¿Se puede bajar la inflación a un dígito en 5 años?

Para responder a esa pregunta es necesario analizar los distintos factores que la generan: psicológico, económico, bimonetarismo, temporal y de administración y generación de recursos

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La Argentina continúa registrando uno
La Argentina continúa registrando uno de los mayores índices de inflación de la región

Si analizamos las últimas proyecciones del Gobierno en materia inflacionaria, deberíamos llegar a 2023 con una inflación del 19% y finalmente volver al tan ansiado índice de un dígito a partir del 2025. Recordemos que el programa de la anterior gestión económica contemplaba la caída a un dígito al final del mandato de Macri. ¿Les suena? La realidad es que el programa monetario de Sturzenegger fracasó rotundamente, volviendo a índices inflacionarios preocupantes en 2018-2019, por arriba del 45%.

Sin embargo, el objetivo de esta columna es analizar si durante este nuevo mandato presidencial será posible lograr el objetivo de imitar lo que sucede en casi todos los países del mundo, es decir, inflación baja con crecimiento económico.

Para analizar la inflación es importante entender que existen varios factores que influyen en la dinámica de precios. Es un error pensar que la inflación es únicamente un fenómeno monetario o que está ligado exclusivamente al gasto fiscal. También, como muchos colegas escriben, la inflación en Argentina es un drama que nadie ha sabido resolver, porque los diagnósticos siempre han estado errados. A mi entender, la inflación argentina está construida por un modelo multicausal que contempla las siguientes variables claves: psicológico, económico, bimonetarismo, temporal y de administración y generación de recursos.

Psicológico: la manía de la inflación argentina

Cuando uno estudia los modelos inflacionarios, se puede vislumbrar que existe una variable que trasciende el análisis económico y está dado por la psicología del consumidor. Es decir, el rol para construir sus propias expectativas respecto a cómo estarán los precios en un futuro inmediato está muy ligado al propio análisis interno que hace cada uno y que no responde a la información de mercado que uno podría recabar. Es decir, para plantearlo de manera sencilla: la cabeza arma sus propias expectativas inflacionarias, que pueden estar condicionadas por el Gobierno de turno, la situación económica, la historia, lo que sucede en el mundo y la personalidad del ciudadano, entre varias más. Y para poner un ejemplo concreto: el Gobierno nacional proyecta una inflación del 29% anual para 2021, pero mi tía cree que la inflación va a ser mayor (recordemos que mi tía no tiene estudios de grado universitario).

Económico: esa mala praxis constante

En este punto, seguramente puedo coincidir con muchos economistas que confirman que la política monetaria y fiscal tiene un rol importante a la hora de proyectar la política inflacionaria. Por eso, la consistencia entre la política fiscal y monetaria debe estar alineada para lograr los objetivos inflacionarios en el largo plazo. Por ejemplo: Sturzenegger planteó un modelo de target inflacionario, como hicieron muchos países latinos para bajar la inflación, pero su programa no tenía consistencia fiscal. Los resultados fueron nefastos. Otro ejemplo es que el Gobierno nacional decía el año pasado que emitir no generaba inflación. En una economía con caída del PIB en 2020 del orden del 10%, la inflación fue de 36,1%, en un contexto de tarifas de servicios regulados congelados. Y la inflación del último trimestre se aceleró y anualizada ronda el 50%, con una inflación proyectada para enero en el orden del 4% nuevamente. Haciéndose mas notoria, en la inflación Core que repercute en los estratos sociales más bajos.

Temporal: el rol del pasado y de las expectativas futuras

El rol del pasado y del futuro son fundamentales a la hora de modelar inflación. El pasado y la inercia inflacionaria tienen un peso extraordinario en Argentina. Difícil pensar que luego de tantas décadas continuadas con inflación de dos dígitos se pueda convencer a un argentino que en pocos años la inflación se resuelve. Ni hablar de armar expectativas futuras de descensos inflacionarios cuando hay cepo cambiario, emisiones galopantes, gastos extraordinarios.

Bimonetarismo

A pesar de que debería estar como una variable económica, la voy a diferenciar debido a que el bimonetarismo es el mayor problema estructural económico que tiene nuestro país. La construcción de precios en la cabeza del consumir, inversor, empresario pyme argentino está ligada a lo que sucede con el dólar. Es tan fuerte el ancla del dólar en los precios que por ejemplo Sturzenegger atrasó fenomenalmente el tipo de cambio real, pensando que era la bala de plata para anclar expectativas inflacionarias y llegar al ansiado 5% en 2019. En la actualidad, lamentablemente, vemos algo similar ya que el presidente del BCRA mantiene un dólar ficticio, inaccesible para el 99% de la población argentina y que solo sigue destruyendo valor en la economía real, con la visión de no devaluar y aguardar por la liquidación de la cosecha gruesa, evitando espiralizar la inflación en año de elecciones.

Administración de recursos

Hay una fórmula muy sencilla por la cual se rige la dinámica de oferta y demanda: PxQ, donde P son los precios y Q es la cantidad. En esta simple fórmula, si hay faltante de Q, los precios ajustarán para arriba. En la actualidad, la inversión argentina está en los niveles más bajos de la historia, alrededor del 11% del PBI. Para traducírtelo, Q, es decir, la cantidades de insumos, materiales y bienes de uso, entre varios más, viene reduciéndose. Si a eso le sumamos el cepo cambiario que también potencia la faltante de otros insumos traídos del exterior, la situación de Q hacia adelante es dramática. Es decir, a mayor faltante de productos, los precios van a seguir ajustando para arriba. Este es un uno de los talones de Aquiles en el análisis del ministro Guzmán y que cualquier economista de primer año universitario le observaría: ¡ojo que, si faltan productos, los precios ajustan para arriba! Agravándose dicha problemática, en un contexto de mínimos históricos de Inversión Extranjera directa que no alcanzan a reponer la amortización de los bienes de capital y boom de salida de Multinacionales del mercado local.

Para responder si es posible bajar la inflación a un dígito en los próximos 5 años, la respuesta es NO, ni cerca con estas políticas económicas porque los diagnósticos siguen siendo errados.

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