Frente al miedo o ante la necesidad de esconderse de la mirada del otro, la reacción de los bebés y los chicos más pequeños es universal: cierran los ojos o se tapan la cara. Creen que al no ver el peligro deja de existir, o que si ellos no ven tampoco el mundo los verá. La conformación del Yo está en pleno narcisismo y pasarán años de aprendizaje y socialización para que empiecen a reconocer que, si no quieren ser vistos tienen que esconderse y que si hay peligro tienen que huir para salvarse.
La crisis política desatada por la discrecionalidad en el reparto de vacunas por parte del ministro Ginés González García (la pregunta del millón sigue siendo si fue sólo por él) encontró al Gobierno con 15 meses de gestión. Y, en términos psicoanalíticos, con 15 meses de edad. Como los bebés o los niños más pequeños, el oficialismo decretó que el escándalo del Vacunatorio VIP se terminaba con la renuncia de Ginés y -sanseacabó- pasemos a otro tema.
En el otro extremo de la zoología política argentina la oposición se lanzó sin pudor a hacer leña del árbol caído como si fueran dirigentes de países nórdicos. Hasta convocaron por primera vez de frente y en sus redes sociales a la marcha opositora de ayer que encima les dejó gusto a poco porque fue, posiblemente, la menos numerosa de todas las que se hicieron en pandemia. Encima con una estética mortuoria que atentó contra el buen gusto y generó rechazo en las redes sociales y le dio pie al Presidente para tildar al acto de “barbarie” 🤷🏻.
Insólitamente fue Elisa Carrió quien a principio de semana había llevado algo de sensatez al tema. El lunes en televisión sentenció: “Supongamos que hubiera existido otro régimen en la Argentina, otro gobierno. Yo creo que también hubiesen habido salones VIP, ¿ustedes qué creen? Porque es el sistema argentino el que da privilegios”.
En su intento por hacer sociología del ser argentino -posiblemente con cierta razón- Carrió terminó tocando música para los oídos del oficialismo, poco acostumbrados a las pseudo caricias de Lilita.
Con las vacunas de trasfondo mañana será la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso y todos estarán expectantes al discurso presidencial. Ayer Alberto Fernández pulverizó con un tuit la movilización partidaria que se había gestado como contracara a la marcha de ayer y se metió en su oficina de Olivos a tipear personalmente y, fiel a su estilo, las palabras que dirá mañana.
Por lo pronto, lo acompañará un número importante, no de acompañantes, sino de vacunas. Para entonces habrán llegado a Ezeiza un millón doscientas mil vacunas Sputnik V, que sumadas al millón de Sinopharm que llegaron entre el jueves y hoy van a imprimir un ritmo más prometedor a la campaña de vacunación.
Pero el 1 de marzo tendrá otro ingrediente que promete ser jugoso informativamente. ¿Qué pasará con Horacio Rodriguez Larreta? ¿Abrirá la sesión de la Legislatura porteña en forma presencial o remota? El jefe de Gobierno porteño arribará esta tarde desde Buzios donde se tomó una semana de vacaciones prometidas a su hija menor, en medio de un momento personal delicadísimo ante su reciente separación.
Siempre tan estructurado y con actitud de mejor alumno imperturbable, Rodríguez Larreta sorprendió a los propios con su “alocada” decisión: irse del país en plena pandemia y a uno de los lugares con mayor índice de contagios del planeta, en vuelo privado y sin tener en cuenta que al regreso debe realizar cuarentena porque el decreto presidencial solo exime de la misma a los funcionarios públicos en viaje protocolar.
La decisión de si va a la Asamblea o inaugura las sesiones por Zoom la tomará con sus asesores esta misma tarde. El decreto de Fernandez se vence hoy pero todo indicaba que postergarían las medidas de cautela con los viajes internacionales al menos por un mes más.
Horacio modelo 2021 -menos robotito y más ser humano con virtudes y defectos- deberá enfrentar también el menos difundido pero igualmente molesto episodio por la “privatización” de las vacunas de la ciudad de Buenos Aires.
Si bien el propio Fernán Quirós ya salió a explicar que el convenio con 7 obras sociales privadas y sindicales se firmó en noviembre y está sujeto a derecho, no es menos cierto que la Ciudad generó que esas obras sociales o prepagas puedan tener un manejo discrecional del orden de vacunación de sus propios afiliados.
De hecho fue lo que pasó con Camioneros. Nadie puede reprocharle a Hugo Moyano haberse vacunado junto a su familia porque el que posibilitó que sucediera fue justamente el sistema de tercerización ideado por Larreta.
Si empiezan a aparecer directivos o familiares del Hospital Alemán o del Italiano, ¿de quién es la responsabilidad? Porque junto con las vacunas se descentralizó también la toma de decisión de a quién sí o a quién no se vacuna en primer lugar. Un error grave de la gestión
La Ciudad podría haber hecho un convenio para que los agentes privados apliquen la vacuna pero unificando el sistema de turnos. Pero para eso hay que tener una visión de Estado que parece antagónica con la tradición del PRO.
La que no perdió un segundo en sacar ventaja de la situación fue Patricia Bullrich (la Verbitsky de Larreta) que fue capaz de pedirle explicaciones a Quiros públicamente sobre el tema. No es ilógico. Bullrich quiere ser la candidata que encabece la lista en la Ciudad y Mauricio Macri le da toda la soga para que lo sea.
Horacio debe apelar a todo su temple para ir llevando la situación a buen puerto. Por ahora su as en la manga es justamente Quirós pero si la contienda se pone dura no tendrá reparos en apelar a Maria Eugenia Vidal o al propio Diego Santilli. El “Colorado” anda coqueteando con la provincia (es su estilo jugar a dos puntas), pero su ideal es quedarse en el Ejecutivo de la ciudad hasta el 2023.
En este contexto mañana empieza el año electoral. Y mientras los protagonistas aún tienen más conflictos internos que externos para sopesar, el ciudadano de a pie se muestra apático y desencantado. Las últimas encuestas aseguran que la mayoría de los votantes creen que dentro de un año van a estar en términos económicos peor que hoy.
Todo un desafío para Martin Guzmán que debutó esta semana en el barro de la política -en México hubo gritos y pedidos de disculpas por el affaire Vacunatorio VIP- y que necesita no solo el acuerdo con el FMI sino que el Congreso de la Nación se lo vote este mismo año.
Contra todo lo que se dice, el hombre de tono cansino sigue siendo optimista.
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