La vanguardia en materia de transparencia fiscal internacional de la AFIP, iniciada como política de Estado en el año 2011 cuando el Gobierno de la ex presidente Cristina Kirchner adhirió a la Convención Multilateral de Asistencia Administrativa Mutua en Materia Fiscal de la OCDE -Organización de Cooperación y el Desarrollo Económico-, siempre se apoyó en su fortaleza tecnológica.
Antes del desarrollo de aquella estrategia vinculada a la transparencia fiscal, nuestro país disponía de dos acuerdos en materia tributaria: España y Chile; más dos Acuerdos Impositivos y Aduaneros: Brasil y Perú, y nueve Acuerdos en materia puramente aduanera.
Luego de la gestión de la AFIP en materia de transparencia fiscal internacional que se llevó a cabo hasta el 10 de diciembre de 2015, Argentina llegó a contar con estas herramientas:
-La convención multilateral de asistencia administrativa mutua con fines fiscales de la OCDE, con 129 países;
-El acuerdo de intercambio automático de información financiera, con 109 países;
-Acuerdos bilaterales de intercambio de información tributaria, con 28 países;
-Convenios de doble imposición, con 20 países.
Ahora bien, en materia de tecnología, los años de reconocimiento internacional quedaron atrás. La Sala Cofre de la AFIP -Bureau de sistemas informáticos- era visita obligada de las comitivas extranjeras en materia tributaria y orgullo para toda la Nación. La Infraestructura tecnológica del organismo iba en sintonía con las novedades o anticipos del mercado de tecnologías de la información.
Los reconocimientos internacionales en estas áreas hablan por sí solos:
1. Premio a la “Mejor Prestación de Servicios Digitales en el Sector Público” para el Datacenter AFIP, otorgado por Datacenter Dynamics en el marco del concurso internacional “DCD Latin America Awards 2015”.
2. Segundo puesto en el ranking mundial de lucha contra la evasión, según informe realizado por la consultora británica CXC Global y publicado por el diario inglés The Telegraph (13/10/2015).
Claramente, la proyección estaba puesta con una visión de futuro a largo plazo, pero la gestión que siguió durante el gobierno de la alianza cambiemos no mantuvo la misma política.
Desde el 2016 a la fecha tuvo lugar una seguidilla de cambios de conducción en todos sus niveles. El reemplazo de un funcionario jerárquico provocaba el reemplazo de su línea de mando inferior. La reiterada sucesión de cambios provocó que la inexperiencia y el desconocimiento en la materia se ocupara de la conducción de un área tan sensible como la Gerencia de Sistemas del Organismo Recaudador Argentino.
Falta de liderazgo, de compromiso y dedicación, más la inexperiencia y la falta de profesionalismo de los cuadros de conducción política, y por sobre todas las cosas, la falta de inversión, fueron los factores principales para haber encallado en tierra a la Nave Insignia de la Tecnología y Administración del Gobierno: cinco Subdirectores Generales de Sistemas de AFIP en cinco años no permiten planificar a largo plazo.
Esto sin mencionar el mayor escándalo de filtración de datos de la gestión de Alberto Abad en el año 2016: la lista de todos los contribuyentes que accedieron al blanqueo de Mauricio Macri.
Durante el gobierno anterior, las herramientas informáticas y los recursos públicos nacionales fueron desviados hacia la persecución política. Equipos especiales tenían la misión de vigilar y monitorear la actividad fiscal de grupos económicos ajenos al poder de turno, haciendo uso de sistemas informáticos desarrollados a tal fin.
La herramienta más potente desarrollada entre el 2014 y 2015 se denominaba “Red Fiscal”. En escasos segundos podía dibujar un mapa de relaciones económicas, financieras y comerciales de cualquier sujeto económico. Este desarrollo informático, jamás fue puesto en producción y jamás fue utilizado con fines serios de investigación. Se lo mal utilizó para la generación de informes secretos que, más tarde, eran entregados a los denunciadores seriales afines al Gobierno de entonces.
Un pilar fundamental del área, además de la propia Tecnología, es el capital humano, que con el correr de los últimos años se ha visto desmotivado a la vez que perseguido en determinadas situaciones, lo que provocó una lenta y continua renuncia de los profesionales con mayor capacidad técnica (movimiento acentuado durante los últimos dos años). Tampoco hay que olvidar el hostigamiento sufrido por el personal y por los técnicos experimentados, aún al límite de falsas denuncias, acusaciones y persecuciones judiciales sin sentido, allanamientos y acciones nunca vistas, que generaron miedo, parálisis y desánimo.
Destáquese la equivocada política de Recursos Humanos en el área de Seguridad Informática en momentos en los que se decidió por la incorporación de personal externo al organismo para tareas tan sensibles como la de resguardar la confidencialidad e integridad de los datos de los ciudadanos. Consecuencia: la degradación en materia de seguridad informática quedó de manifiesto.
El 98% de las operaciones y de los ingresos fiscales se producen electrónicamente por la web. El Comercio Exterior opera sobre la plataforma de la AFIP; del mismo modo que el comercio interno, a través de la facturación electrónica y la presentación de Declaraciones Juradas; la Seguridad Social, la recaudación de las obras sociales, la recaudación impositiva nacional e incluso la de varias provincias; ANSES, BCRA, Bancos y entidades financieras, Economía, Jefatura de Gabinete, INDEC, y decenas de organismos tienen algún tipo de vínculo o enlace informático con el centro de cómputos de la AFIP.
Desinteresarse de la plataforma tecnológica que soporta semejante volumen de transacciones y operaciones, como hizo la gestión de AFIP durante el Gobierno de Macri, sería no tener la capacidad ni la visión hacia dónde se dirige el organismo, por lo que sin más demoras hay que fortalecer el área de Sistemas de la AFIP.
Un claro ejemplo del estado en que se encuentra el área es que por primera vez desde que Argentina forma parte del Comité de Asuntos Fiscales de la OCDE obtuvo observaciones en materia de transparencia fiscal.
En efecto, el pasado 30 de noviembre, en el marco del Foro Global de la OCDE se emitió el informe de revisión de pares (peer review), en donde, con respecto a la Argentina, concluyó que el marco legal que implementa el Estándar Común de Reporte (CRS) para el intercambio automático de información financiera está en vigor, pero requiere de mejoras para ser totalmente consistente con los requisitos acordados por los países participantes.
Si se administran políticas públicas, hay que tener en cuenta que la Tecnología es el primer sostén de un Gobierno Electrónico. La tecnología evoluciona exponencialmente año tras año, y debe acompañar a la par el desarrollo de la gestión de gobierno y de las políticas tributarias. Habiéndose abandonado la inversión en infraestructura tecnológica, y las definiciones estratégicas de largo plazo, las dificultades y las fallas comenzaron a salir a la luz, y fueron cada vez más difíciles de disimular.
Desde el 2011 al 2015 se trabajó en un plan de contingencias: “Disaster Recovery”. No es más ni menos que un Centro de Cómputos de Back Up, el que debiera funcionar inmediata y automáticamente en caso de que el principal saliera de línea por cualquiera que haya sido la razón: atentado, apagón total, desastre climatológico, etc.
Este proyecto de plan de contingencia tenía los lógicos costos de inversión, pero para muchos, era faraónico. Y tal vez estas hayan sido las razones por las cuales el proyecto fue discontinuado. Hoy lo necesitamos. Hoy nos hubiera sido muy útil. Hoy nos preguntamos y calculamos cuánto ha sido el costo de oportunidad por no haber efectuado esa inversión.
En estos momentos en los cuales la pandemia limita el normal funcionamiento de la sociedad, resulta necesario que el Organismo retome el camino tecnológico recorrido hasta 2015, y avance hacia una transformación digital de la organización, y la profundización de un gobierno sin papel, que brinde mejoras en la prestación de servicios públicos digitales a la ciudadanía.
En forma urgente la conducción política debe establecer un liderazgo con capacidad, experiencia e idoneidad que pueda brindar certezas y motivación a un personal propio, actualmente desmotivado por los constantes cambios de rumbo y falta de visión, para que se involucre en el proyecto y recupere el orgullo de pertenecer, luego de la necesaria puesta en valor, al mejor organismo del Estado.
Es necesario imponer una planificación a mediano y largo plazo, y ejecutar en forma urgente un plan de recuperación y desarrollo tecnológico, basado en la inversión y gobernanza de la infraestructura e innovación en nuevas tecnologías.
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