En el marco del Consejo Federal de Educación, las autoridades educativas generaron nuevos acuerdos de seguridad sanitaria, higiene y organización pedagógica para priorizar la presencialidad en todas las escuelas del país. Esta es una decisión muy importante y augura un año mejor que el 2020 más allá de que el contexto de emergencia sanitaria continúa, así como el deterioro del tejido social con 8 millones de niños, niñas y adolescentes bajo la línea de pobreza.
La interrupción de las clases presenciales tuvo impactos negativos ampliamente evidenciados en los chicos y chicas, en su bienestar y aprendizajes, con un millón de estudiantes con baja continuidad educativa. Las familias, los y las docentes, académicos, organizaciones y autoridades se expresaron por la vuelta a clases presenciales: todos coinciden en su centralidad. Y la evidencia disponible hasta la fecha indica que la escuela, en el marco del seguimiento de medidas y protocolos, no es foco especial de contagio.
Cómo empezamos el año es fundamental, pero sobre todo importa el desarrollo de todo el ciclo. El sistema tiene que reorganizarse. Tenemos algunas certezas: la tarea es compleja, se requiere de toda la comunidad educativa y la sociedad, y habrá idas y vueltas. La hoja de ruta es específica para cada escuela, cada familia y cada lugar. Los acuerdos prevén diversos tipos de modalidades, contemplando los diferentes contextos y puntos de partida, y el objetivo es promover la mayor presencialidad posible y asegurar los recursos para sostener la continuidad de todos y todas. Es central proteger y ejecutar de manera efectiva los presupuestos. La priorización y adecuación curricular es otro eje clave, como el apoyo sostenido a directivos y docentes. Cada nivel tiene sus desafíos específicos, el nivel inicial y la secundaria matices particulares que requerirán mayor flexibilidad y apertura para la redefinición de modelos.
2020 visibilizó las grandes desigualdades preexistentes y su impacto en las oportunidades para sostener aprendizajes: ¿cómo acelerar acciones para cerrar brechas de desigualdad y evitar una mayor profundización? Será clave en 2021 avanzar observando 5 principios claves: seguridad, con las mejores condiciones posibles de aplicación de las medidas preventivas; equidad, asegurando mayores esfuerzos para el sostenimiento de clases presenciales de los niños, niñas y adolescentes en condiciones de mayor vulnerabilidad; aprendizaje y bienestar, dando prioridad a la continuidad pedagógica y al cuidado; y apoyo a directivos, docentes y cuidadores, y demás agentes; y flexibilidad, potenciando diversas modalidades que alternen entre la educación presencial y a distancia con los recursos didácticos necesarios. La creación del Observatorio del regreso Presencial a las Aulas, con amplia participación de actores, construirá la evidencia clave y nos permitirá a lo largo del camino seguir avances y tener alertas.
Necesitamos responsabilidad individual y colectiva para reducir la transmisión del virus, compromiso político para asegurar las condiciones de infraestructura e higiene requeridas en las escuelas, y acompañar el trabajo de directivos, docentes y estudiantes, y confianza entre los actores, para sostener espacios de diálogo y trabajo conjunto. Más de 10 millones y medio de chicos y chicas esperan el inicio de clases. Es responsabilidad de esta generación de adultos asegurar los acuerdos, coordinaciones y condiciones para garantizar el derecho a la educación. El presente y futuro de los chicos y chicas está en juego.
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