Las nuevas tecnologías disruptivas y las tecnologías de la comunicación y de la información están revolucionando nuestra sociedad, las relaciones interpersonales y nuestra forma de entender el mundo. Este proceso se aceleró el año pasado como consecuencia del aislamiento producto de la pandemia del coronavirus.
Los abogados no somos ajenos a esa revolución que impacta en la sociedad y requiere desafíos y retos jurídicos en el sector legal: inteligencia artificial; blockchain; digitalización de la información, de los recursos y de los procesos; tecnologías que apoyan la gestión de casos jurídicos; tecnologías relacionadas con la ejecución y el análisis de operaciones legales automatizando la información e incluso la redacción de contratos; el análisis de documentos o de causas judiciales; marketplaces de servicios legales, entre otras.
Así, vemos de qué manera los programas informáticos, algoritmos y la robótica reemplazan actividades humanas simples, pero hay una tecnología que se encuentra a la vanguardia del espectro. Se trata de la Inteligencia Artificial. Las consecuencias de la inteligencia artificial tienen tal impacto que incitan a plantearnos si estamos viviendo el comienzo de una nueva era ¿Esto es una realidad también dentro del sector legal?
Recientemente los principales abogados de Estados Unidos se enfrentaron a una inteligencia artificial en una competencia para interpretar contratos, y perdieron. En un estudio realizado por una plataforma legal de inteligencia artificial llamada LawGeex en consulta con profesores de derecho de la Universidad de Stanford, la Facultad de Derecho de la Universidad de Duke y la Universidad del Sur de California, enfrentó a veinte abogados experimentados contra una inteligencia artificial capacitada para evaluar contratos legales.
A los competidores se les dieron cuatro horas para revisar cinco acuerdos de no divulgación (NDA) e identificar 30 cuestiones legales, incluido el arbitraje, la confidencialidad de la relación y la indemnización. Fueron calificados por la precisión con que identificaron cada problema.
El resultado fue abrumador y los humanos fuimos derrotados por “goleada” contra la plataforma de inteligencia artificial. No sólo los humanos perdimos en precisión, sino también en tiempo.
Los abogados humanos lograron, en promedio, una tasa de precisión del 85 por ciento, mientras que la IA logró una precisión del 95 por ciento. La IA también completó la tarea en 26 segundos, mientras que a los abogados humanos les tomó 92 minutos en promedio. Entonces, ¿esto es el final de los abogados?
Un reciente informe de Deloitte predice reformas profundas en toda la profesión legal, que empiezan por la automatización de más de cien mil empleos sólo en EE. UU. en los próximos 10 años y predice la creación de un número menor de nuevos puestos de trabajo, la mayoría de los cuales exigen mayores cualificaciones y están mejor pagados.
Si el ritmo del cambio continúa acelerándose, habrá menos abogados tradicionales, más profesionales de élite y mayor flexibilidad y movilidad. ¿Estamos preparados para el cambio?
La clave está en evolucionar y adaptarse al cambio: Prior in tempore potior in iure es una expresión latina que significa “primero en el tiempo, mejor en el derecho”. Innovar, adaptarse y transformarse será la clave para ser un profesional competitivo ya que el uso de la inteligencia artificial ayudará a los abogados a agilizar su trabajo y liberarlos para concentrarse en tareas que aún requieren un cerebro humano, mientras que los marketplaces de servicios legales reemplazarán las recomendaciones “de boca en boca” a través de lograr una mayor visibilidad y con la reputación que se logra a partir de las calificaciones de otros usuarios.
*La autora es abogada especialista en Derecho Administrativo y Regulación Energética (UCA, CEARE, ITBA, Univerdidad Austral) y fundadora de Legalify.ar
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