Bergoglio y una misa en Flores, 30 días antes de convertirse en Papa

El mundo estaba bajo el impacto de la renuncia de Benedicto XVI. Muy pocos incluían al Arzobispo de Buenos Aires en sus especulaciones sobre el nombre del sucesor. Pero ese día, en la avenida Rivadavia, los fieles se unieron en un clamor: “¡Papa! ¡Papa! ¡Papa!”

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Una de las últimas misas que ofició Jorge Bergoglio en Buenos Aires. Fue en la avenida Rivadavia, en su barrio de Flores, frente a la parroquia de Lourdes (Gentileza: Hernán Bernasconi)
Una de las últimas misas que ofició Jorge Bergoglio en Buenos Aires. Fue en la avenida Rivadavia, en su barrio de Flores, frente a la parroquia de Lourdes (Gentileza: Hernán Bernasconi)

Invitación para la celebración de Bernadette Soubirous, en la parroquia Nuestra Señora Inmaculada de Lourdes, barrio de Flores

Eran las 11 horas del lunes 11 de febrero del 2013 cuando Jorge Mario Bergoglio, vía conversación telefónica, nos invitó a Alicia y a mí a participar de la misa que celebraría en la parroquia de Lourdes en el barrio de Flores, su barrio, a las 6 de la tarde. Fue un día soleado y apacible después de una fuerte tormenta, y con pocas noticias locales trascendentes. En la misa del domingo, el cardenal Bergoglio había criticado duramente al gobierno por “la expansión de las drogas, la trata, la violencia y la corrupción en el país”. Los medios dedicaban un importante espacio al debate sobre el acuerdo con Irán por los procedimientos a seguir en la investigación de la causa por el ataque a la Amia.

El cardenal Bergoglio nos invitó a la misa que ofició para la celebración de Bernadette Soubirous, en la parroquia Nuestra Señora Inmaculada de Lourdes, barrio de Flores (Gentileza: Hernán Bernasconi)
El cardenal Bergoglio nos invitó a la misa que ofició para la celebración de Bernadette Soubirous, en la parroquia Nuestra Señora Inmaculada de Lourdes, barrio de Flores (Gentileza: Hernán Bernasconi)

Renuncia el Papa Benedicto XVI

Mientras tanto, en el plano internacional, todos los medios estaban difundiendo la siguiente noticia: el papa Benedicto XVI anunció ante los cardenales reunidos en la Sala Clementina del Vaticano su renuncia al pontificado a partir del 28 del corriente mes. El mundo está sorprendido. Desde el siglo XIII no se registraba algo igual. En el año 1294, el Papa Celestino V renunció al cabo de cinco difíciles meses de su pontificado: eran tiempos difíciles para Roma por su enfrentamiento con la Francia gobernada por Felipe IV el hermoso y también marcados por el fin de las cruzadas.

Benedicto XVI con el cardenal Jorge Bergoglio, cuando nadie imaginaba que éste sería su sucesor (Foto: AP)
Benedicto XVI con el cardenal Jorge Bergoglio, cuando nadie imaginaba que éste sería su sucesor (Foto: AP)

El sabio pontífice Joseph Ratzinger, de 85 años, había comprendido que no podía seguir -”ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”, dijo en su anuncio-. El poder de una “corte” inefable y corrupta enquistada en la conducción de los diversos ámbitos de la Iglesia exigía un cambio que él no estaba en condiciones de realizar. Lo único claro de la metáfora del cardenal Angelo Sodano, cuando calificó la renuncia como “Un rayo en cielo claro”, era la oscuridad que cubría el cielo vaticano derivada de los hechos de corrupción.

“Cuando un Papa llega a la clara conciencia de no ser más capaz física, mental y espiritualmente de desarrollar el cargo que le ha sido encomendado, entonces tiene el derecho, y en algunas circunstancias también el deber, de renunciar”, había dicho Ratzinger, en declaraciones poco más de dos años antes al periodista Peter Seewald para el libro-entrevista “Luz del mundo” (2010).

“Entre los posibles sucesores”, dicen en Argentina

Tras dar cuenta de la renuncia inesperada de Joseph Ratzinger, los analistas empezaban a reproducir las especulaciones sobre el sucesor, pero en muy pocos medios se menciona a Jorge Bergoglio. Se menciona incluso a otro argentino, el cardenal Leonardo Sandri, hace tiempo funcionario vaticano. Se dice que habría un duelo entre el ghanés Peter Turkson y el cardenal nigeriano Francis Arinze. Otros cardenales bien posicionados según los expertos son el hondureño Óscar Rodríguez Maradiaga y el canadiense Marc Ouellet. Más cerca del cónclave se mencionará con insistencia al italiano Angelo Scola y al norteamericano Timothy Dolan.

En febrero de 2013 pocos incluían el nombre de Jorge Bergoglio entre los posibles sucesores del papa Benedicto XVI (GETTY)
En febrero de 2013 pocos incluían el nombre de Jorge Bergoglio entre los posibles sucesores del papa Benedicto XVI (GETTY)

En Pumacahua y Av. Rivadavia

Una tarima en el medio de la calle Pumacahua a cuarenta metros de la Avenida Rivadavia, sobre la tarima un tablón que opera de mesa, un atril donde reposa una carpeta -imaginamos que con la liturgia de la misa-, una inscripción en la que se lee “sacerdote”, la cruz, el cáliz, la imagen de Bernadette Soubirous, Nuestra Señora Inmaculada de Lourdes, un micrófono y una silla. Un gentío de fieles y de vecinos del barrio ya se ha congregado en el lugar cuando a las 18 aparecen el cura-párroco Raúl Laurencena, tres laicos y el cardenal Jorge Bergoglio y ocupan la tarima. Como se puede ver en la foto es una cuadra de edificios de propiedad horizontal. Contrariamente a lo que suponíamos no había medios de prensa ni nacionales ni extranjeros, los que si concurrirían en forma masiva el miércoles de Ceniza a la Catedral Metropolitana, por lo cual fuimos los únicos en registrar -a la sazón para el diario Crónica -la última misa “callejera” del padre Bergoglio en la Argentina.

El cardenal Bergoglio concelebra misa el 11 de febrero de 2013 al aire libre, en Flores (Gentileza: Hernán Bernasconi)
El cardenal Bergoglio concelebra misa el 11 de febrero de 2013 al aire libre, en Flores (Gentileza: Hernán Bernasconi)

Al final de la misa, una plegaria impredecible

Antes de iniciar la ceremonia, el entonces Arzobispo de Buenos Aires bendice a una pareja de novios fieles de la parroquia y luego concelebra la misa junto a Laurencena. Atardecía al finalizar la ceremonia, y en el mismo escenario los fieles iban desfilando para saludar al celebrante. En el instante en que comienza el rito de conclusión, antes de los saludos y la disolución de la asamblea, un grito: “¡Que Dios y la Virgen te hagan Papa, Bergoglio!” fue seguido por el clamor de un grupo que repitió una y otra vez: “Papa! papa! papa!”. Pude fotografiarla. Se trata de la cuarta mujer de la primera fila de derecha izquierda, morocha, con el cabello negro recogido y un vestido a rayas verticales blancas y negras.

(Gentileza: Hernán Bernasconi)
(Gentileza: Hernán Bernasconi)

Ni el cura, ni las integrantes de las comisiones de la parroquia, ni los vecinos a quienes consultamos después pudieron saber quién era. Puede apreciarse su vestido sencillo, pueblerino, los gestos firmes, la palabra impredecible y nítida que nos convoca a todos. Me impresiona su determinación, que se observa no solo en el modo en que se expresa, en cómo mira atenta y sujeta su cuerpo a la baranda para no volar con el grito-plegaria. Un instante de armonía y se instaló en el eco de todos para siempre. Una armonía que reflejó, a mi juicio, una experiencia religiosa, la presencia inmanente de lo trascendente acaso por intercesión del Espíritu Santo.

(Gentileza: Hernán Bernasconi)
(Gentileza: Hernán Bernasconi)

30 días después, San Pedro, Roma, “Habemus Papam”

“Annuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam! Eminentissimum ac reverendissimum Dominum, Dominum Georgium Marium Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalem Bergoglio, Qui sibi Nnomen impossuit Franciscum”, fue la frase con la cual desde la ventana que da a la Plaza de San Pedro, el cardenal Jean-Louis Thauran anunció al mundo que el padre Jorge, sacerdote de Flores, era el nuevo Papa y que se llamaba Francisco.

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