El jueves 11 de marzo de 2021 las protestas que se desarrollan simultáneamente en Paraguay y Formosa cumplen una semana y las dos han tenido como desencadenante el COVID-19, aunque con características distintas.
En la provincia argentina el detonante fue el reclamo contra el retorno a la Fase 1 (la más estricta). Esto implica volver al máximo nivel de restricciones: limitación de movimientos, acentuación del confinamiento y cese de actividades económicas como el comercio. La capital provincial fue el inicio y epicentro de las protestas, que fueron escalando contra el gobernador provincial Gildo Insfrán, que está en su quinto periodo de gobierno -después de otros dos como vicegobernador-. La represión policial de las protestas generó más movilizaciones y llevó a líderes relevantes de la oposición a hacerse presentes en la provincia para apoyar los reclamos en las calles.
En Paraguay, el actual oficialismo -el Partido Colorado- lleva gobernando más de 70 años el país, desde que en 1947. La ´única excepción a esta hegemonía se vivió durante el trunco periodo presidencial iniciado por el ex obispo Fernando Lugo en 2008, destituido en 2012.
Una semana atrás, en Asunción del Paraguay, se iniciaron protestas contra el gobierno por la improvisación frente a la escalada de la pandemia. La saturación de los centros sanitarios y las demoras para poner en marcha la vacunación fueron los reclamos más importantes. Las protestas en las calles de la capital paraguaya se han intensificado y también han originado represión, lo que ha generado, al igual que en Formosa, nuevos reclamos.
En ambos casos el COVID-19 fue el desencadenante y terminó generando un reclamo político del cual participa la oposición, que en última instancia exigía la renuncia de los dos gobernantes, el presidente paraguayo Mario Abdo Benítez y el gobernador formoseño Gildo Insfrán. No aparece ninguna conexión política entre la oposición paraguaya y la formoseña al poner en marcha las protestas simultáneamente.
Paraguay ha vivido en los últimos años un proceso de modernización económica, que socialmente se ha puesto en evidencia con el surgimiento de una clase media pujante, sobre todo en Asunción. Formosa, en cambio, no ha tenido un proceso similar y mantiene una economía centrada en el estado provincial y ha sufrido los efectos negativos de la economía argentina en los últimos años. Pero históricamente han sido regiones muy ligadas: ambas cuentan en su interior con poblaciones indígenas significativas, pero además comparten un importante tránsito de personas por la frontera y de intenso comercio. Esta situación ha creado espacios de ilegalidad entre los cuales se desarrollan estas actividades.
En las últimas década del Siglo XIX, cuando se delimita la frontera entre Argentina y Paraguay, se hace sobre una entidad geográfica y social que era la misma. Entrando en la tercera década del Siglo XXI hay cambios pero también similitudes.
Un dato sin embargo es relevante en lo que está sucediendo: Paraguay es un consumidor intensivo de televisión argentina y la provincia del noreste argentino lo es de los canales paraguayos. La televisión no tiene frontera. Durante esta semana de protesta la frontera del Río Pilcomayo fue superada por imágenes que los protagonistas de los dos conflictos ven del otro en simultáneo. En Paraguay el conflicto está nacionalizado y se personifica en el presidente; en la Argentina el conflicto, aunque se trate de una provincia chica en población y PBI, también se ha personalizado y nacionalizado en la figura del gobernador Insfrán, al que el presidente Alberto Fernández ha recibido para expresar su respaldo. Varios de sus ministros también han dicho que es víctima de una campaña de difamación. Para la oposición, se trata de un conflicto nacional del que busca sacar ventaja.
Se observa así, en este fenómeno de simultaneidad, una clave histórico-geográfica que tiene sus raíces en el Siglo XIX y los fenómenos comunicacionales del Siglo XX.
Por último, en cuanto a las redes sociales, éstas juegan un papel relevante tanto en Asunción como en la capital de Formosa, pero en el interior de ambas las redes tienen un bajísimo nivel de penetración.
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