El ahora que no cesa

Es en el presente y solo en el presente donde aprendemos a manejar los impulsos de nuestros sentimientos y transformarlos

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Felicidad (Shutterstock)
Felicidad (Shutterstock)

Aceptar la realidad presente tal y como es, no significa que nos resignemos, por el contrario, esto nos ayuda a afrontarla mejor y descubrir en nosotros capacidades que quizás hasta el momento no conocíamos para poder transitarla y construir un camino que nos transforme.

Vivir la realidad presente a veces resulta complicado, de hecho la mayoría de las veces nos cuesta conectar con el presente porque nos es muy difícil soltar el pasado o nos llenamos de ansiedad pensando en un futuro, que aunque este cuidadosamente planificado es incierto y perdemos de vista lo más importante, que es el ahora que no cesa, donde acontece nuestra vida.

La pandemia de coronavirus deja al descubierto muchas cosas, tanto de nuestro entorno como de nuestras conductas, entre ellas la fragilidad de nuestra carrera por el hacer, enfrascados en nosotros mismos buscamos una seguridad que nos garantice nuestra existencia y descubrimos en los hechos que la seguridad no existe, que de un momento a otro podemos quedar sumergidos en una incertidumbre que nos deja vulnerables y sin respuestas, se desdibuja el camino y necesitamos replegarnos, darnos tiempo y descubrir el para qué. Saber qué hay detrás de este hacer, cuál es el propósito que nos mueve, por qué hacemos lo que hacemos.

Cuando descubrimos un propósito surge con determinación desde nuestro ser una fuerza creadora, un motor que nos impulsa y nos pone en acción. Desde esta perspectiva, nuestra mirada y nuestra conciencia se vuelven más solidarias con nosotros mismos, dándonos la posibilidad de salir de la frustración, el miedo y la parálisis. Nos invita a salir del frasco y ponernos en acción, jugar un juego nuevo donde todos los que participamos estamos unidos por un objetivo en común. Una vez terminado el mismo, salir más fuertes y más plenos. Todos tenemos un propósito y cada una de nuestras acciones tiene un impacto en los demás.

La experiencia vivida nos recuerda la importancia de ser agradecidos, agradecer nos vuelve más optimistas, más saludables, más empáticos, nos permite ponernos en la piel del otro, nos ayuda a pensar libres de ira, tristeza y división. La fuerza de nuestros pensamientos no sanan de un día para otro, el tiempo es la herramienta más preciada que administramos, no espera ni se detiene. Agradecer nos sumerge en la fuente de vida que es la humildad y nos aleja de la discapacidad de la soberbia.

Es en el presente que no cesa donde se dan todos los actos y sucesos de nuestra vida, es en el presente donde habita la oportunidad continua, la decisión correcta, el error que enseña, la herida que duele, la esperanza que no muere. Es en el presente y solo en el presente donde aprendemos a manejar los impulsos de nuestros sentimientos y transformarlos, convertir en una manera habitual el pensar antes de actuar; es en el presente donde aprendemos a compartir las experiencias de vida, buenas y malas, que cuando hay amor dejan de serlo. Son experiencias humanas. El amor todo lo supera construyendo puentes y derribando montañas. Es en el presente donde nuestra mirada se vuelve empática, nuestra escucha se activa y nos recibimos sin prejuicios o creencias. Es en el presente y solo en el presente donde mi corazón se sumerge en el silencio, suspendo mis pensamientos y se produce el verdadero encuentro anhelante de superación.

La autora trabaja en coaching cognitivo, es acompañante espiritual y conduce el programa radial “La búsqueda”, por FM Milenium (www.florenciagallo.com.ar)

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