La revolución del ecofeminismo

En la cadena jerárquica de las cosas hay que cambiarlo todo. La naturaleza debe ser considerada como sujeto con derecho a existir, a una relación de convivencia

El mundo de las cosas

Nublados en el sueño de las cosas, olvidamos las relaciones.

¿Pero qué es la cosificación? Transformar las relaciones en relaciones con las cosas, adecuadas al mercantilismo. Relaciones de dominación, de ejecución. Funciones nada creadoras.

Lxs sujetxs originarios de pueblos colonizados, las mujeres y el mundo natural, en algún momento se volvieron cosas. Opuestas a entidades vivientes.

Hay una percepción que surge de lo que recibimos del patriarcado y es la idea de progreso donde la explotación categorizó como cosa, como mercancía, a todos los seres que nos desarrollamos en la envoltura de la biosfera. No es que nos hayamos desecho del uso y la venta de animales humanos y no humanos, como en el caso del pangolín traficado y la pandemia, o la mega industrialización de seres vivos ligados a la idea de progreso. También el extractivismo conduce a la eliminación: hasta que el recurso se agote existe para su venta. Noemi Klein no tiene dudas al afirmar que los supremacistas blancos, hombres, son mortales para el planeta y tienen fortunas incalculables.

Ecofeminismo

En 1974 Françoise d’Eaubonne adoptó por primera vez el término de ecofeminismo. Lo hizo para representar el potencial que tienen las mujeres para encabezar una revolución ecológica que conlleva nuevas relaciones de género y una relación distinta entre los seres humanos y la naturaleza. La lucha comenzó mucho antes sin un nombre, la mujer ha ejercido una economía de cuidado desde siempre. A la Naturaleza la denominamos Madre. Y el abuso de la Madre Naturaleza pudo resultar en el permiso de todas las violaciones reiteradas: cosas para ser usadas, cuando no extinguidas, muertas. Es cierto que son las mujeres provenientes de áreas rurales y familias pobres las que resultan afectadas de manera más negativa y las que han participado más activamente en los movimientos ambientales, por eso hay corrientes ecofeministas que toman ese arquetipo de la Gran Madre, la Pachamama, en estas latitudes, para pensar la función esencial asignada como género. Vandana Shiva es una referente en la creación de bancos de semillas libres de patentes.

En la argentina el movimiento feminista se reagrupó en un cuerpo colectivo con el foco en la Ley del Aborto Seguro y, esa lucha que tiene detrás a muchas mujeres, resultó dura pero poderosa. Se puede. Ese cuerpo colectivo tiene un enorme potencial. Por algo la UTT (unión de trabajadorxs de la tierra) junto con su exitosa campaña de soberanía alimentaria convocaron a encuentros de mujeres para definir su rumbo. Este año las Escritoras No Hay Cultura sin Mundo, Gabriela Cabezón Cámara, Maristella Svampa, Gabriela Massuh entre otras, difundimos tres cartas con destino a las autoridades y a la sociedad: #Ecocidio, #Ley de Humedales y Los mensajes del Agua #elaguasujetodederecho (este último junto con Pacto Ecosocial del Sur); tomamos la voz como trabajadoras de la palabra.

Sujetxs de derechos

En la cadena jerárquica de las cosas, hay que cambiarlo todo. La reciente cotización del agua en Wall Street como un bien escaso para su mercantilización a través de concesiones privadas es infame.

Los derechos humanos y los derechos de la naturaleza deben ser consideradxs como sujetxs con derecho a existir, a no ser explotados, a una relación de convivencia.

La nueva amenaza es la Bomba Ecológica, que puede explotar en las mismas manos que la crearon. Sería mejor para la biosfera incluir a la especie humana pero sólo si interactúa sin destruir. El mundo roto y cosificado precisa reparación a causa de nuestra negligencia y este patriarcado de mala calidad necesita un ecofeminisimo que reforme la trama social. De no ser así, con todas las relaciones frustradas, con la Tierra, las familias, lxs hijxs, con la tecnología, tendremos que abandonar el nido.

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