Sostener que las PASO son caras es un sofisma de analogía que, como cualquier otro sofisma, no se demuestra, se gana o se pierde. En este caso corremos el riesgo de perder una cuotaparte de democracia.
Es comprensible que el Gobierno Nacional, en un contexto económico tan adverso como el actual, considere onerosa la realización plena de un acto democrático, pero no menos comprensible es el temor de aquellos que ya probamos los resultados de una democracia débil o directamente inexistente.
El gobierno de Alberto Fernández necesita imperiosamente restablecer la confianza y ofrecer certidumbres a una sociedad ya temerosa y golpeada por una pandemia. Si el Presidente de la Nación anuncia que en enero comienza el operativo de vacunación, ¿cómo es posible entonces que no pueda garantizar la vacunación de todos los argentinos para el mes de agosto? Eliminar las PASO so pretexto de evitar nuevos contagios, lejos de tranquilizar a la población, agiganta la incertidumbre.
Llevamos meses escuchando a los equipos médicos del Gobierno sostener que con distanciamiento social y barbijos se reduce drásticamente la posibilidad de contagios. Entonces, a menos que alguien pretenda sostener con algún viso de seriedad que el Estado, con el control absoluto de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, no puede garantizar que los votantes se mantengan a una distancia de dos metros unos de otros, la explicación de la suspensión por pandemia desaparece como arena entre los dedos.
Desde el comienzo de la pandemia se han realizado elecciones presidenciales en Israel, Burundi, Islandia, Polonia, Bielorusia, Seychelles, República Dominicana, Bolivia, Costa de Marfil, Moldavia, Palaos, Birmania, Estados Unidos, Tayikistán y Burkina Faso, sin que ninguno de los países mencionados reportara aumentos de contagios imputables a la realización de los comicios.
Cambiar las reglas de juego a meses de las elecciones legislativas es posible y, tomando mínimos recaudos en cuanto a las formas, hasta es legal. Como sería legal dejar de estirar la discusión de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo y sacarla por decreto. Pero, en ambos supuestos, es necesaria la construcción de consensos amplios que excedan las solicitadas encendidas o las siempre cambiantes declaraciones públicas de los gobernadores.
Las PASO han demostrado ser una herramienta eficaz para reducir reducir la fragmentación partidaria y nivelar el campo de juego. Una medida que aplaudí y defendí desde su creación independientemente de los eventuales gobiernos.
Es menester, entonces, que la política y la sociedad reaccionen a tiempo y de manera contundente, porque una vez hecho el daño es improbable que decisiones de tal magnitud, con efectos devastadores sobre el sistema, sean puestas a discusión.
Los problemas de la democracia se resuelven con más democracia. Y sí, la democracia y la consiguiente burocracia necesaria para articularla es cara, pero la sociedad ya probó con no tenerla y el costo, al día de hoy, continúa siendo impagable.
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