de estudiantes no regresaron a las aulas y siguieron con lecciones a distancia. A partir de octubre, comenzaron las actividades de revinculación y 4.9 millones de alumnos -el 43% del total- fueron habilitados para desarrollar esas actividades, recreativas y de reencuentro al aire libre, que no fueron clases formales. Pero en 9 provincias nunca se realizó un intento por recuperar el vínculo presencial en todo el año y recién ahora los chicos están volviendo a las escuelas.

En el camino, según información oficial, a mediados de año eran un millón los estudiantes que habían perdido vínculo con la escuela. Esa desconexión redundará en una suba pronunciada de la deserción escolar. Entre junio y noviembre la comunicación diaria entre estudiantes y maestros se redujo 11 puntos porcentuales. Los contactos se volvieron cada vez más esporádicos y las vinculaciones cada 15 días pasaron a ser más frecuentes. Con el paso de los meses, disminuyó en 6,5 % la proporción de alumnos que destinaron más de 3 horas por día a sus actividades escolares (de 52,2% a 45,7% entre los dos semestres). Y aumentó la proporción de estudiantes que no realizó ninguna tarea de la escuela. Como consecuencia, a nivel nacional, cerca de 1,5 millones de estudiantes de los distintos niveles educativos se verían desvinculados de la escolarización en 2021, según cálculos de FLACSO.

La educación es el proceso que hace libres a las personas, sin distinciones, porque quienes acceden a ella se constituyen en agentes de transformación de su propia realidad. Es una herramienta fundamental para la inclusión social y la equidad, que permite entender críticamente la realidad como un proceso donde el futuro no es algo preestablecido, sino algo en continua construcción que depende en gran medida de nosotros. Sin embargo, para las comunidades más vulnerables, la cuarentena constituyó una pauta muy exigente y compleja de concretar, que planteó nuevos desafíos educativos en nuestro país, como son establecer un vínculo pedagógico virtual, atendiendo a distintos contextos sociales, manteniendo clases y actividades.

El programa Emaús y una ayuda educativa

Cáritas Argentina dio este año un gran impulso a su programa educativo: el Plan Emaús, creado en 2007 y presente en 20 provincias argentinas con 186 espacios educativos, que alcanzan a un total de 19.500 asistentes. Emaús es una propuesta integral de asistencia que puede ser adaptado según la realidad particular de cada comunidad. Cada uno de los espacios educativos es coordinado por asistentes técnicos locales, que cuentan con formación pedagógica y social y equipamiento de calidad. Llegan a ser centros socioeducativos y culturales de abordaje integral. Se brindó apoyo escolar virtual, se elaboró material didáctico y se logró articular con el Ministerio de Educación el envío de cuadernillos a los espacios educativos para las familias que no tienen acceso a dispositivos o conexión a Internet.

Pero, como se menciona al inicio de este artículo, esto es solo el alivio que se intentó llevar a la mayor cantidad posible de familias. En unos meses, cuando la campaña de vacunación comience a mostrar sus resultados, se verá con crudeza lo que dejó el aislamiento, la falta de oportunidades y la desigualdad. También la ausencia de vínculos y afectos, la relación comunicativa personalizada. No habrá tiempo para lamentarse ni echar culpas, solo para trabajar y recuperar el tiempo perdido.

Como dice monseñor Carlos Tissera, presidente de Caritas Argentina, siempre tenemos razones para la esperanza cristiana.

El autor es director ejecutivo de Cáritas Argentina

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