Es impactante cómo el Gobierno formula hipótesis que cuestionan el sistema institucional en la Argentina. CFK muestra, una vez más, que su único interés está en librarse de las causas judiciales por corrupción que la involucran a ella y a su familia. El tema es que las causas son demasiado elocuentes dado que los actos de corrupción fueron muy notorios. Cabe señalar que esos actos se realizaron en los años en los que creían que estarían en el poder para siempre, y ese sentimiento de impunidad los llevó a ser desprolijos y dejar marcas y señales de los delitos cometidos. Frente a ese escenario inevitable, en el cual reciben malas noticias con mucha frecuencia, CFK presenta sólo dos caminos: destrata al Presidente, al que culpa de no solucionar sus problemas judiciales, y carga contra la Justicia y la Corte en un intento por sembrar temor y doblegarlas.
Ambas actitudes muestran un notable desprecio por la institucionalidad. Por un lado, CFK quiere forzar a Fernández a que use malas artes (tan comunes en la relación política-justicia cuando el justicialismo gobierna) para aliviar su patética situación legal. Reclama que haya una buena dosis de operadores facinerosos en torno a la Justicia y lo hace públicamente. Le pide al Presidente al que colocó en el poder que tome decisiones por fuera de la normalidad institucional.
Asimismo, la Vicepresidente publica cartas (últimamente se le ha dado por la práctica epistolar aunque no exhiba ningún talento para ese género) en las que cuestiona el funcionamiento de la Corte. Cree que un poder del Estado puede cuestionar el funcionamiento de otro poder justamente cuando este cumple con algunas de las funciones que le son propias. Cuando se habla de que la fisonomía Argentina está cambiando y se menciona a Venezuela como modelo kirchnerista nos referimos exactamente a estas cosas. El kirchnerismo cree que su poder político se debe manifestar en la Justicia. En los delirios autoritarios de esos indigentes intelectuales no se puede concebir que si ganaron las elecciones no manejen la Justicia. Así empezó la catástrofe chavista. Así manejaron los kirchenristas los asuntos en el feudo de Santa Cruz. No creen en la democracia. Ellos creen que el Estado es su propiedad y que todos deben cumplir con sus deseos y necesidades. El kirchnerismo no ha sido otra cosa que eso desde su nacimiento. Lo que demuestra claramente el abismo al que se asoma Argentina es el claro ataque al sistema institucional que se está haciendo desde adentro del sistema. Todas las señales que se emiten desde la política llevan a pensar eso. Argentina ni siquiera puede dar una señal de condena a las patéticas elecciones en Venezuela destinadas a fortalecer a una dictadura asesina. El consenso del mundo ha sido enorme en esa condena: la Unión Europea, Estados Unidos, Latinoamérica han sido críticos de dicho proceso. El atronador silencio argentino en este tema y el ataque de CFK a las instituciones marca una nueva fisonomía que altera la que, con muchos problemas, había sido el pacto democrático argentino desde la vuelta de la democracia: no se favorecen dictaduras, no se cuestiona el estado de derecho desde dentro del sistema, no se avala violencia política en ninguna de sus formas.
Alberto Fernández asistió a un acto en la ESMA por el primer aniversario de su gobierno y en el día internacional de los derechos humanos. En el medio del acto una asistente hizo una reivindicación de la agrupación terrorista Montoneros. Ante el aplauso del público Alberto Fernández y Cristina Kirchner aplaudieron también . El Presidente y su vice aplauden la mención de una organización que realizó atentados en democracia y que pasó a la clandestinidad en democracia bajo un gobierno del mismo signo político que el actual. Es como si en España el presidente aplaudiera una mención a ETA o en Perú el presidente aplaudiera una mención a Sendero Luminoso. La vuelta a la democracia en la Argentina se construyó como un acuerdo tácito en el que estábamos todos de acuerdo en que nunca más la violencia política se podía avalar desde el poder. En los años 80, Raúl Alfonsín firmó un decreto para que se realizara el juicio a las Juntas Militares y otro para que se juzgara a los cabecillas de las organizaciones terroristas (Montoneros y ERP). Por supuesto que la violencia desde el Estado no es tolerable bajo ningún punto de vista y que la represión ilegal desde la dictadura fue una tragedia enorme. Pero esa condena a la dictadura no implicaba, de ninguna manera, la exaltación del terrorismo que asesinaba civiles durante un periodo democrático. Ese acuerdo democrático fue el pilar desde donde se construyó la vuelta a la democracia. La exaltación de la violencia rompe esa idea y coloca a la Argentina en un precipicio peligroso.
El cóctel que surge de la exaltación de la violencia, el ataque a las instituciones y el apoyo a dictadores cambia la fisonomía democrática argentina. Si a esto le sumamos la cantidad de violaciones a los derechos humanos que vienen sucediendo en la Argentina en el último año (muertes por violencia policial, sometimiento a infinitos tormentos a familias que necesitaban movilizarse por tragedias familiares) vemos un panorama desolador, que se suma a unas cifras de pobreza aterradoras. Sería deseable que la oposición diera visibilidad internacional, por medio de denuncias, a los casos de violaciones a los derechos humanos en la cuarentena.
Para agrandar el panorama desolador, esta semana la UCA alertó acerca de que los chicos pobres fueron los grandes perjudicados por el cierre de las escuelas. Sólo uno de cada diez alumnos pudo conectarse con sus docentes a través de una computadora. La política hipotecando el futuro de miles de niños argentinos.
Muchos países perdieron la libertad empezando por síntomas como estos. Hay que reaccionar antes de que sea tarde para lágrimas.
Este es el último artículo que publico en Infobae hasta la tercera semana de febrero de 2021. Durante este receso terminaré de escribir mi próximo libro que se llamará La Decadencia del Relato Kirchnerista, que será publicado en abril por Editorial Galerna. ¡Les deseo muy felices fiestas!
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