Usurpando propiedades, los gobiernos corrompen actividades, arruinan al país y tensan su propia gestión

Las sociedades enfocadas en complacer a sus políticos son menos prósperas que las que atienden las necesidades individuales y desarrollan las habilidades de la población

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Una mujer camina frente a
Una mujer camina frente a la Casa Rosada (REUTERS/Agustin Marcarian)

¿Qué sería del futbol si los árbitros prohibieran jugadas de Messi y Cristiano Ronaldo? ¿Mandándoles qué hacer y qué no, durante el partido? Peor aún, si las indicaciones dependieran del puesto en la tabla, amistad o militancia.

Progresamos utilizando habilidades propias para satisfacer necesidades ajenas, que vamos descubriendo comparando resultados. Distintas personas se destacan en campos cada vez más especializados. A unos los denominamos científicos, a otros juristas, maestros; otros son artistas destacados, orfebres. Empresarios se arriesgan ofreciendo nuevos bienes, modos de producir, satisfaciendo y llegando a los compradores, con mil aperturas diferentes. El crecimiento de los ingresos es el milagro de la libertad: cada uno aprovecha las diferencias propias de ser personas, de necesidades y habilidades particulares. ¡Vivan las liberaciones que desnudan diferencias!

El crecimiento de los ingresos es el milagro de la libertad: cada uno aprovecha las diferencias propias de ser personas, de necesidades y habilidades particulares

Una red de habilidades, extendida por todo el planeta, sostiene los intercambios voluntarios. Con resultados muy diferentes, dependiendo de restricciones redundantes impuestas en distintos mercados.

El gráfico mide los ingresos promedio de los 192 países del FMI. Una suerte de Campeonato Mundial de los ingresos en 2020.

Ingresos en dólares
Ingresos en dólares

Asombran las diferencias. Los de Burundi, el país de menos libertades, consiguen 260 dólares anuales. Suiza y Luxemburgo, las naciones con mayores libertades, obtienen 80.000 y 100.000 dólares anuales por habitante. Los argentinos produjeron 8.400 dólares, al tipo de cambio oficial, 32% inferior al promedio mundial. Un país pobre. Lejos de las 20 naciones más ricas, que promediaban ingresos de 54.000 dólares anuales. Messi en la cancha, pero poco hábiles gobernando.

La historia resumida de la Argentina es la siguiente. Hasta 1850 era un desierto, pobre en bienes y libertades. La Organización Nacional, con la Constitución de 1853/60, atrajo a millones de inmigrantes y a los propios argentinos a educarse, producir y disfrutar ingresos crecientes. El censo de 1869 ya contaba 1,8 millones de habitantes, 33% inmigrantes; en 1913, 7,7 millones, con el ingreso más alto del mundo. ¡Desarrollo explosivo! Contrastando, en los últimos 40 años, el poder adquisitivo de los argentinos cayó a un tercio, con la pérdida de libertades individuales. En América Latina, sólo Venezuela perdió más, 90%. El resto de la región creció 13 por ciento.

La Argentina juega el partido equivocado. Los dirigentes entorpecen las actividades creadoras de ingresos, funcionarios soberbios dictan nuevos “ajustes”, todos los días. Mientras la gente progresa desarrollando sus diferentes habilidades, nuestros dirigentes restringen, sorprenden, cambian reglas, premios y castigos. Hacen cuesta arriba producir, planear un futuro para la familia y asociados. En sus intervenciones, los gobernantes usurpan y desplazan las decisiones y propiedades privadas. El progreso mundial de la especialización competitiva de las habilidades individuales de miles de millones de personas es reemplazado con la soberbia incompetencia de las decisiones concentradas en el gobierno.

En los últimos 40 años, el poder adquisitivo de los argentinos cayó a un tercio, con la pérdida de libertades individuales. En América Latina, sólo Venezuela perdió más, 90%. El resto de la región creció 13 por ciento

Las aparentes riquezas de la naturaleza no constituyen recursos productivos cuando las intervenciones gubernamentales dificultan contratos entre los posibles interesados, explica el libro “Por un país mas justo y floreciente”. El planeta siempre contuvo los mismos bienes naturales, pero la humanidad fue miserable hasta que, recientemente, liberaron de trabas e iniciaron el descubrimiento: acordar contratos para satisfacer necesidades propias y ajenas mediante intercambios voluntarios. La Pampa Húmeda es obra del clima de negocios, no de la meteorología.

¿Qué son los recursos productivos? Las actividades se hacen productivas acordando prestaciones recíprocas entre los interesados. Trabajan, pagan y cobran. Sin embargo, diariamente comprobamos las ímprobas dificultades para cumplir los contratos. Impuestos, sorpresas normativas, impiden producir, adecuar dotaciones de personal, disponer de propiedades. El Estado mas incumplidor del planeta. Los sucesivos incumplimientos de compromisos y deudas estatales son apenas una muestra. Firman con las mejores intenciones hasta que encuentran razones para incumplir. Ni que las autoridades se quejen del crédito generoso concedido al gobierno anterior. ¿No advierten que los acreedores anticiparán enfrentar los reproches del gobierno próximo?

La corrupción de reglas diferentes según la ocasión, persona, agranda el caos impuesto por políticas contradictorias. Emiten moneda sin freno e imponen topes de precios, tarifas, tipos de cambio, diferenciales para contenerlos, según cada caso. El Estado aumenta gastos improductivos e impuestos para financiarlos. La mayor pobreza resultante justifica nuevos gastos para atenderla. Una carrera sin fin.

Sede del CIADI, en Washington
Sede del CIADI, en Washington

Las novedades agravan la incertidumbre de los contratos, contrayendo producciones y propiedades. No sorprende la fuga de empresas e ingresos.

Los países avanzan compitiendo, liberando de trabas innecesarias a quienes satisfacen necesidades individuales, que cada persona determina libremente. Para eso, la Constitución garantiza libertades. Avanzados son los países que eliminan obstáculos redundantes. La prueba contundente de su éxito está en los ingresos logrados con reglas justas, estables, iguales para todos.

Aunque el himno nacional exalta “¡Libertad, libertad!” no parecemos convencidos. Libertad implica que los individuos decidan independientes y desarrollen sus habilidades personales todo lo conveniente. A los dirigentes molesta no controlar a la gente.

Libertad es el condimento que completa el desarrollo y felicidad de cada persona, alcanzando las cumbres de satisfacciones. La libertad se prueba compitiendo. En el fútbol, la competencia lleva a mejores jugadas, equipos. En las relaciones personales, la competencia lleva a la felicidad, a la plenitud de logros. En la economía, a los ingresos.

No existe país avanzado cuyos mandatarios políticos ganen más que los argentinos, mientras la población empobrece

La corrupción argentina consigue competencia de militancias. Ascienden los más alineados con los dirigentes, no los enfocados en satisfacer a la gente. Las empresas prosperan inventando relatos que justifican favores, preferencias. No nos llame la atención si vamos descendiendo en el campeonato de los ingresos.

No existe país avanzado cuyos mandatarios políticos ganen más que los argentinos, mientras la población empobrece. Ningún país dedica tantos ingresos a sus dirigentes políticos. Ninguna nación rica tiene funcionarios destacados cobrando sueldos junto con jubilaciones gigantescas, en relación con las generales de la población. Ni jueces, funcionarios, empresarios, artistas, tan alineados con los políticos

Las sociedades enfocadas en complacer a sus políticos son menos prósperas que las que atienden las necesidades individuales y desarrollan las habilidades de la población. Los políticos se enfrentan con el público cuando se salen del libreto que denominamos Constitución.

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