Más que encontrar brotes verdes, debe importar la remoción de obstáculos estructurales

La notable disminución del nivel de actividad económica en el año de la pandemia no da cuenta completamente del impacto sufrido en Argentina pues la pérdida verificada en el segundo trimestre está lejos de haber sido recuperada

Guardar
Locales cerrados en Buenos Aires en medio de la cuarentena en 2020 (Foto: Franco Fafasuli)
Locales cerrados en Buenos Aires en medio de la cuarentena en 2020 (Foto: Franco Fafasuli)

Los más optimistas se aferraron al Estimador Mensual de la Actividad Económica-EMAE, que mostró leves mejoras durante el último semestre. Está muy bien no dejarse arrastrar por el pesimismo que nos rodea. También es bueno poner los datos en contexto.

Estimador Mensual de la Actividad Económica. Índice 2004 = 100, promedios anuales
Estimador Mensual de la Actividad Económica. Índice 2004 = 100, promedios anuales

La notable disminución del nivel de actividad económica en el año de la pandemia (el promedio es de sólo once meses), no da cuenta completamente del impacto sufrido en Argentina pues la pérdida verificada en el segundo trimestre está lejos de haber sido recuperada.

El gráfico también sirve para ver que la “calamidad dejada por el gobierno de Cambiemos”, según afirma de manera reiterada el Presidente de la Nación, refiere esencialmente al año 2019 (aun ese año arroja un valor superior a cualquier año previo a 2011).

No sólo eso. El segundo valor más bajo de la segunda década del siglo XXI es 2014. Además, los años de leve crecimiento (los impares hasta 2017, inclusive) muestran valores muy cercanos y levemente crecientes. Por otra parte, si se consideran los años pares (2012 a 2018 inclusive) también sus valores son muy cercanos entre sí.

No es un dato menor destacar que el índice de 2017 marca el valor récord de la serie y el de 2018 es también el máximo si se consideran los años pares.

El año 2019 representó la eclosión de una economía inhibida de crecer, de crear empleo genuino, de sostener la mejora en la distribución del ingreso, de mejorar su productividad y su competitividad

¿Esto significa que la gestión de Cambiemos fue exitosa? No necesariamente, los datos sólo muestran el dramático estancamiento de la economía argentina en una secuencia que, recientemente, adopta la forma de serrucho con la particularidad de que los años pares han sido sistemáticamente de disminución en términos absolutos del nivel de actividad.

El año 2019 representó la eclosión de una economía inhibida de crecer, de crear empleo genuino, de sostener la mejora en la distribución del ingreso, de mejorar su productividad y su competitividad. La convicción de Cambiemos de que podía doblegar la inflación sin una emisión descontrolada lo condujo a utilizar el flujo de capital financiero que a comienzos de 2018 empezó a fugar de todas las economías débiles como la nuestra. Allí apareció la solicitud al FMI lo que resultó en transformar a parte de los múltiples acreedores en sólo uno, el Fondo.

El fuerte impacto derivado de la pandemia (y del modo que adoptamos para enfrentarla) es más pernicioso aún por el contexto en el que se nos ha presentado. Ese contexto no es sólo el pésimo resultado del año 2019. Ni siquiera lo es el período de gobierno de Macri.

Qué nos frena más allá de la coyuntura económica...

Sin olvidar el azote inflacionario, deberíamos aprovechar la oportunidad para reflexionar sobre las trabas estructurales que nos aquejan, que incluyen la declinación de la tasa de inversión y la gran volatilidad de nuestro crecimiento. Sobre esto último recordemos brevemente: en los últimos setenta años, uno de cada tres fue de caída del PBI. En este siglo el porcentaje estuvo en torno del 40% y en la última década, uno de cada dos.

En cuanto a la inversión, el gráfico muestra la fuerte declinación de la tasa respectiva (aun luego de la recuperación que siguió a 2002). Se ve también la permanente recuperación de los ingresos laborales en las primeras dos décadas del siglo actual que incluye valores cercanos al 50% entre 2012 y 2017, ambos inclusive, es decir el segundo gobierno de Cristina Fernández y el primer bienio de Mauricio Macri. De todos modos, el registro mayor sigue siendo el del año 1993 con el que comienza esta serie.

También se aprecia una mayor incidencia de los ingresos no laborales en la adquisición de los bienes y servicios de consumo. Esto deriva de la diferencia entre el porcentaje del consumo y el de los ingresos laborales, lo que explica alrededor de 30 puntos del consumo al inicio mientras que al final de la serie exceden los 35 puntos porcentuales.

En los últimos setenta años, uno de cada tres fue de caída del PBI

Un interrogante que aún no tiene respuesta es el del significativo incremento de los impuestos indirectos netos de subsidios (Ti-S). Este componente es una de las formas de ver la porción que queda en manos del estado dentro de la masa total de riqueza creada. El aumento de un tercio (pasa de 12 a 16%) ¿se expresa en una mejora en términos reales de la infraestructura, o de las prestaciones básicas como la educación, la salud y la seguridad?

…y laboral

Todo esto también se expresa en el mercado de trabajo. Los puestos creados entre 2004 y 2008 fueron algo más de 600 mil por año, casi todos asalariados registrados. De allí hasta 2013 solo se incorporaron 300 mil por año. Entre 2013 y 2016 el aumento no llegó a los 200 mil anuales, incluyendo un tercio de asalariados no registrados. Durante el período de cambiemos fueron algo más de 200 por año, pero sólo un 10% de asalariados registrados (dos tercios del total fueron no asalariados).

Todos estos valores que mostraban una preocupante declinación, saltaron por el aire en 2020. En solo nueve meses, se destruyeron 2,4 millones de puestos de trabajo la mitad de los cuales fueron asalariados no registrados. Otro tercio de las pérdidas corrió por cuenta de los no asalariados.

¿Por qué esta sucesión de cifras? Para llamar la atención acerca de que nuestro drama está lejos de ceñirse al impacto de la pandemia ni siquiera a la frustrada gestión macrista. El declive, también en lo laboral, es de mayor alcance temporal y se vincula con las mismas cuestiones estructurales pendientes.

¿Tomarán el desafío el gobierno y las dirigencias sociales, económicas y políticas?

Seguí leyendo:

Guardar