Desde la sanción de la ley 26.682 sancionada en mayo de 2011 y votada por todos los partidos políticos, la medicina prepaga nunca aumentó. Siempre sus incrementos estuvieron regulados por el Estado a través de las Secretarías de Comercio y Superintendencias de Servicios de Salud de turno.
Trataré de explicar que el sector recibió solo incrementos inflacionarios y nunca sus reales incrementos de costos. Analizaré a continuación cómo ha sido la evolución de los costos en otros países y cómo se reflejó en el nuestro. Es difícil dar una cifra promedio, pero nunca ha sido inferior a un 50% por encima de la inflación general. Esto agravado en un país con una inflación galopante.
El incremento de costos y precios en servicios de Salud ha sido definido como supra inflacionario. Este significa que los costos de esta actividad esencial exceden los de la inflación general de la economía.
Esto se observa tanto en el Hemisferio Norte como el Sur, y en economías estables con bajos índices anuales de inflación, como así también en países con inflaciones altas.
Estados Unidos es, por lejos, el país con mayor erogación anual per cápita en concepto de servicios de Salud. Según Axios, en ese país se invirtió el equivalente a 17,7% de PBI en el lapso 2018. Resulta impactante que, mientras la inflación del año fiscal 2018-19 fue de 1,4% y la del periodo 2019-20 de 1,2%, los costos combinados para empleador y fondos públicos y directo del bolsillo para remunerar los servicios sanitarios, fueron considerablemente mayores. La Fundación Kaiser Family midió para los periodos 2017 y 2018 aumentos de 4,2 y 4,6% respectivamente, mientras que el costo anual de los seguros privados aumentó un 6,7%.
Por otro lado, The Hastings Foundation reporta incrementos interanuales sostenidos del 7%, llegando a estimar que, al paso actual, el sistema Medicare, columna vertebral de la financiación de los servicios de Salud en los EEUU, estaría técnicamente en quiebra dentro de 9 años.
En nuestro hemisferio, The Australia Institute realizó mediciones de los índices de precios al consumidor y de los costos en Salud entre 2013 y 2019. Tomando base 100 en 2013, el aumento de precios al consumidor en Adelaida fue de 11%, los costos generales de servicios de Salud más del doble, 24%.
El informe Global Medical Trends publicado en 2019 por Willis Tower Watson indica que, a nivel global, el incremento de los costos de servicios de Salud aumenta por encima de los índices de precios al consumidor en una relación promedio de 2 a 1, con un incremento interanual ponderado general de 7,6%.
La baja tasa inflacionaria general y los sistemas centralizados predominantes en Europa permiten un control de erogaciones para llegar a un incremento interanual de 0,5% en la Unión Europea. Existe sin embargo enorme heterogeneidad en los resultados de tales sistemas y a menudo el recurso de contención de inflación médica no se logra con eficiencia de gestión sino con retaceo de prácticas y listas de espera.
Este fenómeno a nivel global obviamente se ha reflejado en la Argentina como demuestran los siguientes indicadores (Hugo Magonza). Período 01/01/2012 (momento en que efectivamente los precios fueron regulados) al 31 de marzo de 2020 (a efectos de evitar la influencia de la pandemia).
Los incrementos por ajuste de precios aprobados fueron del 949% (Fuente MSAL/SSS).
El IPC en ese mismo período se estima será del 1143 % (Fuente INDEC)
El costo de Salud en una serie de más de 15 años creció más de un 35% por encima del IPC. (Fuente ACAMI)
Que el dólar hasta la fecha se incrementó un 1427 % (BCRA)
Que el Programa Médico Obligatorio (PMO), para las Obras Sociales Nacionales tomando como base el año 2011 se incrementó un 1817% (Fuente ISALUD-Prosanity)
Que en ese mismo período el gasto en medicamentos de alto precio se incrementó en un 2124% (Fuente ADEMP)
A esto debemos agregar la industria del juicio que es una unidad de negocio en sí misma, que deteriora las economías de las muy frágiles Instituciones y vulnerables profesionales del sistema de salud.
Como vemos, los números hablan por sí solos. A esto debemos agregar la pandemia de COVID-19. El sector la enfrentó apoyado en el estoicismo del personal de salud y sin recibir ningún aumento desde enero a noviembre de 2020.
El Estado con su ayuda ha sido el pilar fundamental para afrontar la pandemia. Sin su ayuda hubiera sido imposible enfrentarla. Con su advenimiento, los prestadores de salud no solo han tenido una baja dramática de su recaudación sino que han visto incrementar sus costos en forma exponencial.
Mencionaré ejemplos simples para que el lector lo capte rápidamente. Vayamos al uso de barbijos, que un hospital de alrededor de 200 camas pasó de utilizar 10.000 barbijos a 40.000. A esto hay que agregar el aumento exponencial de sus costos unitarios. Transformar una habitación de internación general en una habitación de terapia intensiva ha tenido un costo de USD 40.000, incluyendo el respirador. Traslademos estos simples ejemplos a las prestaciones de alta complejidad y quedará clara el aumento de los costos sanatoriales.
Los entes financiadores (el Pami, las obras sociales sindicales, las obras sociales de dirección, las obras sociales provinciales, la medicina prepaga) han sufrido este proceso que los ha llevado a un estado terminal como me he referido en artículos anteriores.
El desfasaje actual de los costos ronda el 54%. Sólo una prolongación de la ayuda del Estado mientras continúe la pandemia y un urgente aumento para los entes financiadores que contemple la inflación del 2020 podrán cerrarlo.
La consecuencia lógica de este proceso ha sido el deterioro de todo el sector.
Toda la documentación que acredita lo expresado ha sido presentada ante la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS) y el Ministerio de Salud.
De continuar los efectos de la pandemia va a ser imposible atender a la población como se ha hecho hasta ahora. La desfinanciación del sector de la salud, por lo tanto, ha llegado a una situación que debe ser urgentemente atendida, porque la población no puede quedar sin atención médica. Y esta no se puede brindar sin los recursos económicos que demanda.
He tratado de darle al presente artículo un enfoque estrictamente académico dejando de lado todo tipo de subjetividades. Como verá, estimado lector, la data dura habla por sí sola y no hace más que refrendar el título de la presente nota.
* Profesor Consulto–Senior Scholar Duke University