Pasarán los años y siempre recordaremos el 2020, cuando la humanidad entera enfrentó el flagelo de la pandemia llamada COVID 19. Finalmente podremos decir que ganamos la batalla, aunque las consecuencias las sufriremos por muchos años.
En el caso de Argentina, a la crisis sanitaria debemos sumar también la económica y social. Muchas familias de compatriotas quedarán excluidas y marginadas. Esto se ve reflejado en los altos niveles de pobreza y en los miles de argentinos excluidos del mercado formal de trabajo. El rol del Estado ha sido primordial para contener estas situaciones y que la crisis no sea terminal.
Ahora bien, estamos ante una nueva oportunidad de pensar políticas públicas que favorezcan el ingreso al mercado formal de trabajo de miles de compatriotas como así también acciones para cuidar el medioambiente. Tenemos que volver a poner a las personas y al ambiente en la centralidad de la escena.
Tenemos ante nosotros la posibilidad de promocionar y trabajar sobre los denominados empleos verdes. Pero: ¿qué son? ¿Dónde se pueden desarrollar? ¿por qué?
Los empleos verdes son trabajos que contribuyen a preservar y restaurar el medio ambiente ya sea en los sectores tradicionales como la manufactura o la construcción o en nuevos sectores emergentes como las energías renovables y la eficiencia energética. Se pueden crear en cualquier lugar, independientemente de su nivel de desarrollo económico. Tanto en áreas urbanas como rurales, en todos los sectores y actividades industriales y tipos de empresas. Mediante ellos se reducen los impactos ambientales adversos, se mejora la inclusión social y se ofrecen nuevas oportunidades económicas.
La promoción de los empleos verdes tiene un doble objetivo: por un lado luchar contra el cambio climático protegiendo los recursos para las generaciones futuras, y por otro lado, ofrecer trabajo decente, estable y de calidad en un contexto en el que miles de compatriotas se ven excluidos del desarrollo económico y social. Ambos desafíos deben de abordarse de manera conjunta con iniciativas sostenibles, políticas públicas, inversiones y planificación.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT), en su informe “Perspectivas sociales y del empleo en el mundo 2018: Sostenibilidad medioambiental con empleo”, estima que la transición hacia una economía más verde permitirá generar 24 millones de nuevos empleos a nivel mundial en esta década si se promueven y ponen en práctica políticas adecuadas.
Hay experiencias internacionales muy relevantes donde mediante la promoción de los empleos verdes se busca trabajar en las poblaciones con mayor tasa de desempleo: tal es el caso de Lanbide, el Servicio Vasco de Empleo, que mediante un concurso de iniciativas internacionales con alianza público-privada buscó replicar modelos exitosos de creación de empleos verdes, poniendo el foco en los grupos más vulnerables. En la esfera nacional, encontramos diversas iniciativas provinciales de trabajo conjunto con municipios, empresas y organizaciones de la sociedad civil en la identificación de potenciales sectores para la creación de empleos verdes, buscando poner nuevamente a las personas y el cuidado del ambiente en la centralidad de la escena.
Y cuando decimos políticas públicas, si bien hay una responsabilidad del Estado en impulsarlas y tomar la iniciativa; estas no serán exitosas si no pregonamos el diálogo social y buscamos sentar a todos los actores en una mesa de trabajo y de acción: Estado, sector industrial, sindicatos y organizaciones de la sociedad civil. Estamos ante una nueva oportunidad de pensar en la generación de empleos y cuidar el medioambiente para las generaciones futuras; hacia una real inclusión, una economía con justicia social y ambiental.
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