No digo nada muy original si aseguro que se cierran doce meses inolvidables, pero seguramente no existe palabra más exacta para definirlo. Cada uno de nosotros podría expresar qué imaginaba del 2020 en enero y soltar una lágrima o dejar aparecer esa media sonrisa incómoda de quien aún no puede creer por todo lo que pasamos. En mi caso, el primer trimestre me encontró trabajando en la programación que nutriría a El Cultural San Martín en su 50 aniversario, con propuestas amplias y diversas, con una fuerte presencia de la mujer, con espacio para el debate y la reflexión, con la inclusión y el respeto como bandera. Nos imaginamos una verdadera fiesta de arte e ideas para celebrar nuestras primeras cinco décadas, pero, como todo el mundo, tuvimos que adaptarnos a lo que nos depararía el año de la contención.
¿Por qué el año de la contención? Porque es la otra expresión omnipresente que tuvo 2020. ¿Qué hubiera sido de nosotros sin la contención de familiares, amigos, compañeros de trabajo, profesionales de la salud o artistas? Contener y sentirnos contenidos fue lo que hizo que la vida pudiera ser más llevadera y que desarrolláramos la empatía necesaria en una situación tan compleja. En ese sentido, cada uno de nosotros se contuvo de hacer algo que deseaba y que, por cuidar al otro, debió quedar para otro momento. Pero, también, a la palabra “contenidos” la utilizamos para hablar de los productos culturales que nos acompañaron y complementaron en todo momento. Así, además de devorar series y películas por distintas plataformas, nos empapamos de ponencias, conciertos y obras de teatro que llegaron a nuestros hogares vía streaming.
Desde un principio, en nuestra institución mantuvimos los preceptos centrales que definieron la programación original y en base a eso compartimos recitales, clases magistrales, entrevistas, el Festival Iberoamericano de las Ideas o la novena edición Noviembre Electrónico, a través de nuestro canal de YouTube, nuestras redes sociales y las plataformas del ministerio de Cultura de la Ciudad (Cultura en casa y Vivamos Cultura). Todos esos contenidos, los nuestros en particular, pero los de toda la comunidad artística en general, nos reconfortaron mientras anhelábamos volver a pisar aquellos espacios que nos llenan de felicidad, algo que hoy estamos viviendo con alegría y responsabilidad.
En otras páginas describí al emocionante retorno a la actividad presencial como la concreción de un sueño colectivo. La reapertura de los teatros y los espacios culturales dejó en evidencia la satisfacción de miles de personas que cumplían el deseo de retransitar por la experiencia social de abrazar al arte mirándolo a la cara. También, expuso la esencialidad de la cultura y su centralidad en la construcción de ciudadanía y democracia, de acercarnos en las diferencias fortaleciendo la creatividad, el respeto y el pensamiento crítico.
Por eso, en El Cultural San Martín queremos seguir por el camino que empezamos a andar, fortaleciendo el compromiso de seguir promoviendo derechos, de darle voz y espacio a quienes hacen la escena contemporánea. Somos hogar para pensar nuestro futuro desde la cultura, entendiéndola en su sentido amplio. Vamos a esforzarnos por encontrarnos, haciendo lo que nos gusta, innovando, experimentando y dialogando. La esperanza de cada protagonista del sector nos deja creer en que nos espera algo mejor.
Si pudiera pedir sólo una cosa para 2021, sería que, nuevamente, la cultura nos encuentre a todos juntos. Que con su ingenio nos abarque, invite y exija, con las puertas abiertas. Que nos ayude a cuidarnos para volver todos los días un poco más. Que, como hizo siempre, nos contenga.
El autor es director del Centro Cultural San Martín