El sofisma de los dólares genuinos

Es falso que los únicas divisas para crecer sean los de las exportaciones. Los países que generan confianza atraen inversiones extranjeras y ahorro del resto del mundo

El ministro de Economía, Martín Guzmán (EFE/Juan Mabromata/Archivo)

El problema de Argentina es la falta de dólares. La condición necesaria para crecer es poder exportar más. Sin los dólares genuinos de las exportaciones, no podremos crecer de forma sostenida.

Las anteriores afirmaciones forman parte de cierto consenso entre economistas argentinos. Estos profesionales comparten la idea (a nuestro juicio errónea) de que el problema del país es la falta de divisas, como si en economía hubiese bienes económicos que no fuesen escasos.

La teoría ha sido recientemente repetida por el Ministro de Economía, Martín Guzmán. En una presentación ofrecida en la Universidad Nacional de Catamarca, el funcionario explicaba que la frecuente inestabilidad de la economía argentina se debía a la incapacidad de generar una buena dinámica exportadora:

“Es necesario que las exportaciones tengan una dinámica de crecimiento consistente con el crecimiento del mercado interno (…) Esto es aritmética pura, cuando la economía crece, las importaciones crecen, la demanda de divisas crece (…) Así que cuando crecemos, si queremos poder financiar el crecimiento, necesitamos poder financiar las importaciones, y eso requiere de divisas. Y para tener divisas, la forma genuina de generarlas es con el crecimiento de las exportaciones”.

Conceptos similares vertió en su última aparición en una entrevista televisiva.

¿Qué está diciendo Guzmán?

Básicamente que tener déficits comerciales no es sostenible en el tiempo. Es decir, que para que la economía crezca de forma sostenible –sin crisis ni recesiones–, hay que evitar los déficits de la cuenta corriente del balance de pagos. Es decir: tener un exceso de exportaciones que haga que ingresen, de forma neta, divisas al país.

Esta idea de que los dólares genuinos son solamente los que vienen de las exportaciones no es cierta. Tampoco lo es que los déficits en cuenta corriente (es decir, exportaciones menores que las importaciones) sean un impedimento para el crecimiento sostenible.

En los últimos 25 años desde 1995 hasta 2019, Chile tuvo un déficit de la cuenta corriente en 18, mientras que Perú en 21

En un artículo publicado del año 2016, el economista experto en comercio internacional, Daniel Ikenson, explicaba que desde el año 1975 la economía de los Estados Unidos había tenido déficits de la cuenta corriente en forma sistemática, pero que eso no había significado ninguna traba para el crecimiento:

“Durante los últimos 41 años de déficits comerciales consecutivos, el tamaño de la economía estadounidense se triplicó en términos reales, el valor agregado de la industria manufacturera se cuadruplicó, y el número de empleos en la economía casi se duplicó, sobrepasando el ritmo al que creció la población activa”.

Claro que frente a esta realidad se podría argumentar que el problema de la falta de dólares no aplica a los Estados Unidos puesto que dicho país no es ni más ni menos que el emisor de la moneda de la discordia.

Ahora bien, si esto fuera así, los desequilibrios de la cuenta corriente sí deberían ser un problema para la sostenibilidad del crecimiento en países latinoamericanos además de Argentina. Al fin y al cabo, ellos tampoco imprimen dólares, y también tienden a importar más a medida que sus economías crecen.

Chile y Perú

La realidad es que esto tampoco ocurre allí. En los últimos 25 años desde 1995 hasta 2019, Chile tuvo un déficit de la cuenta corriente en 18, mientras que Perú en 21. Es decir que, en 18 y 21 años sobre un total de 25, estos dos países recibieron menos “dólares genuinos” de los que entregaron al mundo para pagar importaciones.

¿Y cómo les fue a sus economías? ¡Muy bien!

No es condición necesaria para crecer exportar más, Sí lo es que el gobierno genere un marco de condiciones que generen inversión y crédito de largo plazo

Desde 1995 Perú tuvo solo un año de recesión. Así como se lee, solamente en 1998 en Perú el PBI cayó durante el extenso período que va desde 1995 a 2019. En Chile esto ocurrió solamente en dos oportunidades, en 1999 y en 2009.

Si nos enfocamos en la evolución de su PBI per cápita en dólares constantes, en dicho período Perú y Chile lo multiplicaron por dos (+109% y +95%), mientras que en Argentina éste solo creció 27%.

Ahora bien, ¿cómo se explica que, frente a la falta de “dólares genuinos”, economías que no emiten dólares puedan financiar su crecimiento sin tener crisis económicas como las que ha vivido la Argentina?

La respuesta es sencilla: es falso que los únicos dólares genuinos para crecer sean los de las exportaciones. Los países que generan confianza atraen inversiones extranjeras y ahorro del resto del mundo, que son divisas que se pueden usar perfectamente para financiar décadas de crecimiento.

Tampoco es cierto que los déficits en cuenta corriente (es decir, exportaciones menores que las importaciones) sean un impedimento para el crecimiento sostenible

Y esto es lo que ha pasado en Perú, Chile y otros países alrededor del mundo. Es que, como explica Douglas Irwin, los desequilibrios comerciales dependen del flujo de capitales, y mientras los gobiernos generen las condiciones de confianza necesaria para atraer esos flujos, entonces perfectamente llegarán divisas al país para financiar el rojo de la cuenta comercial.

Bajando el ejemplo al caso de una empresa, ésta puede sostener el aumento de la producción no solo en base a sus ingresos por ventas, sino producto del crédito que reciba de los bancos o las inyecciones de capital que hagan sus accionistas. Esto ocurre nada menos que en el caso de Tesla, que hace años avanza en su producción financiándose de esta forma.

Para cerrar, la teoría que maneja el Gobierno no es válida. No es condición necesaria para crecer exportar más. Sí lo es que el gobierno genere un marco de condiciones que generen inversión y crédito de largo plazo. Y para eso hay que pagar las deudas, bajar la inflación, y dotar de mayor libertad al sector productivo de la economía.

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