Como sucede cada vez que los gobiernos entran en problemas, la culpa la tiene la comunicación. Siempre, aquí y en todas parte del mundo, pegarle a la comunicación del gobierno es más fácil que pegarle al gobierno. Por eso no sorprende que el actual presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, Eduardo Valdés, y la ex embajadora argentina en Venezuela y el Reino Unido, Alicia Castro, anticipen cambios en el área. La designada (y renunciada sin asumir) ante Moscú fue todavía más allá: criticó al vocero presidencial, Juan Pablo Biondi, por no haber aplaudido suficientemente el discurso de la Vicepresidenta.
Más allá de que una cronista de una radio le aseguró a Infobae que los vió y “aplaudió al final” -”No aplaudió en cada pausa que hacía Cristina como hacen muchos, eso sí”, aclaró-, queda bastante claro que hay formas y contenidos típicos de los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner con el que un sector del Frente de Todos se siente más cómodo. “Un tono altivo de la comunicación, expresiones de tipo imperial, que fueron las que llevaron al kirchnerismo a la derrota, luego de sucesivas sangrías internas, son extrañadas entre algunos dirigentes, sí”, reconoció un experto que acompañó al FdT en la campaña y hoy la mira desde afuera.
Si Cristina habló o no a través de Valdés y Castro nadie puede estar seguro. En cambio, es evidente que el Gobierno se enfrentó a severos problemas de comunicación en la última semana, que hasta lo llevaron a dar mensajes contradictorios en el mismo momento, provenientes de las más altas esferas de la Casa Rosada. Es que si algo no se esperaba a esta altura del año es que fuera Vladimir Putin el que expusiera la fragilidad de una coalición que se siente exigida por cumplir alguna de las promesas que realizó.
Un Presidente ansioso, impulsivo, reaccionó como lo hubiera hecho Néstor Kirchner, su maestro: echando culpas afuera y amenazando con incumplir el contrato. Un Jefe de Gabinete que antes que nada tomó el teléfono y habló con la viceministra Carla Vizzotti, que está en Moscú (dos personas calmas) reaccionaron reafirmando lo que ya se había establecido. Como corresponde a un funcionario responsable, Biondi se hizo cargo de las desinteligencias sin dar más detalles.
Sin embargo, en otras áreas de la Rosada se lamentaron de que “Alberto se comió la curva porque no fue bien informado por Salud”. “Muchas veces no le informan bien”, se quejó un asesor cercano. Y agregó: “Lo que pasa es que somos gente normal, queremos llevar un estilo común, lo que hace que no le tengan miedo al Presidente”.
El vendaval no evitó que se siguiera trabajando en una campaña de difusión para instalar el plan de vacunación, que podría estar al aire la semana próxima, o cuando la vacunación lo exija. Trascendió que se trata de varias piezas para televisión, gráfica, radio y cartelería para distribuir por región sanitaria. Se fue desarrollando a medida que se iba creando la planificación del nuevo sistema vacunatorio, en espacios de mayor impacto en la población, realizada por efectores de la salud tradicionales y otros recientemente capacitados.
“La campaña de comunicación es grande, involucrará a las gobernaciones, a las intendencias, a los ministerios y áreas de gobierno involucradas, y se irán transmitiendo los criterios básicos de información pública para ordenar la comunicación y generar la confianza que necesita un desafío como el que se necesita desplegar”, explicaron.
Ante una consulta de este medio, el especialista en comunicación gubernamental Mario Riorda reconoció que “en una crisis como la que se está viviendo, hay que dimensionar no solo la complejidad, sino las serias chances de dislocar y condicionar a la gestión del riesgo”. Y listó alguno de los aspectos que desarrolló en un libro que escribió junto a Luciano Elizalde, donde justamente le agregó un capítulo sobre este tipo de crisis de grandes impactos en grandes franjas de la población, que duran bastante más que una pesadilla.
- Una larga duración, con amenazas que se transforman con el tiempo.
- Incertidumbre extrema, que no desaparecerá dentro del período de la emergencia.
- Problemas críticos de comunicación dentro de las organizaciones responsables, con el público, con los medios de comunicación, con las víctimas.
- Dinámica de bola de nieve, debido a la multitud de fenómenos de resonancia.
Riorda dijo que “en una comunicación de riesgo hay que ser claro sobre el grado de incertidumbre y recordarle a la gente que esa incertidumbre cobra especial importancia para la credibilidad de parte del poder que gestiona una crisis. Una de las situaciones de mayor gravedad sucede cuando la mayor responsabilidad compete al líder, quien transfiere su responsabilidad a otros, es decir, no asume su error de manera individual o al menos no centralmente”. También puntualizó que “una buena estrategia de comunicación e información no reemplaza una mala estrategia sanitaria”.
Finalmente, sintetizó en tres conceptos lo más importante que tiene que tener un gobierno democrático ante una situación como la que se está viviendo: transparencia, responsabilidad y capacidad de escucha. “La verdad es el bien público que más hay que proteger en una instancia como ésta”, dijo.
Una de las máximas de la comunicación gubernamental es que la confianza se construye “en tiempos de paz”. Lo cierto es que esta gestión no tuvo esa ventaja. A tres meses de su entrada en la Rosada, se chocó con la pandemia y, en medio de las internas propias y la recesión, no logró todavía estabilizar el barco.
Ahora, para desplegar el plan de vacunación, deberá construir confianza en medio de una guerra. El Gobierno sabe que no podrá lograrlo solo con los que votaron al Frente de Todos y está urgido en construir, no solo hacia adentro sino también afuera de la coalición, un consenso es imprescindible para ganarle al virus. Es algo en lo que están de acuerdo tanto Fernández como Axel Kicillof. ¿El Presidente tendrá que pedirle permiso a la Vicepresidenta para concretarlo?
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