El Vaticano avanza y da mayor participación a las mujeres

Muchas fieles laicas han realizado grandes aportes a las comunidades religiosas y lo hicieron por la profunda fe que profesan. Pero a partir de ahora tendrán un reconocimiento institucional que las habilita en el ejercicio del oficio religioso

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Imagen de archivo de varias monjas asistiendo al rezo del Ángelus por parte del Papa Francisco en la Plaza de San Pedro del Vaticano. 25 octubre 2020. REUTERS/Remo Casilli
Imagen de archivo de varias monjas asistiendo al rezo del Ángelus por parte del Papa Francisco en la Plaza de San Pedro del Vaticano. 25 octubre 2020. REUTERS/Remo Casilli

Con el motu proprio “Spiritus Domini”, que modifica el primer párrafo del canon 230 del Código de Derecho Canónico, se ha establecido que los ministerios del Lector y del Acólito estén abiertos también a las mujeres, de forma estable e institucionalizada, con un mandato especial. El Papa Francisco así lo ha explicado: “La decisión de conferir estos cargos, que implican estabilidad, reconocimiento público y el mandato del obispo, también a las mujeres hace más efectiva la participación de todos en la labor de evangelización de la Iglesia”.

Juan XXIII en la Encíclica Pacem in Terris (1963), y S.S. Papa Francisco, en la Encíclica Laudato Si (2015) desarrollaron la idea de introducir la perspectiva de género en la política institucional del Vaticano y con ello mostraron una actitud abierta, igualitaria, inclusiva, no estereotipada ni sexista. Ese mismo espíritu surge de la carta Encíclica Fratelli Tutti (2020) sobre la fraternidad y la amistad social, y hoy da un paso más con el reconocimiento del trabajo de las mujeres en la construcción de la iglesia universal.

Cuando el santo Padre estaba redactando la Carta Encíclica Fratelli Tutti (2020), “…irrumpió de manera inesperada la pandemia Covid-19 que dejó al descubierto nuestras falsas seguridades. Más allá de las diversas respuestas que dieron los distintos países, se evidenció la incapacidad de actuar conjuntamente. A pesar de estar hiperconectados, existía una fragmentación que volvía más difícil resolver los problemas que nos afectan a todos. Si alguien cree que sólo se trataba de hacer funcionar mejor lo que ya hacíamos, o que el único mensaje es que debemos mejorar los sistemas y las reglas ya existentes, está negando la realidad”, y nos propone soñar juntos, hombres y mujeres en comunidad porque “nadie puede pelear la vida aisladamente”. Y es cierto lo que dice el Papa de la gente: nadie puede pelear la vida aisladamente. Hombres y mujeres somos diferentes por naturaleza, pero iguales en derechos, en dignidad, en capacidad, en creatividad y en sueños.

Muchas mujeres laicas han realizado grandes aportes en comunidades religiosas, parroquias, iglesias, en diversas partes del mundo, y lo hicieron por la profunda fe que profesan y la vocación de servicio, pero a partir de ahora tendrán un reconocimiento oficial e institucional que las habilita en el ejercicio del oficio religioso.

Con el motu proprio “Spiritus Domini”, el Santo Padre establece que las mujeres pueden acceder a estos ministerios que se les atribuye mediante un acto litúrgico que las institucionaliza. La nueva formulación del canon prescribe: “Los laicos de una edad y unos dones determinados por decreto de la Conferencia Episcopal podrán ser empleados permanentemente, mediante el rito litúrgico establecido, en los ministerios de lectores y acólitos”. Se suprime la especificación “del sexo masculino” que se refería a los laicos y que estaba presente en el texto del Código ahora reformulado.

El motu proprio del Papa Francisco va acompañado de una carta dirigida al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe, el jesuita español Cardenal Luis Ladaria, donde explica las razones teológicas de su elección diciendo “en el horizonte de renovación trazado por el Concilio Vaticano II, hay un creciente sentido de urgencia hoy para redescubrir la corresponsabilidad de todos los bautizados en la Iglesia, y en particular la misión de los laicos”, y citando el documento final del Sínodo para el Amazonas, sostiene que “…es urgente que los ministerios sean promovidos y conferidos a hombres y mujeres... Es la Iglesia de los hombres y mujeres bautizados la que debemos consolidar promoviendo la ministerialidad y, sobre todo, la conciencia de la dignidad bautismal”…y más adelante agrega “ofrecer a los laicos de ambos sexos la posibilidad de acceder a los ministerios de Acolitado y Lectorado, en virtud de su participación en el sacerdocio bautismal, aumentará el reconocimiento, también a través de un acto litúrgico (institución), de la preciosa contribución que desde hace tiempo muchísimos laicos, incluidas las mujeres, ofrecen a la vida y a la misión de la Iglesia”.

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