En 1911, Julieta Lanteri fue pionera al emitir el primer voto femenino de América del Sur. Ese derecho se amplió a todas las mujeres argentinas en 1947. En 1991 empezamos a revertir la ausencia femenina en el Congreso a través de la ley de cupo y completamos ese logro en 2018 con la paridad legislativa. En 2012, se incorporó la figura de femicidio en el Código Penal argentino y desde 2020, Argentina es uno de los pocos países de la región que legalizaron la interrupción voluntaria del embarazo. A lo largo de un siglo, hubo avances sostenidos en el tiempo en pos de las autonomías de las mujeres. Pero hay un ámbito en el que no solo los avances fueron escasos sino donde estamos estancados y la pandemia amenaza con hacernos retroceder: la autonomía económica. 2021 puede marcar un nuevo hito si dirigimos los esfuerzos en esta dirección.
En las primeras economías de la civilización humana, existía una clara división sexual: el trabajo remunerado (en su mayoría manual) era para los varones y el trabajo doméstico (no remunerado) para las mujeres. Ahora estamos en 2021 y debería sorprendernos que aún sea un fenómeno persistente que a las mujeres nos cueste más trabajar obteniendo un ingreso por ello, en Argentina y en gran parte del mundo. En nuestro país sólo 6 de cada 10 mujeres en edad de trabajar somos económicamente activas mientras que 8 de 10 varones lo son. Esta brecha se mantuvo casi intacta en los últimos 20 años. No logramos achicarla. Y aquellas mujeres que sí accedemos al mercado laboral tenemos peores trayectorias: nos cuesta mantenernos en el mercado y tenemos peores empleos.
Estamos en 2021 y debería sorprendernos que aún sea un fenómeno persistente que a las mujeres nos cueste más trabajar obteniendo un ingreso por ello, en Argentina y en gran parte del mundo
La crisis desatada por la pandemia está ampliando la brecha de participación laboral y exacerbando estas trayectorias desfavorables. La suspensión de las clases presenciales y el cierre de los espacios de cuidado, clubes y otras actividades implicó que las mujeres tuvimos nuestro tiempo mucho más limitado y con un impacto nítido en la inserción laboral femenina: en 2020 las mujeres experimentamos una caída más fuerte en la tasa de empleo y un crecimiento mayor en la tasa de desempleo que los varones.
Sin embargo, a través de la construcción de consensos intersectoriales que incluyan, pero excedan, a la política pública, es posible mitigar los efectos nocivos que está teniendo la pandemia en las brechas de género en el mundo del trabajo y potenciar que se construyan nuevas reglas más igualitarias.
Desde AgendaXlaIgualdad (Axl) queremos empujar esta transformación. AxI es una red federal e intersectorial compuesto por líderes y lideresas del mercado laboral, quienes promueven una mayor y mejor participación de las mujeres en la economía. De cara al 2021, nos proponemos cuatro ejes de trabajo concretos sobre los cuales se puede iniciar esa discusión.
En nuestro país sólo 6 de cada 10 mujeres en edad de trabajar somos económicamente activas mientras que 8 de 10 varones lo son. Esta brecha se mantuvo casi intacta en los últimos 20 años
Eje uno: reducir la informalidad en el empleo doméstico. Casi 1 de cada 5 de las mujeres que trabajan lo hacen en el sector doméstico, sector mal remunerado y en el que la informalidad alcanza un 75%. Las campañas de sensibilización y difusión que comuniquen los ya existentes incentivos fiscales para las personas que registran a sus trabajadoras domésticas, junto con el envío de cartas personalizadas para incentivar el registro son buenos antecedentes para reanudar y expandir a todo el país. Complementariamente, es posible ampliar la oferta de formación y profesionalización para las trabajadoras del sector y potenciar el diálogo social como mecanismo para generar mejores condiciones laborales.
Eje dos: lograr una mayor participación de mujeres en los sectores más dinámicos de la economía, al incrementar la cantidad de inscriptas en ingeniería y ciencias aplicadas. Pese a que las mujeres alcanzan mayores niveles educativos, ellas están subrepresentadas en el sector tecnológico, uno de los más dinámicos y con mejores proyecciones a futuro. Una de las estrategias que mejor ha funcionado es la implementación de medidas innovadoras en orientación vocacional como plataformas específicamente orientadas a mujeres jóvenes con información sobre las perspectivas laborales y salariales de las distintas carreras. Esta iniciativa se puede potenciar con una asociación con el sector privado para realizar visitas a las empresas en la instancia de vocación profesional, y luego para conseguir becas y pasantías con cupo diferencial para mujeres.
Casi 1 de cada 5 de las mujeres que trabajan lo hacen en el sector doméstico, sector mal remunerado y en el que la informalidad alcanza un 75 por ciento
Eje tres: incrementar la representación de mujeres en posiciones de toma de decisión. En nuestro país, sólo 3 de cada 10 posiciones jerárquicas son ocupadas por mujeres, pese a que las mujeres accedemos a mayores niveles educativos. Estos “techos de cristal” están asociados con los estereotipos que asignan determinadas habilidades y comportamientos a los distintos géneros: mientras que la racionalidad y el cálculo son vistos como rasgos masculinos, la emocionalidad se contempla como lo característico de las mujeres. La ambición suele ser penada moralmente para ellas. Simbólicamente, entonces, son consideradas como menos deseables para liderar u ocupar puestos de alta calificación. Paralelamente, las mujeres destinan tres veces más tiempo que los varones al trabajo doméstico y tareas de cuidado no remuneradas. Por ello, es fundamental tener una mirada crítica e informada sobre los obstáculos que implica la distribución desigual del trabajo no remunerado en el acceso de las mujeres a las posiciones jerárquicas.
Eje cuatro: contribuir a la puesta en marcha de un sistema integral y federal de cuidados. El Poder ejecutivo nacional ya anunció que está elaborando un ante-proyecto para enviar al Congreso y hay varias iniciativas en el legislativo, además de esfuerzos de varios distritos por dar respuesta a esta problemática. Mejorar las condiciones laborales de las cuidadoras, ampliar la disponibilidad de espacios de cuidado junto a reabrir las escuelas y extender las jornadas educativas no solo permitiría reducir la brecha en la participación laboral, sino que también podría contribuir a la reactivación económica.
Los ‘techos de cristal están asociados con los estereotipos que asignan determinadas habilidades y comportamientos a los distintos géneros: mientras que la racionalidad y el cálculo son vistos como rasgos masculinos
Avanzar en este sendero es una asignatura pendiente en los derechos de las mujeres y también una búsqueda por crecer. No se trata de una distribución distinta de los recursos existentes, sino de ampliar esos recursos. Llegó la hora de la autonomía económica. Llegó la hora de #AgendaXlaIgualdad.
Las autoras de esta columna son integrantes del colectivo AgendaxlaIgualdad
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