Cómo ayudar a los chicos en este inicio de clases

Una comunicación fluida será la clave para conocer su estado emocional y poder ayudarlos a transitar la “nueva normalidad”

Primer día de clases presenciales en la ciudad de Buenos Aires

Algunos ansiosos, otros con miedo, otros con alegría; hay tantos estados de ánimos como niños esperando el regreso a la escuela. Estamos a punto de atravesar un terreno nunca antes transitado y nuestros hijos van a necesitar de todo nuestro apoyo.

Además de chequear que tengan barbijo, alcohol en gel y los útiles escolares, debemos estar atentos a su estado emocional. En este nuevo comienzo de clases, con revisar solo la mochila, no alcanza.

Si bien algunos chicos manifiestan abiertamente qué les genera la vuelta a las aulas, hay otros que no, por lo que tratar de generar una comunicación fluida será importante. Cuando, como adultos, sabemos qué sienten y piensan los niños, más fácil es ayudarlos o guiarlos.

1- Estado emocional

Sin seguridad emocional es muy difícil aprender. Un niño que esté pendiente de que alguien se le acerque o si debe o no levantar algo del piso, o que tenga miedo de haberse atrasado el año pasado y no estar a altura de sus compañeros, no podrá aprender tanto como alguien que esté confiado y tranquilo. Debemos asegurarnos que los chicos están emocionalmente tranquilos para que puedan aprender. Un poco de ansiedad en estos momentos tan inciertos es absolutamente normal. Tener diferentes emociones al mismo tiempo -un poco de miedo, un poco de ganas y un poco de preocupación- también es normal. Ahora, si esta ansiedad o angustia se prolonga en el tiempo, será oportuno conversarlo en la escuela o con algún profesional.

2- La opinión de los padres

Si los padres están de acuerdo con la vuelta a las aulas, también lo estarán los chicos, y podrán disfrutar de este regreso a las aulas y del reencuentro con sus compañeros y docentes. Si el mensaje en casa es desalentador, es muy probable que los chicos padezcan este regreso. Será cuestión de comenzar a cuidar nuestro lenguaje en frente de ellos.

3- La comunicación

Desarrollar una buena comunicación hará que nuestros hijos puedan tener la confianza necesaria para compartir lo que les sucede y que podamos ayudarlos. Una buena manera de conectarnos con ellos es estar dispuestos a escuchar y observar: cambios de estados de ánimo, que estén más conversadores o menos conversadores que de costumbre, que duerman más o menos que lo habitual, entre otras conductas, actitudes o comportamientos, nos da la pauta de que debemos contenerlos. Para eso es necesario generar las condiciones para poder conversar. Debemos elegir el momento adecuado, que desde ya no será cuando estén entretenidos en algo que les guste, pero sí, alentar alguna salida o actividad que propicie la charla.

Algunos consejos para mejorar la comunicación:

-Si son pequeños, bajemos a su altura para hablarles. El contacto visual mejora la comunicación.

-No se trata de hablarles a ellos, sino de hablar con ellos.

-Cerremos la boca y abramos los oídos. Dejemos que se expresen sin apuro, que terminen sus frases, y no respondamos antes de que terminen de hablar.

-Eliminemos las distracciones (celulares, que otra persona nos interrumpa, etc.) y brindémosles atención máxima.

-Dejemos nuestra mirada de lado e intentemos comprender qué les pasa a ellos. Algo poco importante para nosotros, puede ser el mundo para ellos.

-Establezcamos un vínculo gentil y amable. Cuidemos las palabras.

-Pongamos énfasis en lo que necesitamos. Por ejemplo, “necesitamos que siempre tengas un barbijo a mano”, en vez de “¡otra vez perdiste el barbijo!”.

-No juzguemos ni critiquemos. Si lo hacemos, solo lograremos que nuestros hijos dejen de compartir sus inquietudes, por miedo a una mirada descalificadora.

-Resumamos lo que fue conversado, para que sepan que los hemos escuchado.

Si no pueden -o no quieren- hablar con sus padres, pueden pensar en alguien con quien hablar cuando lo necesiten. Esa persona debe generarles confianza, ser confiable, estar disponible y ser sensata. Debe ser alguien que pueda escucharlos, contenerlos y aconsejarlos bien, si fuese necesario.

4- Los medios

Resulta importante ver si los chicos manejan información que pueda confundirlos, de dónde sacan la información, y reducir, si fuese necesario, el tiempo de exposición a la tele/radio/internet, etc. Demasiada información puede generar ansiedad o podrían asustarse con datos que les lleguen y no puedan alcanzar a comprender.

En función de la edad y madurez de los chicos, debemos poder ofrecerles información para que puedan cuidarse y cuidar a los demás, pero no para asustarlos. Si los chicos se muestran nerviosos, nuestras acciones y palabras serán el mejor remedio para calmarlos. Esto será clave para que puedan disfrutar de un regreso seguro.

Una vez más, la conexión con nuestros hijos, la calma y el afecto serán de vital importancia.

5- Somos influencers

Muchas veces los chicos ven y repiten. Debemos tratar que en etapas tan cruciales como estas, vean nuestra mejor versión. Ellos están aprendiendo a transitar una crisis, y debemos enseñarles a hacerlo. Esto es, estar calmos, cuidar lo que decimos (oyen todo, aun cuando pensamos que no están escuchando). Si en casa los chicos escuchan que la familia no está de acuerdo con la decisión de volver a la escuela, o que su escuela no está en condiciones de recibirlos, claramente no tendrán la seguridad emocional necesaria para encarar el regreso. Nuestras palabras deben ser de aliento y de contención, siempre ayudando a nuestros hijos a ver el lado positivo de la situación.

Si se los ve molestos porque no van a poder abrazar a sus compañeros, explicarles que al menos van a poder verse e interactuar, y eso es mucho mejor que seguir cada uno en su casa. Si tienen miedo al regreso por un posible contagio, explicarles que las escuelas son lugares seguros cuando cumplimos con las tres nomas básicas del protocolo COVID: uso del barbijo, distanciamiento y lavado frecuente de manos. Además, deben saber que en todas las escuelas se está trabajando mucho para garantizar que las aulas estén ventiladas y todos los sectores desinfectados. Si aun así demuestran desconfianza o angustia, podemos hacer con ellos un listado de aquellas cosas que les preocupa para poder darles, en la medida de nuestras posibilidades, una respuesta que los tranquilice. Si hay ansiedad, debemos darles alguna respuesta; ignorarlos o descalificar su preocupación solo la aumentará.

6- Los posibles cambios en la escuela: burbujas y aulas

Desde un nuevo diseño de aula, y hasta tal vez grupos más chicos, todo será un nuevo comenzar para los chicos. La escuela no es únicamente el lugar en donde se aprenden contenidos; también es el lugar en donde lo social se desarrolla y se potencia. Debemos hablar con nuestros hijos acerca de que tal vez no les toque la burbuja que hubiesen querido, pero que es una oportunidad excelente para acercarse más a otros chicos. Los niños necesitan poder desarrollar la habilidad de adaptación. Sin duda, esta será una buena oportunidad para ellos si los acompañamos a enfocarse en lo positivo, y no en lo negativo. Para reforzar los vínculos podemos ofrecer programas con los amigos, grupos de estudio, etc.

7- Crear una rutina

Después de un año en donde las rutinas se desdibujaron, ofrecerles a los chicos una rutina con horarios y un cronograma los ayudará a atravesar esta nueva etapa con mayor seguridad. Las rutinas -especialmente para los más chicos- dan un sentimiento de familiaridad. Poner límites, sanos pero firmes, cuando la situación lo amerite, los ayudará también en esta nueva transición -desde la hora de levantarse, estar preparados para la clase virtual o presencial, acostarse, asearse, jugar, etc-.

(Maximiliano Luna)

8- Dar previsibilidad

En un momento en donde lo único fijo es el cambio, y en donde en cualquier momento podemos avanzar o incluso retroceder de acuerdo a la situación epidemiológica, es importante que los chicos estén permeables a estas idas y vueltas, no solo del virus, sino también de la situación escolar. Esto los ayudará a desarrollar habilidades como la resiliencia, el poder adaptarse y ser flexibles, todas habilidades necesarias para su vida adulta. En un momento de tanta incertidumbre, será importante que la certidumbre la encuentren en casa, aunque esto implique, muchas veces, tener que decir que no sabemos la respuesta a alguna inquietud que puedan tener.

Podemos ayudarlos también a armar sus mochilas, a generar en casa un espacio en donde puedan hacer los deberes o tomar sus clases virtuales, a permitirles elegir algunos útiles e inclusive sus barbijos, y no nos olvidemos lo más importantes: conversar con ellos cuando regresen de la escuela y preguntarles qué aprendieron de nuevo, qué los sorprendió, a quién ayudaron, quién los ayudó, con quiénes jugaron, qué fue lo que más disfrutaron del día, y todas aquellas preguntas que conduzcan a una conversación. Los chicos deben saber y sentir que nos preocupamos por ellos y que estamos orgullosos de sus logros.

Con tanto fuera de nuestro control, ayudar a nuestros hijos en enfocarse en lo que sí pueden controlar, los ayuda a bajar su nivel de ansiedad, y a sentirse más seguros.

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