Bonos que rinden el 16% en dólares explicitan la rendición de la política argentina a construir un país moderno

Esta tasa extravagante pone de manifiesto que, para tener un instrumento de deuda pública emitido por el gobierno argentino, los inversores exigen, como mínimo, entre tres o cuatro veces lo que exigen a cualquier país de la región

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El presidente de Argentina, Alberto Fernández, saluda al ministro de Economía, Martín Guzmán (Juan Mabromata/Pool via REUTERS)
El presidente de Argentina, Alberto Fernández, saluda al ministro de Economía, Martín Guzmán (Juan Mabromata/Pool via REUTERS)

El Ministerio de Economía acaba de concretar un nuevo canje de bonos de la deuda argentina, rescatando bonos emitidos en pesos que vencían en el próximo trimestre y entregando a cambio bonos en dólares de largo plazo por un valor nominal de 750 millones de dólares.

Esta operación, sumada a otra por el mismo monto, realizada el mes pasado, fue “ideada” para que los tenedores de grandes fondos extranjeros que tenían, aproximadamente, bonos en pesos por el equivalente de 9.000 millones de dólares, pudieran quedarse con 1.500 millones de bonos en dólares, sin tener que hacer operaciones directamente en el mercado.

El resultado de este canje, le otorga a los que han recibido estos bonos en dólares, un activo en dólares que rinde, en promedio, 16% anual. Y digo “rinde”, porque el Estado argentino, va a pagar la tasa “escrita” en el bono (en realidad son dos tipos de bonos con diferente vencimiento) pero como entrega estos bonos a valores de canje muy por debajo de su valor nominal, ese 16% se compone con la tasa escrita en el bono y con la ganancia de capital que significaría comprar un bono al 40% de su valor y cobrarlo al vencimiento de cada momento al 100%. Dicho de otra manera, el gobierno reconoció en el canje, el precio de liquidación al que los inversores están dispuestos a comprar bonos argentinos denominados en dólares.

Todo este rulo es para evitar que suba más el precio del dólar libre

¿Para qué se hace esta operación? Como mencionara, esto les permite a grandes fondos del exterior que se habían quedado, “encepados” con instrumentos en pesos, hacerse de instrumentos en dólares para “rajarse”, sin tener que recurrir al mercado del CCL, en dónde para poder sacar dólares de la Argentina, alguien le vende un bono en pesos a otro, y compra con el producido, un bono en dólares, que luego vende en New York. Es decir, una operación similar a la que se hizo el martes, pero entre privados. Dado el tamaño de ese mercado, el gobierno considera que dejar que esta operación se realice entre privados, tira para arriba la cotización del dólar CCL (mal llamado Contado con Liquidación, en realidad dólar implícito en la cotización de los bonos) porque baja el precio del bono en pesos, por exceso de oferta y sube el precio del bono en dólares por exceso de demanda, y como el precio de ese dólar es la división entre los precios de esos bonos, el resultado va para arriba. En síntesis, todo este rulo es para evitar que suba más el precio del dólar libre.

El gobierno reconoció en el canje, el precio de liquidación al que los inversores están dispuestos a comprar bonos argentinos denominados en dólares

Por supuesto que esta operación tiene varios costos y algún beneficio. Respecto del beneficio, se rescata deuda en pesos que debía pagarse en el próximo trimestre (menos emisión y/o menos presión en el raquítico mercado de pesos). Respecto de los costos, son varios.

1. Seguimos aumentando la deuda en dólares en poder de privados.

2. Se convalida un valor de los bonos que sigue destruyendo el balance de todos los organismos públicos que tienen estos bonos en su poder y que los venden en el mercado, también para intervenir en los precios de los dólares libres. El Banco Central. El ANSES, la Banca Pública, etc. (teléfono para los auditores de esos organismos)

3. Y lo más grave, esta tasa extravagante pone de manifiesto que, para tener un instrumento de deuda pública emitido por el gobierno argentino, los inversores exigen, como mínimo, entre tres o cuatro veces lo que exigen para tener un instrumento de deuda emitido por los gobiernos de cualquier país de la región.

Cuánto de ese 16% le corresponde a una mala gestión de la salida del default (se patearon vencimientos para adelante, pero sin quita de capital, haciendo poco sustentable la deuda en el mediano plazo). Cuánto le corresponde a la mala gestión económica de este año, reconociendo que el COVID tuvo mucha influencia. Cuánto al fracaso de la política argentina de las últimas décadas, que nos ha convertido en deficitarios fiscales primero, y en defaulteadores seriales después. Y cuánto a la conducción “epistolar” y contradictoria de la coalición gobernante.

Cada uno le pondrá la ponderación que considere a cada rubro, pero lo cierto es que, haciendo un lamentable juego de palabras: bonos rindiendo al 16%, explicitan la rendición de la política argentina a construir un país moderno, con inversión, empleo privado, competitividad, alto crecimiento y baja pobreza.

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