Otra vez el kirchnerismo vuelve al discurso de la inflación importada y de desacoplar los precios internos de los precios internacionales.
Sobre la inflación importada, todavía no advierten que una cosa es un cambio de precios relativos y otra muy diferente es que todos los precios suban al mismo tiempo. Por diferentes razones, en un momento dado los precios de unos bienes pueden subir y otros bajar. Eso se llama cambio en los precios relativos. Si un país importa los bienes que subieron, no está importando inflación, simplemente importa un bien que subió de precio. No distinguir entre un aumento generalizado de precios y un cambio de precios relativos es un grosero error conceptual de economía. Algo que se aprende en introducción a la economía. Es un concepto muy básico como para que un economista lo desconozca.
Cuando todos los precios suben al mismo tiempo, aunque unos más rápido que otros, es porque está cambiando el precio relativo de la mercadería moneda versus el precio del resto de todos los otros bienes de la economía. Dicho de otra manera, no es que los precios suben sino que la moneda se deprecia. Y en materia de destrucción monetaria y generar inflación, Argentina tiene el récord mundial de país inflacionario y destructor de monedas. No necesita importar inflación, la produce internamente con una velocidad impresionante.
Claro que el discurso del gobierno apunta a culpar a otros del destrozo monetario que hizo a lo largo de 2000, con una expansión monetaria que duplicó la cantidad de pesos que había en el mercado.
El otro tema que parecen no comprender es que el precio de las commodities viene dado por el mercado internacional. Argentina no es formadora de precios y entre los exportadores de carne vacuna se ubicó en el séptimo puesto en 2000. Los exportadores de carne vacuna más importantes son Australia, Estados Unidos, Brasil, UE y Canadá que están antes que Argentina. Ni siquiera la carne vacuna está entre los principales complejos exportadores de Argentina.
El complejo exportador más importante de Argentina es el sojero, luego el automotriz, el maicero, el petrolero y petroquímico y recién en quinto lugar aparece el de carne y cuero vacuno. Además, del total que se faena por año se exporta solo el 27% del total faenado.
Pero esto de tratar de separar los precios internos de los internacionales mediante derechos de exportación, cupos y otro tipo de restricciones ya se hizo en el anterior período k y fue un fracaso total.
El ejemplo más categórico que se puede dar al respecto es el del gas. Argentina llegó a ser un gran productor y exportador de gas hasta que llegó el kirchnerismo y separó el precio interno del internacional. Es decir, les puso un precio máximo a los productores de gas que dejaron de tener interés en producir gas. Así, se fueron agotando las reservas de gas y sin inversiones no se reponía lo que se consumía hasta que llegó el punto en que hubo que importar gas licuado en barcos al doble del precio que se podría haber pagado a los productores internos si no le hubiesen separado el precio interno del internacional.
Como puede verse en el gráfico 1, la producción de gas se mantuvo en permanente caída a lo largo de los 3 períodos kirchneristas. Vale la pena recordar que de toda la energía que se produce en el país, el 50% se genera a partir de usinas que funcionan a gas. Es decir, la electricidad que llega a los domicilios se genera a partir de usinas que funcionan a gas. Al faltar gas, faltaba energía y aparecían los cortes de luz, además de los problemas de falta de mantenimiento en la distribución.
Este desacople de los precios internos con los externos para frenar la inflación se aplicó a la carne, el trigo, el maíz, lácteos, el gas y varios productos más. Sin embargo, el kirchnerismo no logró frenar la inflación al punto que el INDEC ya no informaba un índice de precios al consumidor confiable y hubo que empezar a usar el IPC – Congreso.
En el gráfico 2 se puede ver la tasa de inflación mensual en términos anuales desde mayo de 2003 hasta diciembre de 2015. Aun “desacoplando” los precios internos de los precios internacionales, la tasa de inflación fue creciendo a tal punto que de un mínimo del 2% en marzo de 2004 llegaron al 41% en octubre del 2014 y entregaron, con tarifas atrasadas, tipo de cambio pisado y demás precios distorsionados, una inflación anual del 25,5% anual. Es decir, el 25,5% era de una inflación reprimida al estilo Gelbard.
La política de desacople de precios internos de los internacionales fue un fracaso tal que se llegó al punto de dejar de publicar la tasa de pobreza con el argumento que se estigmatizaba a los pobres y el ex jefe de gabinete Aníbal Fernández llegó a afirmar que Argentina tenía menos pobres que Alemania.
¿Qué es lo que pretende hacer el gobierno desacoplando los precios internos de los internacionales? Simplemente establecer un precio máximo limitando la demanda externa. Eso lo logra con derechos de exportación, cupos, permisos, etc.
¿Qué ocurre cuando el gobierno pone un precio máximo? Cuando un gobierno pone precios máximos lo hace por debajo del precio que rige en el mercado. No tiene sentido poner un precio máximo al mismo nivel que está operando el mercado o a un precio mayor.
En el cuadro 1, típico cuadro que se da en introducción a la economía, se muestra el efecto de los precios máximos. En la primera columna vemos que el precio de mercado es de 100 y los tres productores tienen costos diferentes (por ejemplo uno está más alejado del puerto y tiene más costos de traslado que sus competidores). Los tres pueden producir y permanecer en el mercado porque sus costos de producción están por debajo del precio de mercado. Aún con costos de producción más altos, el productor C puede ganar menos pero seguir operando.
Ahora viene la diputada Fernanda Vallejos y propone desacoplar los precios internos de los externos, que es lo mismo que poner un precio máximo en forma indirecta. El precio máximo resultante es de 90. ¿Qué ocurre? Los productores A y B pueden mantenerse en el mercado porque tienen costos de producción que están por debajo del precio máximo resultante, pero el productor C queda fuera de competencia, con lo cual tiene que cerrar, despedir personal y la gente queda desocupada, al tiempo que hay menos producción.
Lo que consigue la diputada Vallejos con su propuesta de desacoplar los precios internos de los internacionales es lograr que transitoriamente el asado de tira sea más barato, pero a costas de más quiebras, desocupación y pobreza.
En síntesis, como no quieren hacerse cargo de la inflación que ellos generan con la emisión monetaria, vienen con la historia de la inflación importada y su solución mágica de frenar las exportaciones dejando más gente desocupada y una economía que produce menos bienes.
Estas propuestas son verdaderas fábricas de pobreza, indigencia y desocupación. Tal vez sea ese el objetivo como lo suele ser el de todo modelo populista.
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