El día de ayer durante el discurso en cadena nacional del Poder Ejecutivo, el terreno principal de interés fue el tema judicial y volver a recuperar la iniciativa política con las vacunas contra el COVID-19 luego del misilazo letal que recibió esa estrategia electoral y épica discursiva por parte de fuego supuestamente amigo.
Ambas líneas discursivas tuvieron como prioridades mostrar la solidez de la variopinto frente gobernante y en especial lo que la ciencia política comienza a ver como un oxímoron o hipervicepresidencialismo de coalición. Todo un desafío para la centenaria tradición presidencialista y unipersonal de la política vernácula. Desde ya, con vistas a las elecciones legislativas del presidente año. El lema 2019 de heladeras llenas y asados ha quedado en el olvido discursivo y el énfasis apunta para otro lado. Ni que decir de la galopante inseguridad cotidiana y en especial el la provincia de Buenos Aires, Santa Fe, etc. Pese a esa primacía absoluta de lo doméstico y del cortó plazo, se produjeron algunas referencias al área de la política exterior.
Comenzando por otro oxímoron, en este caso lo que el Alberto Fernández definió cómo idealismo realista. Si vamos a los significados que estos términos tienen en cualquier universidad en el mundo, se trata de dos corrientes contrapuestas entre si. Como suele decir el realismo sobre las consignas idealistas, el infierno está esta empedrado de buenas intenciones. Asimismo, una de las claves del idealismo es un mundo de hombres libres y con gobiernos democráticos, republicanos y aferrados a la ley y las instituciones. El símbolo político de esta corriente fue y es el Presidente W. Wilson que dirigió los destinos de los EEUU durante la Primera Guerra Mundial. Lo que pocos recuerdan es que pocos años antes lanzó una de las últimas invasiones militares a territorio mexicano.
Asimismo, durante el agitado año 2020 diversos sectores intelectuales y ONGs de los EEUU elevaron pedidos para sacar el nombre de Wilson de diversas instituciones por su supuesto pasado racista. Una mirada de los países que el actual gobierno argentino tiene en alta estima y pulcro cuidado al referirse a ellos, distan de estar caracterizados por ser democracias republicanas y con plenitud respeto a los DDHH. Los casos regionales de Cuba y Venezuela y los globales como es el caso de China son algunos de ejemplos. Todos estos regímenes vienen siendo duramente criticados y condenados por las mismas organizaciones internacionales de DDHH que fueron de vital ayuda para los perseguidos por el Proceso Militar en la Argentina. En esa época, éstas ONG fueron consideradas por nuestra progresia como aliados y valiosas. Ahora en cambio, son criticados duramente por osar cuestionar a esos gobiernos. Vayamos ahora al termino realista. La premisa básica de esta corriente intelectual creada 2400 años atrás por el marino e historiador ateniense Tucidides en su monumental obra La Guerra del Peloponeso, es la necesidad vital de lideres que le den un rol totalmente marginal a sus preferencias ideológicas. Esa visión tuvo monumentales personajes en el siglo XIX como Metternich, Bismark, etc.
En el mundo de las ideas del siglo XX sobresalieron cerebros realistas como Carr, Morgenthau, Kennan, Kissinger, Waltz, Aron y Mearsheimer. Si cualquiera de ellos se hubiese enterado que la Argentina no tuvo vinculo político estrecho con Brasil durante el año pasado por supuestos prejuicios ideológicos, pocas dudas caben que no sabrían si reír o llorar. Lo más probable, lo primero. Todas las referencias que hubo en el discurso de ayer a la política interna de los países vecinos es la antítesis del realismo. Más aún cuando el mismo gobierno argentino luego levanta la bandera de no inmiscuirse en el plano interno de Venezuela y Cuba.
Vayamos finalmente el comentario más o menos indirecto que hubo sobre EEUU. En el país Argentina donde los anti y pro Washington se levantan y se acuestan pensando en dólares y buscan que sus hijos aprendan Inglés, la aspereza con la Casa Blanca es considerado un paso de comedia imperdible para la tribuna. Por más que la misma esté semivacia por el COVID-19. Algo semejante a criticar CABA desde Recoleta y Puerto Madero. En este sentido, al menos un Ministro parece ser amigable con los EEUU o sea el de Economía. Sin olvidarnos que el joven economista viene de estudiar, trabajar y vivir allí y seguramente allí regresará.
El rol de Washington en la renegociación con el FMI es un factor clave. Veremos si la soja a más de 500 da margen para postergar una negociación real y concreta con ese organismo internacional para después de.las elecciones legislativas. La idea es llegar a esa contienda con la menor cantidad de malas noticias posibles. O sea, tarifas congeladas, dólar que no suba más allá de 150, moderar en todo lo posible la embestida contra el campo, dejar de lado el alarmismo extremo biológico que emanada de oficiales el año pasado al hablar del Covid y mostrar que hay vacunas para todos sin saltar la fila como dicen algunos o violando el código penal como dicen tantos otros.
En otras áreas del gobierno no parece haber esa misma búsqueda de buena sintonía con los EEUU o como muestra el balance militar del IISS de Londres de la semana pasada, la potencia que concentra el 41 por ciento del gasto militar del mundo y por amplio margen el país que emite la mayor moneda de reserva internacional. Sin ir más lejos los contestatarios regímenes cubano y venezolano, avanzan a paso firme hacia la dolarización de sus economías. Paradojas del comunismo del siglo XXI. Otra forma de verlo es mirar con atención que países se ha reservado el hipervicepresidencialismo argentino para designar. embajadores. La respuesta para muchos observadores atentos dentro y fuera de la Argentina, es China, Rusia y Cuba. No así EEUU y Brasil.
En un sistema bipolar no polarizado como define Roberto Russell el actual y futuro escenario internacional, la clave para países con agudas fragilidades y debilidades como la Argentina, es un verdadero realismo y máxima prudencia. Buscando espacios de beneficio mutuo tanto con Washington y con China y sumando masa crítica de poder reforzando la integración y cooperación con Brasil y Chile. Sin importar quién gobierna. Aún para un idealista realista, es difícil sustentar que Bolsonaro es más autoritario que las dictaduras con las cuales, por razones supuestamente ideológicas y o de conveniencia, se busca desde Buenos Aires, tener optima relación. Los 5 millones, y en ascenso, de exilados económicos venezolanos que buscan sobrevivir en diversos países de la región, es un recuerdo de la advertencia realista que mencionaremos antes sobre el infierno y su empedrado hecho de grandes consignas y supuestos ideales.
Seguí leyendo: