En estos días ha circulado la idea de que la vacuna Sputnik V, del laboratorio Gamaleya de Rusia, no ha pasado por los controles necesarios para ser aplicada en la Argentina. Por otro lado, nadie ha discutido la autorización de la vacuna del laboratorio Pfizer, de los EEUU y Alemania, ni la del laboratorio AstraZeneca del Reino Unido.
Aclaremos algunos puntos. Todos los países que han autorizado el uso de vacunas lo han hecho con “autorizaciones de emergencia”, es decir, no en la forma regular. ¿Por qué? Porque ningún laboratorio ha concluido los estudios de fase 3. Sin embargo, los “cortes” de esos estudios les han permitido concluir con una suficiente certeza que dadas las situaciones actuales epidemiológicas y la gravedad de la infección producida por el virus es preferible usar las vacunas que esperar el final del estudio.
En Argentina este tipo de autorizaciones se rigen por la resolución 705 del año 2005 de ANMAT, que cita en su artículo 5 los registros de vacunas de interés sanitario en emergencia: “Para el caso de emergencias o cuando las condiciones sanitarias hagan necesaria la disponibilidad de vacunas en desarrollo o de reducida disponibilidad de datos de seguridad y eficacia, la autoridad regulatoria establecerá un procedimiento que permita evaluar las condiciones de riesgo beneficio para la disponibilidad del biológico en el marco de la estrategia que fije el país”.
En conclusión, no estamos en una situación normal, por eso las autorizaciones son de emergencia pero están absolutamente previstas en la normativa en todos los países serios del mundo, y también en el nuestro. No son un invento de un ministro, ni de un gobierno de turno, ni se han hecho por una ley.
Otro punto a aclarar. La Argentina registra y/o autoriza medicamentos y vacunas de países de “alta vigilancia epidemiológica” en forma automática. Una vez que han sido registrados/autorizados en esos países para su uso y presentados en la Argentina por sus laboratorios, se procede sin ningún control extra a autorizarlos. Esos países forman un listado en ANMAT que suele conocerse como Anexo 1 e incluye a los más avanzados en este tema del mundo (EEUU, Unión Europea, Reino Unido, Japón, Israel, etc.). El resto de los laboratorios de otros países del mundo deben seguir un proceso más complejo que está reglado en ANMAT y que incluye, entre otras cosas, la visita a las plantas productoras. Para el caso de la vacuna rusa es lo que se hizo. No se ha salteado ningún control, ANMAT cuenta con toda la información necesaria para recomendar su autorización, obvio, de emergencia.
Frente a varias vacunas disponibles de similar eficacia y seguridad, elegir aquella que garantice más dosis no es mala elección. Es mejor 300.000 dosis de una vacuna rusa que las cuasi simbólicas remesas de pocos miles que recibieron algunos países latinoamericanos. Eso no se ha destacado lo suficiente, que yo sepa al menos.
Estamos viviendo un momento muy especial y todos los laboratorios han autorizado sus productos en carácter de emergencia. Quien establece en Argentina si las vacunas pueden usarse es ANMAT, con su prestigio y calidad técnica, no los panelistas de los programas televisivos (profesionales o no) cuyas intenciones y conflictos de intereses es muchas veces escandalosa.
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